Enlace Judío México e Israel − A pesar de todo el horror que presenciamos durante el Holocausto, existieron hombres y mujeres que no estaban dispuestos a rendirse ante lo inhumano, ante la sinrazón.

MÓNICA DANA MISSRIE PARA ENLACE JUDÍO

Tal es el caso de Marion Philippina Pritchard, mujer que dio un gran ejemplo de valor y coraje, e incluso, llegó a matar para salvar a una familia judía y hacer lo que creía en su corazón que era lo justo.

Marion nació en Ámsterdam en noviembre de 1920. Su padre Jacob era un reconocido juez liberal y su madre Grace se dedicaba al hogar; ella causó un gran impacto en su vida, ya que le enseñó desde pequeña la importancia de la comprensión, el respeto y a luchar contra la injusticia.

Durante la ocupación nazi, a sus 19 años, Marion se inscribió a la escuela de trabajo social en Ámsterdam. En aquella etapa fue detenida y acusada de formar parte de la resistencia holandesa. Ella ignoraba que muchos de sus amigos estudiantes con los cuales tenía relaciones cercanas eran partícipes, y por esta razón, tuvo que pasar casi siete meses en prisión. A pesar de esto, continuó realizando trabajos sociales.

Marion quedó indignada cuando fue testigo del maltrato de los soldados nazis hacia los judíos durante la ocupación alemana. Observó en una ocasión cómo los militares empujaban y maltrataban a los niños al subirlos a los camiones que los llevarían a la muerte. Veía a las mujeres tratando de detenerlos, y fue ahí cuando se dio cuenta que su labor más importante era ayudar a la gente.

A pesar de haber cumplido ya una sentencia en prisión, en 1942 se arriesgó ocultando a un niño judío de dos años al que pretendían trasladar a los campos de concentración. Sin importar el riesgo que esto implicaba, nunca dudó que hacía lo correcto.

Dedicó gran parte de su vida ayudando a muchos judíos a esconderse, a los cuales les llevaba ropa y comida de manera clandestina. En una ocasión, Marion puso su vida en peligro llevando a vivir a Fred Polak y sus 3 hijos de origen judío a las afueras de Ámsterdam, donde los niños salían a jugar haciéndose pasar por cristianos mientras su padre trabajaba.

Su convicción de ayudar a esta familia fue tal, que incluso cuando fue delatada por un vecino y entró un oficial holandés en su casa buscando a la familia judía, le disparó. Polak y sus hijos permanecieron junto a Marion hasta finalizar la guerra cuando pudieron reencontrarse con su madre. Se estima que esta gran mujer salvó al menos a unas 125 familias de la tragedia y la muerte.

Al finalizar la guerra se incorporó a la ONU con el fin de hallar el paradero de sus amigos judíos sobrevivientes. Visitó varios campos de refugiados y en uno de estos conoció a Tony, un teniente del ejército de los Estados Unidos con el cual después contrajo matrimonio y tuvo 3 hijos. Vivieron en Vermont, donde Marion trabajó en el Centro para los Estudios del Holocausto. Murió en diciembre de 2016 a sus 96 años.

Entre sus más grandes reconocimientos destaca el de Yad Vashem, la Medalla Wallenberg y la Medalla de Valor del Centro Simon Wiesenthal. Es, sin duda, un gran ejemplo de coraje y valentía.

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