Enlace Judío México e Israel.- Ayer por la noche, en la Sinagoga de Monterrey , Moisés Kaiman, se llevó a cabo un acto conmemorativo para recordar la noche de los Cristales Rotos que fue el parteaguas para que la violencia en Alemania tomase la fuerza necesaria para culpar a los judíos de la situación que en ese país se vivía después de la Primera Guerra Mundial.

THELMA KIRSCH

No es necesario contar de nuevo la historia que para todos es conocida. El inicio de una guerra que, como un manto negro, se apoderó del mundo y en el cuál fueron masacrados seis millones de vidas judías sin culpa alguna. Vidas que pudieron brindar mucho a la humanidad.

No deseo llamarle Segunda Guerra, el mismo nombre implica una continuidad, ¿vendrá una tercera, cuarta, o un infinito en el que tocaría luchar a nuestros hijos o nietos?

¿Cuántas sinfonías no fueron escritas? ¿Cuántos libros y poemas perecieron en esos campos? ¿Cuántas teorías científicas se perdieron en los campos de muerte?

La falta de un Estado que nos respaldase en ese tiempo fue una de las principales razones por las que todas estas atrocidades fueron cometidas.

Actualmente contamos con el Estado de Israel, tierra a la que todos debemos nuestra sangre y la suerte de poder continuar viviendo en la Golá, aunque conscientes de que el antisemitismo no ha desaparecido y de que todos debemos estar alerta y luchar en contra de éste.

Una de las mejores maneras de hacerlo es seguir siendo lo que somos, sin escondernos ni avergonzarnos y respaldarnos unos a otros en todo momento.

Participar en las actividades comunitarias, algunas veces esforzándonos y dejando a un lado otros compromisos, trabajar activamente en todo aquello que podamos.

Las lecciones que nos dejó la Cristallnacht son muchas.

El 9 de noviembre coinciden 3 fechas importantes con un mismo hilo conductor. Estos acontecimientos nos muestran lo que un totalitarismo, nunca antes conocido por la humanidad, es capaz de lograr. Creer que las leyes y los gobiernos se encargarán de nuestra seguridad ahora es impensable.

Somos nosotros y el Estado de Israel el que nos respalda, y los únicos encargados de salvaguardar nuestros principios y nuestro honor, somos nosotros.