Enlace Judío México e Israel – Desde que empecé a tener contacto con el judaísmo en mi juventud y adolescencia, Purim siempre ha sido mi fiesta favorita. Fue a partir de ella que empecé a celebrar Shabat, que pude encontrar lo que buscaba en el judaísmo y que conocí la cara más bella de D-os, el mundo del cuál me enamoré.

Disfrazarse, beber, usar el cuerpo para santificar el nombre de D-os y llegar a la aceptación de uno mismo siempre fueron posturas que me encantaron desde la la primera vez que lo celebré. Nunca tuve problemas con su carácter misterioso, lúdico y salvaje; ni mucho menos con la fascinación por el misterio y el ocultamiento divino que produce. Siempre supe que Purim era la festividad de la diáspora y que a su vez la diáspora es el mundo en el que vivo; una festividad que me enseñaba a ver a D-os en él, era lo que yo más necesitaba en ese momento y hasta la fecha lo es. Sin embargo, con el tiempo fui perdiendo la alegría y la ilusión que me producían esos primeros encuentros. Al punto tal que he llegado a preguntarme ¿por qué seguirla celebrando? ¿Cómo puedo celebrar el ocultamiento divino, el misterio y el cambio si lo que busco es claridad y revelación? Cómo encontrar la alegría nuevamente en una festividad como ésta, si me siento triste y lo que busco es certeza. La respuesta no es para nada sencilla, sin embargo encontré pautas de ella en algunos aspectos de la festividad que no había visto antes. Me gustaría analizarlos con ustedes la idea que me lleva a ellos es la idea de sorpresa y el acercamiento a D-os que genera esa sensación.

La importancia de la sorpresa y el misterio

La capacidad de sorprenderse y maravillarse frente a las manifestaciones o muestras de la divinidad es una de las cualidades más importantes para el judaísmo. La sorpresa en sí misma es reconocer la grandeza de la cosa que te produce esa sensación. Si cuando uno estudia Torá no es capaz de maravillarse frente a lo que estudia, ni de entender la profundidad de la materia entonces se considera que no está estudiando realmente; porque no está involucrando sus emociones, ni su persona en el estudio. Lo mismo sucede con D-os; si uno no es capaz de maravillarse frente a Su grandeza o frente a la belleza del mundo creado, no está siendo capaz de relacionarse con Él ni de percibir, ni agradecer los regalos que le han sido dados. Una vida sin sorpresa es la vida de un zombi, no hay una persona que en el mundo que no haya admirado o disfrutado la belleza de algo; no importa si es un atardecer, una ecuación matemática, un animal, un libro o la acción de otro ser humano siempre hay un elemento de sorpresa y maravilla en nuestra vida. Hay que aprender a verlo y fortalecer ese sentimiento, porque es la génesis de la conexión con la trascendencia.

Todo Purim gira entorno al milagro de la sorpresa y el misterio. Ninguno de los eventos fortuitos de la trama entre Ester y Mordejai eran esperados. Todos parecen ser parte de una gran tragedia hasta que la suerte empieza a cambiar y entendemos como cada uno de ellos lleva a la salvación del pueblo judío. El milagro es más grandioso porque es sorprendente e inesperado, en el caso específico de Purim celebramos la parte oculta del milagro; el actuar de D-os a través de la naturaleza. El hecho de que siempre esté ahí aunque no lo veamos; más aún podemos ser nosotros quienes a través de compartir nuestra sorpresa ayudamos a revelarlo.

También podemos utilizar esta filosofía para curar la angustia y el temor a la incertidumbre, podemos aprender a ver el misterio como bueno, en todas sus caras, incluso las que menos nos gustan; aprender que la incertidumbre es la base de la sorpresa, de la esperanza y podemos buscarla incluso en los momentos más duros.

El cambio, la búsqueda de la identidad y la voluntad para vivir

Otro gran aprendizaje que obtuve en las preparaciones de este Purim también relacionado con la sorpresa y el misterio es la importancia de valorar el cambio. El cambio es la base del crecimiento, sin él seríamos estáticos.

