Enlace Judío México e Israel – El 14 de noviembre, en un hotel St. Regis de la Ciudad de México, el empresario Salomón Sacal ofreció una conferencia en el marco del evento Openbaking, Fintech & Blockchain SUMMIT, en la que habló del big data, la inteligencia artificial y su papel en el control de riesgos para el otorgamiento de créditos. 

Salomón Sacal, presidente de la Asociación de Empresarios Mexicanos, comenzó su conferencia hablando de las utopías. “Un reflejo de lo que añoramos, de lo que consideramos perfecto.” En lo que parecía una provocación, el joven empresario partió de la idea de una tierra mítica donde bastaba desear algo para conseguirlo instantáneamente, para después elaborar su discurso: ese tiempo está aquí y ese lugar ya existe para mucha gente.

Dijo que hoy, gracias a la tecnología, basta pulsar una pantalla para que la comida llegue hasta nosotros; tampoco tenemos que vivir con los animales de crianza ni estar expuestos al peligro que representan los depredadores. La esperanza de vida, su calidad… ¿Hemos alcanzado la utopía?

“Bajo toda métrica que se pueda medir, bajo todo lo que podemos observar, la curva de la humanidad es ascendente (…) cada vez hay más riqueza, cada vez la gente es menos ignorante, cada vez la gente tiene más conocimiento, hay más tolerancia, hay menos violencia”, dijo, aunque admitió que son todos ellos datos contraintuitivos.

“No solo estamos mejor sino que estamos mejorando más rápido”, dijo, y mostró como ejemplo la imprenta Gutenberg, inventada en 1448. Dijo que desde su creación hasta la primera imprenta digital, pasaron 505 años. Mientras que desde la aparición de esta hasta la creación de la impresora 3D pasaron solo 31 años.

¿A qué se debe esta mejora, este progreso? Según la  hipótesis de Sacal, se debe al dominio sobre el riesgo. “Hoy entendemos mejor el riesgo. Es el poner el futuro al servicio del presente. Es no estar varados ni a merced de la naturaleza o lo que suceda.”

Así llegó al tema medular de su ponencia: las finanzas, “esta es la máxima expresión del dominio sobre el riesgo pero no solo eso: es la principal herramienta que tenemos como sociedad para incrementar la calidad de vida de una población.”

Según el conferencista, “hoy, una persona de clase media baja tiene una calidad de vida que un emperador romano no podía soñar con tener.” Es así gracias al acceso a la tecnología, a las medicinas, a las comodidades. El papel de las finanzas como un motor de desarrollo es fundamental pero, según el experto, hay un problema sustancial: el acceso al crédito.

Dijo que, a lo largo del tiempo, se han probado diferentes sistemas para reducir el riesgo que enfrentan quienes prestan dinero, ante la incertidumbre de si este será devuelto. Al principio, dijo, los préstamos se otorgaban de manera personal. El prestamista conocía a la persona que acudía a él y sabía si era confiable o no. El problema, dijo, es que esto no es escalable.

Así surge lo que se conoce como burocracia bancaria. Pedir referencias, información sobre ingresos. Saber más sobre el cliente aunque no se le conozca en persona. Información recabada y analizada por una organización, por un sistema. Luego llega una solución más sofisticada: el Buró de Crédito. “Pero todas estas soluciones vienen con un problema: la exclusión financiera.”

“Hay una enorme brecha de oportunidades en el mundo y, en concreto, en nuestro país. 73% de la población en México no tiene acceso a crédito. No tiene acceso a la principal herramienta que tenemos para aumentar la calidad de vida de la población.” Recordó que más de 80% de las familias mexicanas viven con menos de $16,000 pesos al mes.

Las razones por las que la gente se queda sin oportunidad de adquirir un crédito son diversas: malos antecedentes en el Buró de Crédito; trabajo informal, sin capacidad de probar ingresos; carencia de garantías o avales… “esto está excluyendo a la aplastante mayoría de nuestro país y de la humanidad.”

Una aparente solución al problema proviene, una vez más, de la tecnología. “Vivimos en un mundo en el que nuestros celulares saben a qué hora nos despertamos, con quién hablamos, en dónde estamos, cuánto tiempo hicimos a trabajar, qué buscamos en internet, qué compramos… bueno, Google tiene una foto de la parte de afuera de nuestras casas, enlazada a nuestra red WiFi, enlazada a los dispositivos mediante los cuales nos conectamos a internet…”. Los millones y millones de datos (llamados big data) que generamos al estar permanentemente conectados arrojan patrones de comportamiento que, según el experto, ayudan a calcular riesgos mucho más certeramente que los métodos antiguos.

“La realidad es que somos animales de patrones. No somos tan diferentes. Resulta que nuestros cerebros no funcionan tan distinto los unos de los otros. Y si jalamos suficiente información podemos, literalmente, predecir el futuro.”

Sacal apuntó que no hay mayor ventaja en el mundo que saber cómo van a actuar los otros antes de que lo hagan. “Estoy convencido de que esta capacidad va a sustituir al dinero como fuente de poder en el futuro.”

Según el exponente, la inteligencia artificial puede analizar cantidades gigantescas de información para encontrar patrones de conducta que le permitan predecir el comportamiento de cualquier persona. Eso, a la hora de decidir a quién otorgarle un crédito, es fundamental. Se trata de la inclusión financiera a partir del big data.

Usar la tecnología permitiría terminar con prácticas como el otorgamiento de microcréditos que funcionan “cobrando intereses predatorios” que no solo no contribuyen a mejorar la calidad de vida de la gente sino que fomentan su deterioro. Dijo que estos créditos funcionan con intereses altísimos para mitigar el efecto de los créditos no pagados por algunos contrayentes. Así pues, el big data y la inteligencia artificial pueden calcular mejor los riesgos para otorgar créditos a tasas de interés más bajas.

Pero la utopía no está completa. La misma tecnología que puede brindarnos acceso a los servicios financieros puede marginarnos de ellos sin que nadie sepa por qué. Sin que un rostro humano pueda intervenir para remediarlo. “El algoritmo siempre tiene un margen de error. ¿Qué sucede con las personas que quedan excluidas por este algoritmo?”.

Sacal especuló sobre la posibilidad de un mundo en el que una persona se vea restringida por los caprichos de un algoritmo, incapaz de vivir en cierto vecindario o de enviar a sus hijos a ciertas escuelas. “Ahí hay un dilema ético para nuestras industrias enorme, y es ahí donde nos tenemos que poner las pilas a pensar.”

El tema se torna aún más escabroso si se piensa en la capacidad de las aseguradoras de calcular la propensión de un individuo a sufrir alguna enfermedad. Este es un proceso que, según Sacal, se va a acelerar.

“Control sobre nuestros dispositivos y nuestra información, hoy, es invariablemente, control sobre nuestras mentes y voluntades en un futuro”, dijo hacia el cierre de su ponencia, que mantenía cautivo al público desde el comienzo.

Es así como nos enfrentamos a una disyuntiva compuesta por dos escenarios: la utopía y la distopía. Alinear intereses y no conciencias es la manera en que, según Sacal, podremos tomar las mejores decisiones como especie. Y cerró: “estamos muy cerca de ser dioses. Más vale que nos volvamos muy, muy buenos en ello.”


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