Enlace Judío México e Israel.- En Irak, en Asia Occidental, con una superficie de 435,052 km2 y una población de 34.5 millones, se enfrentaba, al final de noviembre de 2019, protestas iniciadas en Bagdad en octubre y que han provocado el cierre de escuelas, instituciones y cortes de numerosas carreteras.

LEÓN OPALÍN

Irak ocupa a nivel mundial el quinto lugar por sus reservas petroleras (143,000 millones de barriles de petróleo) no obstante, en el presente se encuentra sumido en la peor crisis social de su historia reciente. Con un PIB per cápita de solo 5,000 euros y de acuerdo al Índice de Desarrollo Humano de la ONU, instrumento que se utiliza para medir el progreso de la población, los iraquíes en el presente tienen mala calidad de vida; por lo demás, el Índice Internacional de Transparencia, ligado al análisis de corrupción, entre otros temas, señala que Irak está calificado en los peores puestos a nivel internacional: 168 de 180 países; aunque su economía depende del petróleo, diferentes representantes de grupos confesionales y regionales (tiene una pluralidad étnica) se han apropiado de los recursos petroleros para quedarse con ellos mismos o repartirlos entre sus adeptos, de aquí que los manifestantes, en su mayoría jóvenes, reclaman una reforma del sistema político y la renovación total de su clase dirigente, que consideran corruptos e incapaces y así, se abran nuevos horizontes para tener un empleo y salir de la agobiante pobreza en que viven.

El movimiento ha sido espontáneo y se ha caracterizado por violentas acciones, tanto de los que protestan y, en mayor proporción, de las fuerzas policiacas que han dejado desde el principio de octubre pasado hasta la fecha, más de 350 muertos  y miles de heridos. En el presente la presencia de la policía y los militares es especialmente fuerte en las inmediaciones del puente Yumhuri, ya que une Thar con la fortificada zona verde en la que se ubican edificios gubernamentales y embajadas; asimismo, continúan las restricciones a internet debido a que las protestas fueron convocadas por los ciudadanos a través de este medio.

Cabe destacar que previamente se registraron manifestaciones en junio de 2019 en Basora, 6,000 heridos, la segunda mayor ciudad de Irak con una población que sobrepasa los 4 millones de habitantes; es el principal puerto del país, situado en las cercanías del Golfo Pérsico y a 545 km al sur de la capital, Bagdad; Basora y la región circundante producen alrededor del 90.0% de la riqueza petrolera de Irak.

Ante la extrema violencia que se ha registrado, el presidente de Irak, Bartham Salih ha pedido a los participantes en las protestas que no lancen piedras, ni cohetes molotov y que no causen daños al mobiliario, mientras que insistió a las tropas en que las manifestaciones pacíficas son un “derecho constitucional”, “la reforma verdadera del cambio a la que se aspira en la administración del país debería hacerse por vías pacíficas”.

Tampoco caló lo suficiente hondo el discurso del primer ministro Adelmabdi, que prometió una remodelación inmediata de su gabinete y castigar a los grandes corruptos. La renuncia del gobierno ahora no es una alternativa constitucional, significará “la caída en el caos”, aseguró el primer ministro. Mientras decenas de manifestantes se reunían en la capital días antes, manifestó ante el alza de precios que el ejército castigará a los monopolistas, reafirmó la libertad de las acciones de las fuerzas de seguridad; en este sentido, al inicio de las revueltas los uniformados abrieron fuego contra civiles sin recibir órdenes de superiores de mayor rango.

Las protestas, que se iniciaron en Bagdad y se extendieron a otras zonas del país, denunciaban la falta de servicios públicos, falta de oportunidades de empleo y otros problemas, así como la extendida corrupción y la mala gestión de los recursos del país.

El sistema político imperante fue impuesto en el 2003. De acuerdo a la Comisión de Derechos Humanos en Irak, 27 edificios gubernamentales y sedes de partidos políticos han sufrido daños durante las manifestaciones. La violencia y destrucción se produce a pesar de los llamados de paz del jeque Abdelmahdi de Kerbala, representante de la máxima autoridad religiosa chií.

Asimismo, se registraron manifestaciones el 15 de julio del 2018 en el sur y en el centro de Irak. Se incendió la sede de Katal Hezbolá y Nafat, se saqueó el aeropuerto de la ciudad y se bloqueó la frontera con Kuwait y se ocuparon varios campos petroleros y el Ejército desplegó a sus efectivos del norte donde estaban atacando al Estado Islámico (EI), también llamó al Grupo Banderas Blancas al Sur para contrarrestar el aumento de los disturbios.

En general, las diferentes protestas que se han registrado en Irak en los últimos años, hubo oleadas de manifestantes cada vez de mayor tamaño; es de señalar la que se vivió en Basora en septiembre del 2018, al sur de Irak en el área donde se concentra la industria petrolera, entonces el detonador fue que miles de iraquíes enfermaron después de consumir agua contaminada.

Paralelamente a las recientes protestas en Irak se han registrado en su vecino Irán. Irán niega repetidamente que el país viva una crisis social. Tras reprimir con dureza las protestas por el alza de la gasolina, el régimen iraní de los ayatolas ha proclamado la victoria sobre una presunta conspiración enemiga, acusando a EUA, Israel y Arabia Saudita de la misma; el precio de las gasolinas solo ha sido la chispa. Los iraníes llevan décadas sufriendo la mala gestión de sus gobernantes y el despilfarro de sus recursos naturales.

En 1979 los iraníes apoyaron una revolución contra la monarquía, esperando una redistribución de la riqueza. Cuarenta años después, no se ha producido y además han perdido libertades bajo una dictadura militar parapetada tras las túnicas de la clase clerical, las sanciones reimpuestas por EUA, han exacerbado el frágil entorno de la economía ante la imposibilidad de exportar petróleo, su principal fuente de ingresos.

Las centenas de muertos y miles de heridos y detenidos en Irán solo son un adelanto de lo que está por venir; y si el pasado reciente sirve de guía, el ciclo de protestas populares es más corto. El Medio Oriente se ha calificado como un polvorín a punto de estallar, ahora vive un momento álgido en que se puede agravar el ambiente de la región.

 

 

 

 

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