En la historia de Purim todo cambia, la suerte, la situación política, los nombres, las identidades y el favor del rey. Los cambios parecieran ser todos impulsados por la suerte o el capricho de un hombre poderoso. Hamán consulta la suerte para decidir el día que buscará el aniquilamiento de los judíos; la suerte hace que Mordejai escuche el plan frustrado de los enemigos del rey. Sin embargo, hay un momento en que la suerte deja de ser el motor y la acciones de los hombres se vuelven evidentes.

Cuando Mordejai le comunica a Ester el decreto de aniquilamiento y ella decide acercarse al rey sacrificando su vida los eventos empiezan a cambiar con mayor rapidez y la suerte deja de ser un factor determinante, que es ocupado por la espiritualidad. Son los ayunos, las plegarias y las acciones de Ester quienes generan un cambio en los eventos.

En la concepción judía son D-os y el hombre quienes dirigen la historia; la suerte como tal no existe, es manejada por D-os. La historia de Purim nos trae dos grandes aprendizajes, el primero es que uno debe involucrarse con la realidad para poder cambiarla, es unicamente a través de la voluntad que uno puede tener injerencia en la Creación y en el mundo que nos rodea. Al mismo tiempo, esto sucede de las manos de D-os, cuando no creemos que los sucesos tengan orden, ni dirección, no podemos hacernos responsables de ellos y por lo tanto no podremos influir en ellos; sólo con D-os es que el hombre puede ser motor de la historia, el no poder verlo hace que pierda ese cualidad y queda a expensas de la suerte. Peor aún al perderlo de vista deja de conocer su lugar en el mundo y por lo tanto no puede hacerse de una identidad clara, carece de motivo y de rol.

También aprendemos de la historia que es la adversidad la que nos empuja a hacernos responsables, a definir el rol que queremos cumplir en este mundo. Ester y Mordejai esconden su verdadera identidad como judíos hasta que ya no les es posible hacerlo. En algún punto de la historia tienen que revelar su verdadero origen y hacerse responsables de él; salvar a su pueblo.

A través de los disfraces y el alcohol, la fiesta de Purim nos ayuda a descubrirnos, saber realmente quiénes somos cuando no tenemos los frenos sociales que nos rodean en el día a día, ni las inseguridades. Eso por necesidad nos impulsa a cambiar, nos atrevemos a hacer cosas que nunca nos atrevíamos antes, tanto buenas como malas, uno decide cuál quiere que sea.

En respuesta a la pregunta central, D-os se oculta para que el hombre lo busque ¿Por qué tiene que ser así? Porque es la única forma en que realmente llegamos a conocernos, en que realmente forjamos una identidad y nos hacemos responsables.

La plegaria

Algo que también es muy característico de esta festividad es la centralidad que le da al rezo y a la plegaria. La forma en que sabemos que Purim habla de una lucha espiritual en vez de una historia azarosa es a través de los ayunos y los rezos que Ester y Mordejai dirigen. Se dice que todo aquel que pide de forma correcta en este día recibe lo que pidió, que es uno de los mejores días del año para rezar.

Curiosamente la naturaleza del rezo proyecta la misma esencia que la festividad. El rezo obliga a la persona a aceptar la incertidumbre y buscar la sorpresa. Uno no sabe si D-os le otorgará lo que pidió, eso hace que uno pueda ver lo que recibe como un regalo y sea más abierto a aceptar el mundo que lo rodea, los cambios que D-os hace en él. Del ocultamiento divino también nace la plegaria.

El amor

Sólo hasta que uno pierde la conciencia racional y las ataduras sociales puede saber si realmente quiere cumplir con las mitzvot (mandatos) que el judaísmo plantea. Purim te empuja a aceptar la Torá no desde la obligación, sino desde el amor. Los midrashim cuentan que el pueblo judío volvió a hacer un pacto tan grande con D-os como fue el del Sinaí durante Purim, porque ahora la existencia del mismo no era evidente, la revelación de D-os no era abierta. Lo aceptaron por amor El ocultamiento divino, el desconocimiento de los resultados, también abre camino a que otro tipo de amor surja.