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En alguna ocasión Adolfo Hitler declaró que los judíos eran culpables de mutilar el cuerpo con la circuncisión y la mente con la conciencia. Este tipo de pensamiento fue el que llevó a los nazis a cobrar la vida de 60 millones de seres humanos durante la Segunda Guerra Mundial; 6 millones de ellos eran judíos, que fueron aniquilados durante el Holocausto.

ANDRÉ MOUSSALI

Cuando uno de los captores de Adolf Eichmann en Argentina le preguntó por qué los nazis habían asesinado a su hermano de apenas 14 años, este ex jerarca, que había sido el encargado de llevar acabo la “Solución Final”, le contesto sin titubear: “Porque era judío”. Para los nazis, terminar con la vida de millones de seres humanos era una cosa natural; ellos se creían seres superiores y su misión era aniquilar a la población judía, porque la consideraban una raza inferior.

El 10 de octubre pasado, un hombre armado y vestido con ropa militar mató a dos personas junto a una sinagoga de la ciudad alemana de Halle. El atacante trató antes de forzar la entrada del templo, en el que se encontraban unos 80 fieles celebrando el Yom Kipur, la fecha más importante de la religión judía. El hombre se acercó a la puerta y, al no poder abrirla, abrió fuego contra el recinto. “El autor disparó varias veces contra la puerta y también arrojó varios cocteles molotov para tratar de entrar, pero la puerta se mantuvo cerrada. Dios nos protegió. El ataque duró entre 5 y 10 minutos” afirmó el presidente de la congregación, Max Privorotzki, a varios medios. “Las medidas de seguridad de la sinagoga resistieron, de lo contrario se habría producido un baño de sangre”, destacó.

El atacante dejó algunos explosivos caseros frente a la puerta de la sinagoga y luego mató a una mujer que pasaba cerca de ahí , antes de dirigirse hacia un local de comida rápida turca, donde mató a otra víctima.

El extremista grabó el ataque para difundirlo por Internet. Pegó una cámara a su casco y la filmación pudo verse en algunas plataformas. En el video afirmó en inglés que creía que “el Holocausto nunca ocurrió”, lanzó insultos contra el feminismo y señaló a los judíos como el origen de todos los males.

En el documento fílmico, titulado “The Plan”, el asesino mostraba fotos de armas y explosivos artesanales, similares a los que fueron hallados en su coche, donde la policía incautó 4 kg de explosivos. Según el asesino, de nombre Stephan Balliet, el mejor lugar para cometer una masacre era una sinagoga; y admitió que si fracasaba o moría en el intento, pero lograba matar a un solo judío, su sacrificio habría valido la pena. “Quería provocar una repercusión mundial y alentar a otros a imitarlo” declaró el fiscal general Peter Frank.

Así, la población judía vuelve a ser atacada en Alemania, a pesar de lo que ocurrió en el Holocausto. En ese país hay actualmente unos 21 mil neonazis, de los cuales sólo 9,100 son considerados violentos y capaces de llevar a cabo ataques racistas, como el que acaba de ocurrir. Por otra parte se estima que hoy hay unos 200 mil judíos alemanes, cuya mayoría proviene de los antiguos países comunistas. Y cualquiera de ellos está expuesto a ser atacado no solamente por los neonazis, sino también por los 4.7 millones de musulmanes –más de un millón recién llegados de otros países de Medio Oriente– que encuentran en los judíos una presa fácil para sacar sus frustraciones.

Sin embargo, y a pesar de todo, algo sorprendente ocurrió. Miles de personas salieron a la calle el domingo 13 de octubre en Berlín, para expresar su rotundo rechazo al antisemitismo y el racismo tras dicho atentado. “Nunca más”, “Hagamos la humanidad grande de nuevo” o “El racismo no es la alternativa”, fueron algunos de los carteles que se pudieron ver en la marcha, que comenzó en la Bebelplatz, la plaza en que los nazis protagonizaron una quema de libros en 1933.

Los asistentes insistieron en que formaban parte de una mayoría social que, sin embargo, hace mucho menos ruido que quienes defienden ideas racistas y antisemitas. “En Alemania también somos muchos los que estamos en contra del radicalismo, pero tenemos que demostrarlo”, reflexionaba una ingeniera de 51 años que fue a la marcha con una amiga, para protestar por ese auge inexplicable de racismo. “Especialmente en un país como Alemania. Deberíamos haber aprendido de nuestra historia. No lo entiendo, la verdad. La situación no es objetivamente mala y, aunque lo fuera, nunca sería una razón para salir a la calle a disparar contra la gente.” La extrema derecha alemana entró en 2017 por primera vez en el parlamento desde el fin de la Segunda Guerra, tras obtener 12.6% de los votos.

La manifestación contra el antisemitismo y el racismo marchó hasta la nueva sinagoga que se ubica también en el centro de Berlín, en un domingo en el que, según se lamentaban algunos manifestantes, la ciudad estaba todavía medio desierta por las vacaciones escolares de otoño, lo que creían impidió una mayor afluencia.

Me doy cuenta de que después de unos 70 años, el racismo vuelve a tomar fuerza. Pero ahora el pueblo judío ya no es un pueblo apátrida y errante, sujeto a la benevolencia de los países donde se ha asentado. Ahora tiene su propio país, que florece y se está colocando entre los más desarrollados del planeta, y donde cada judío puede crecer y vivir libremente entre sus correligionarios, de manera independiente, con paz y prosperidad.