Enlace Judío México e Israel.- Interrogatorio, ayuda de los aliados, y fuerzas estadounidenses desplegadas en posiciones avanzadas.

EDITORIAL THE WALL STREET JOURNAL

La muerte, el fin de semana, del líder del Estado Islámico Abu Bakr al-Baghdadi a manos de fuerzas especiales estadounidenses no culminará el peligro del Islam radical. Pero es una victoria importante para la estrategia antiterrorista de Estados Unidos con lecciones para el futuro.

“Él era un hombre enfermo y depravado, y ahora se ha ido,” dijo el Presidente Trump en la Casa Blanca el domingo a la mañana. Trump dijo que fuerzas de EE.UU habían monitoreado a Baghdadi por “un par de semanas” y planearon el operativo nocturno que persiguió al terrorista dentro de un túnel cerca de Idlib en el noroeste de Siria, donde el yihadista detonó un chaleco suicida.

Ningún estadounidense resultó muerto en lo que  Trump llamó una operación “peligrosa y osada.” Él merece el crédito por aprobar un operativo que lleva inevitablemente riesgos de fracaso y bajas. La muerte de Baghdadi es importante como un tema de simple justicia dada su historia asesina. E informa a otros yihadistas que no pueden lograr ninguna victoria y están de igual manera condenados a morir en un túnel o explosión de bomba.

El operativo también muestra la importancia de la información reunida de prisioneros. Funcionarios iraquíes dicen que su interrogatorio de combatientes del ISIS capturados en los meses recientes proporcionó noticias sobre la localización de Baghdadi. La izquierda estadounidense ha tratado de desacreditar el interrogatorio desde la guerra de Irak, pero sigue siendo crucial para prevenir futuros ataques y matar líderes terroristas.

Otra lección es la importancia de una presencia en el terreno de tropas de EE.UU y aliadas. Mazloum Abdi, jefe de las Fuerzas Democráticas Sirias aliadas con EE.UU, tuiteó que “durante cinco meses ha habido cooperación conjunta en inteligencia en el terreno.”

Las fuerzas estadounidenses en Siria e Irak pudieron coordinar con aliados que conocen el área y traman operativos en vez de usar armas de enfrentamiento. Esto permitió a los soldados de EE.UU recolectar archivos como hicieron durante el operativo contra Osama bin Laden. Tales operativos serían mucho más difíciles sin tropas desplegadas en posiciones avanzadas que puedan llevar la lucha a los terroristas en su terreno en vez de permitir santuarios para planear ataques contra EE.UU como hizo bin Laden en la década de 1990.

Mantener esta presión regional es crucial porque sabemos que las fuerzas yihadistas pueden reorganizarse bajo nuevo liderazgo. Eso es lo que hizo Baghdadi después que el Presidente Obama ordenó salir de Irak a todas las fuerzas de EE.UU en el 2011. El fundó un “califato” islámico a través de Siria e Irak occidental, aterrorizando a minorías y otros musulmanes, decapitando a estadounidenses y árabes cristianos en cámara, e inspirando ataques terroristas contra el Occidente.

Con esa historia hubo que tener coraje para que Susan Rice, asesora en seguridad nacional de Obama, sermoneara en “Enfrenta a la Nación” de CBS el domingo que “no puedes quitar la presión y esperar que estos grupos no se reconstituyan.” Ella también criticó la retirada reciente de fuerzas del norte de Siria por parte de Trump, como lo han hecho estas columnas también. Pero eso es lo que su ex jefe hizo en Irak mientras permitía al Estado Islámico controlar enormes porciones tanto de Siria como de Irak. Quizás deba saltearse ésto, Sra. Rice, Trump ha estado enviando señales confusas desde su decisión impulsiva de ceder el norte de Siria a Turquía después de un llamado telefónico con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. El Presidente Trump ahora dice que quiere mantener fuerzas estadounidenses suficientes en el terreno para controlar los campos petroleros locales, y se ha filtrado el rumor que el Pentágono puede enviar tanques como parte de la tarea. Esto sugiere que la retirada no es tan “simple” como le gusta decir a Trump cuando está tocando para los aislacionistas.

Más allá del petróleo, el operativo Baghdadi pone de relieve el propósito antiterrorista de mantener una presencia militar estadounidense. La patria estadounidense no ha sufrido un ataque yihadista exitoso, planificado o inspirado en el extranjero, por algún tiempo. Esto no es un accidente. Es el resultado del trabajo persistente en seguridad e inteligencia que coordina con aliados para perseguir yihadistas donde sea que estén en el mundo.

En sus mejores momentos, Trump parece entender esto. Mientras disfruta del éxito del operativo en Idlib, él debe repensar su retirada de Siria en un mundo todavía peligroso.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México