RABINO MOSHE PITCHON

El judaísmo se define a sí mismo a través de una colección de veinticuatro libros escritos a lo largo de cientos de años. El Tanaj, como se llama esta colección, expresa las experiencias, a través del tiempo, del pueblo de Israel. Sus encuentros y su separación de Dios. Las ideas, valores, incluso los errores de sus líderes, están encapsulados en las historias, metáforas y leyes del Tanaj.

No ha de sorprender, por lo tanto, que las discusiones sobre qué libros deben ser considerados representantes del espíritu judío descarten la posibilidad de que el Tanaj pueda hablar con una sola voz. La confrontación, entonces como hoy, era entre aquellos que literalmente vivían en un universo alternativo y aquellos que se esforzaban por barajar los ideales y compromisos morales del mundo real.

La controversia −particularmente compleja en torno a unos pocos libros (Ezequiel, Proverbios, Cantar de los Cantares y Eclesiastés)− alcanzo a un punto álgido con la Meguilat Esther, el último libro que llegó a integrar el Tanaj.

Era de esperar: llevado a su valor nominal todo lo que sucede en Esther niega lo que se enseña en los libros anteriores. La Meguilá asombra por su silencio acerca de Dios y su ausencia en los eventos. La violación de las prácticas religiosas judías es anonadante, en particular cuando se considera que libros tales como Judith y Tobit donde los principales protagonistas son mucho más piadosos que Esther no fueron incluidos en el canon judío.

La intención del Tanaj es revelar algo sobre Dios, su pueblo y su propósito para con ellos y el mundo. Lo hace principalmente inspirando pensamientos, fomentando el estudio y provocando la discusión.

La particularidad de la Meguilat Ester consiste en describir el orden de los acontecimientos y no simples coincidencias, sin embargo, no los explica. El lector debe proporcionar la explicación. Absteniéndose de cualquier referencia a Dios, insinúa que hay una providencia divina que trabaja entre bastidores y al mismo tiempo acentúa el papel de la responsabilidad humana en la conformación de la historia.

Lo que hace que el libro sea una lectura tan cautivadora es la forma en que crea cuidadosamente y mantiene la incertidumbre. Al exigir la responsabilidad y la iniciativa humana, y mencionar las prácticas religiosas, evitando situarlas en un contexto religioso, la Meguilá está requiriendo una lectura seria y meditativa.

El Libro de Esther representa una significativa maduración del juicio político y teológico y aquellos que cada año, durante la festividad de Purim, leen el último capítulo, por así decirlo, el último libro que entró en el Tanaj, son parte de esa comunidad que se extiende a través de los siglos y alrededor del mundo: los judíos.

 


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