Enlace Judío México e Israel – Hace tiempo que el régimen de los ayatolas está en franco deterioro. Son varias las razones por las cuales es muy probable que este régimen colapse, pero ahora se presenta una situación de máxima gravedad que nadie se había imaginado: el coronavirus.

El régimen iraní nació sentenciado a muerte. Desde que el ayatola Jomeini tomó el mando del país en 1979, sentó las bases para que la llamada Revolución Islámica fuera un proyecto político con fecha de caducidad.

Las razones principal fue que, como toda pretendida teocracia, incluso la economía fue conducida a partir de criterios religiosos establecidos por un colegio de clérigos, y no por especialistas que realmente supieran lo que había que hacer.

Como todos los gobiernos revolucionarios que han derrocado sistemas de línea capitalista, los ayatolas dispusieron de una buena cantidad de recursos confiscados al depuesto régimen del shá Pahlevi. Pero no fueron capaces de construir una economía autosustentable. Pese a ser una potencia petrolera, Irán poco a poco se fue acercando al desfiladero de la crisis económica, y esta se volvió inevitable cuando vinieron las grandes caídas en los precios del petróleo en la década anterior.

Hubo otro factor que puso a la economía iraní en riesgo: su exagerado gasto en proyectos imperialistas. En su obsesión por expandir su muy particular forma de religión, los ayatolas invirtieron una gran cantidad de dinero en comprar la lealtad primero de Hafez El-Assad, y luego de su hijo Bashar, presidentes de Siria. También financiaron la creación de Hezbolá, una guerrilla que con el paso del tiempo se convirtió en una estructura paralela al Estado libanés. En su afán por cercar a Israel, mucho dinero se destinó a apoyar a los diversos grupos guerrilleros palestinos. En los últimos años, además se financió la guerrilla hutí en el Yemen para tratar de desestabilizar a Arabia Saudita.

Otra fuente de egresos importantes fueron los proyectos terroristas auspiciados en todo el mundo, que incluyeron los atentados contra instituciones judías en Argentina en la década de los 90.

Eran épocas en las que Irán ganaba mucho dinero por el petróleo, pero también gastaba demasiado en proyectos que no habrían de redituar absolutamente nada.

En el entorno de la caída de los precios del petróleo, las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos aceleraron la crisis económica en la nación persa. El proyecto de sanciones funcionó a la perfección, y por eso ni Israel ni Estados Unidos se vieron en la necesidad de tratar de desmantelar el régimen de los ayatolas por medio de la vía militar. Salvo el breve período en el que Barack Obama —profundamente anti-israelí y descaradamente pro-iraní— alivió las sanciones, la combinación de factores ha provocado que la economía iraní siga en picada, y hoy por hoy el descontento social tiene en jaque a los ayatolas.

Como si todo lo anterior no fuera suficiente, la epidemia del coronavirus, iniciada en China, ha encontrado en Irán el país menos preparado del mundo para enfrentar esta crisis. Sólo China tiene más víctimas mortales por esta nueva cepa de virus.

Según los datos oficiales de hoy miércoles, habían muerto 26 personas. Pero videos filtrados por la activista Masih Alinejad nos pintan una realidad más compleja. En uno de ellos, un enfermero cuenta cómo vio, en una sola noche, morir a ocho personas. Así que cabe la posibilidad de que la situación sea más crítica y el gobierno esté tratando de ocultar la información.

Y es que hay un problema: en Irán todo se decide por los criterios teológicos de los ayatolas. Y si eso es una pésima idea en economía, ante una contingencia sanitaria crítica, el asunto es peor.

En el colmo de realmente no saber cómo se atienden estos casos, el viceministro de Salud, Iraj Haririch, apareció en eventos públicos, acompañando a gente del gobierno, con evidentes síntomas de la enfermedad e incluso admitiendo que se había contagiado.

Es decir: fue a hacer acto de presencia y a convertirse en un genuino foco de infección. Si la gente del gabinete se infecta, es probable que muchos de ellos mueran. La mayoría son adultos mayores, que por un deterioro natural del sistema inmunológico están más propensos a no soportar la enfermedad. Y si esto pasa, la crisis en Irán va a tomar una nueva dimensión.

Acaso lo más sorprendente es el nivel de imprudencia e insensatez con la que este asunto se ha manejado allí, demostrando que su teocracia todavía vive en el medioevo y está integrada por un liderazgo que no se da cuenta de qué es lo que sucede en el mundo real.

Imagínense que el régimen iraní colapsara por esto. Sería el primer sistema político que se derrumba, literalmente, por las reglas más elementales de la selección natural. Así, tal cual lo explicó Darwin.

¿Cuánto tiempo más puede mantenerse un sistema político y religioso que está haciendo todo mal?

A mi juicio, no mucho. Pero lo interesante es que si caen los ayatolas, detrás de ellos se derrumba todo el bloque que está provocando los principales problemas en Medio Oriente.

Es curioso: durante décadas, Israel y Estados Unidos han tenido que lidiar con un enemigo muy incómodo. Lo han controlado, y lo están derrotando, pero no por ello dejaba de ser incómodo. Repentinamente, es una crisis sanitaria lo que lo viene a poner entre la espada y la pared.

Y es que no es necesario que los ayatolas mueran de neumonía para que se logre un cambio en Irán.

Si la situación se sale de control, será la propia sociedad iraní la que probablemente diga “basta”. Hace mucho que el descontento crece y esto no va a ayudar.

 


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