Enlace Judío México e Israel- Los antisemitas sufren derrotas en el Reino Unido y los Estados Unidos.

CLIFFORD D. MAY

Si eres antisemita, has tenido una semana decepcionante
. En Gran Bretaña, el Partido Laborista sufrió su peor derrota en décadas. Que los votantes británicos estén ansiosos por llevarse bien con el Brexit fue la razón principal. Pero la elección también fue un rechazo estupendo a Jeremy Corbyn, el líder del partido que ha llamado sus “amigos” a miembros de Hamas y Hezbolá.

Aunque los judíos británicos pueden dar un suspiro de alivio, el Sr. Corbyn difícilmente es el único. Un informe preparado por el Movimiento Laborista Judío y enviado a la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos de Gran Bretaña detalla el antisemitismo “implacable” que ha provocado que muchos judíos abandonen el partido, y algunos consideren abandonar el país. (¿Jexit?)

Si resultas ser un anti-antisemita, deberías reconocer que esta fue una batalla en una guerra perenne. El odio al judío, una patología antigua y de forma cambiante, está en ascenso casi en todas partes, a menudo con resultados letales.

Orden Ejecutiva

El antisemitismo no puede ser curado, pero puede ser tratado. Lo cual nos trae al otro revés más reciente para esta forma de intolerancia: la orden ejecutiva (EO) del Presidente Trump dando a los judíos en los campus universitarios protecciones legales iguales a las extendidas a otras minorías que enfrentan discriminación.

¿Cómo llegó esto? En el 2016, los Senadores Tim Scott (R-SC) y Bob Casey (R-PA) presentaron una legislación basada en una opinión del 2010 del Departamento de Educación de la administración Obama que decía que si bien el Título VI de la Ley de Derechos Civiles de 1964 “no cubre la discriminación basada únicamente en la religión, a los grupos que enfrentan discriminación sobre la base de ascendencia compartida real o percibida o características étnicas no se les puede negar protección en virtud del Título VI bajo el fundamento que ellos también comparten una fe en común.”

Su legislación, la cual incluía una definición de antisemitismo adoptada por el Departamento de Estado en 2010, fue aprobada de forma unánime en el Senado, pero fue bloqueada en la Cámara por Bob Goodlatte (R-VA) entonces presidente del Comité de la Cámara sobre la Magistratura. Los demócratas de la Cámara se rehusaron a llevarla a votación. De hecho, ese mismo mes la Representante Ilhan Omar (D-MIN) patrocinó una resolución diseñada para alentar el activismo y boicots anti-israelíes. No fue aprobada.

El paso siguiente, favorecido por el asesor y yerno presidencial Jared Kushner, fue la redacción de una Orden Ejecutiva (OE) autorizando, en virtud del Título VI, la retención de fondos federales a instituciones educativas que fallen en contrarrestar el antisemitismo, en virtud de la definición del Departamento de Estado. Este enfoque ha sido apoyado por grupos tanto de derecha como de izquierda.

También hubo oposición, por ejemplo de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU en inglés). Faiz Shakir, ex director político nacional de la ACLU, es actualmente gerente de campaña de Bernie Sanders. En el 2000, el Sr. Shakir co-dirigió la Semana de Conocimiento del Islam en Harvard, la cual terminó con un recaudador de fondos para la Fundación Tierra Santa (HLF), un grupo más tarde condenado en la corte federal por proporcionar apoyo material a Hamás, una “organización terrorista extranjera designada.” Jamil Dakwar, director del Programa de Derechos Humanos de la ACLU, también tiene una historia de activismo anti-israelí.

El New York Times editorializó contra la Orden Ejecutiva. “Un intento cínico por cortejar el apoyo judío” (un titular más tarde suavizado a “La Orden Ejecutiva de Trump y el Aumento del Antisemitismo”) argumentó que la discriminación en los campus es innecesaria porque “el antisemitismo violento está siendo fomentado muy significativamente por los nacionalistas blancos y la extrema derecha”. De forma inconveniente, esto fue unas horas después que judíos fueron asesinados enfrente del río en New Jersey por lo que parecen haber sido nacionalistas negros.

Aunque los opositores a la Orden Ejecutiva acusan que amenaza a la libertad de expresión, la OE dice claramente que las agencias gubernamentales “no disminuirán o infringirán” la Primera Enmienda. Y cuando fue presentada la legislación sobre la que está basada esta OE, el ex Fiscal General del Estado, Paul Clement y la ex Consejera de la Casa Blanca, Kathy Ruemmler — representantes de las administraciones Bush y Obama, respectivamente — escribieron opiniones diciendo que no violaba la Primera Enmienda, ni otras cuestiones constitucionales.

El dilema de la identidad

La otra crítica elevada a la OE es que, en las palabras de una historia noticiosa del New York Times, ésta “interpreta efectivamente al judaísmo como una raza o nacionalidad, no sólo una religión.” Falso. La OE dice simplemente que “la discriminación contra los judíos puede dar lugar a una violación del Título VI cuando la discriminación está basada en la raza, color u origen nacional de un individuo.”

¿Acaso el Times está sugiriendo que el antisemitismo trata sólo del judaísmo, la religión del pueblo judío? Cuando los nazis estaban en ascenso en Europa, millones de judíos – laicos y observantes por igual — fueron enviados a campos de concentración y hornos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, cientos de miles de judíos – no todos religiosos – fueron forzados a abandonar tierras árabes.

La identidad es un enigma –uno que es improbable que resolvamos en un futuro cercano. Por ahora, basta decir que términos tales como pueblo, nación, tribu, etnia e incluso raza tienen significados fluidos.

Un ejemplo: En 1939, cuando Bernard Lewis se unió a las Fuerzas Armadas de Su Majestad, se le preguntó su raza. No supo qué decir — hasta que el sargento que presidía explicó que había sólo cuatro opciones: inglesa, escocesa, galesa o irlandesa.

Sesenta años más tarde, establecido como un gran historiador, el Profesor Lewis escribiría que en Estados Unidos, “todo ciudadano, además de su ciudadanía estadounidense, tiene otras identidades, definidas por la raza, por origen étnico o, a menudo, orígenes, y por su religión personal o ancestral.”

En cuestión ahora está lo que en los siglos pasados era llamado “la cuestión judía.” ¿El gobierno debe hacer la vista gorda ante la discriminación basada en esta identidad? ¿O los judíos, como otras minorías, merecen protección? La decisión del Presidente Trump, emparejada con la derrota de Jeremy Corbyn, suma a una semana alentadora – al menos si eres un anti-antisemita.

Clifford D. May es fundador y presidente de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) y columnista del Washington Times.

Fuente: The Washington Post. Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México