Enlace Judío México e Israel – El 8 de febrero, en la Sinagoga Histórica Justo Sierra, Vicky Fainsilber Zaga presentó su libro Ani Yodea. En el podio se encontraban el rabino Jaime Leizorek, de Aish Hatorá, Horacio Saavedra, la escritora Paloma Cung y Vicky Fainsilber Zaga.

 

Para comenzar el evento, la directora del recinto, Mónica Unikel-Fasja, recordó que ese día comenzaba la celebración de Tu Bishvat, fiesta que ensalza la relación del hombre con la naturaleza, y durante la cual se acostumbra consumir frutos y productos típicos de Israel, como el dátil, el higo, el trigo y la cebada.

El rabino Leizorek dijo que Ani Yodea es una obra inspirada en la canción “Ejad Ani Yodea”, compuesta por trece frases que “tocan estas verdades del judaísmo.” Ani Yodea, dijo, tiene la capacidad de inspirar a las nuevas generaciones para reconectarse con sus raíces judías, tomar la estafeta y mantener la antorcha encendida.

Ani Yodea ha sido un éxito sensacional porque además de hablar sobre la esencia del judaísmo, realmente abarca valores universales, relevantes para cualquier individuo”, dijo. “Uno representa el Creador del universo, y a su vez, uno también representa su corazón para amarnos; dos son las tablas de los diez mandamientos, las cuales han transmitido la moral y la ética, el valor y la dignidad humana, el respeto a los padres y demás.”

El rabino recordó que la autora “se pliega al mandato, tal como dice la oración del Shemá: ‘Y guardarás estas palabras que te ordeno ahora, en tu corazón, y se las enseñarás a tus hijos y les hablará de ellas’. Con su elección nos muestra que los judíos han cumplido con este mandato, puesto que después de treinta siglos,
seguimos repitiendo las mismas palabras de generación en generación.”

Por su parte, Cung recordó la importancia de la a canción “Ani Yodea”, “que enumera trece principios básicos del judaísmo” y que se canta cada año en Pesaj.  Se trata de la historia del Éxodo “que les cuentan los padres a los hijos. Se repite año tras año en todas las casas judías, en todos los continentes, las mismas palabras, las mismas melodías y las mismas historias.”

La escritora se preguntó qué se ha logrado con esta ritualización ininterrumpida. “Pues, está comprobado que esta repetición milenaria ha configurado el DNA de los judíos, a pesar de estar dispersos por el mundo entero, con diferentes idiomas y circunstancias, y ha modelado el modo judío de vivir y actuar. Los hábitos de estudio, de responsabilidad social y otros, sustentados en la leyes de la Torá y en la ética de los ancestros, han transformado la mente de los judíos de tal manera, que como dice el rabino Lord Jonathan Sackz: Hasta judíos que por varias generaciones han estado desconectados y alejados de la práctica, siguen actuando bajo la influencia de estos hábitos tradicionales.”

Sobre el libro Ani Yodea, Cung dijo que es como un recinto cultural, un remanso de paz adonde los amigos sin importar procedencia, género o credo pueden recrearse y deleitarse con conceptos que si bien vienen del judaísmo son universales. O al menos esa es la propuesta y la trinchera desde la que Vicky Fainsilber puntualizó este libro.”

En su turno, la autora también habló sobre Tu Bishvat, y dijo que esta fiesta “ofrece una oportunidad
única de entendimiento sobre la vida y el crecimiento personal.” Recordó que, a lo largo de los siglos, los
cabalistas han utilizado el árbol como una metáfora para entender la relación de Dios con el mundo espiritual y físico; es también un recordatorio de la existencia del Árbol de la vida y del Árbol del Conocimiento.

“Por mi parte, lo asocio con cómo el pueblo judío se asemeja a un árbol con raíces bien cimentadas, un tronco firme, hojas de diferentes tonalidades y frutos promisorios. Es también un recordatorio de la exaltación y veneración a la naturaleza.”

Vicky Fainsilber dijo que “es un privilegio transmitir este legado a través del libro Ani Yodea (Yo solo sé), así como compartir sueños que se convirtieron en pensamientos y estos, a su vez, en imágenes que transmiten emociones e ideas relacionadas con una canción arraigada en la memoria colectiva del pueblo judío.”

Para finalizar  el evento, el rabino Leizorek realizó con todos los presentes una bendición para comer uno de
los frutos que fueron obsequiados a todos los presentes.

 

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