Enlace Judío México e Israel – Hace exactamente 5 semanas sacamos la primera nota sobre la entonces posible pandemia de coronavirus. En ese momento quizás solo los matemáticos hubieran podido predecir lo que estamos viviendo el día de hoy. Lo que es una realidad, es que la mejor arma para prevenir la infección de esta diminuta partícula viral es el simple y cotidiano jabón. Es este un momento en que la ciencia, por encima de la economía y la política, debe ser quien dicte el quehacer de los terrícolas.

Estrategia: Primero, conocer al enemigo

El coronavirus es una diminuta partícula hecha de una capa de proteínas y grasas llamados lípidos en su superficie. Recordando un poco de química básica y otro tanto de la experiencia de toda cocinera, sabremos que el aceite y el agua no se mezclan, son líquidos no miscibles. Esto hace que el virus, cuya superficie es principalmente “grasa”, se mantenga íntegro en una gota de saliva.

Como decía el famoso anuncio de un detergente bastante conocido, es de dominio público que el jabón “arrasa con la grasa”. Y es que la molécula saponificada de jabón contiene una región compatible con los lípidos y otra región que se solubiliza en agua. Si imaginamos al jabón como si fuera un trapecista, podríamos pensar que en una mano tiene a las grasas y en la otra al agua: el jabón es una molécula capaz de unir lo que en otras circunstancias no se lleva bien.

Misión: Segundo, conocer su plan de ataque

El coronavirus, gracias a los lípidos y proteínas que tiene en su superficie, tiene la capacidad de adherirse levemente a superficies rugosas y porosas, por lo que textiles y maderas son ideales para albergarlo. Sin embargo, el lugar ideal para que el virus se pegue, con gran facilidad, es nuestra piel. Si alguien, portador del coronavirus nos estornuda estando a aproximadamente 2 metros de distancia o bien tocamos un objeto de material poroso con partículas virales, lo más seguro es que traigamos impregnado en la ropa o en la piel algunos coronavirus. Como contraste, el coronavirus se pega menos a superficies más lisas como el teflón, la porcelana y el acero.

En esta etapa el virus sigue en el exterior, no ha logrado infectarnos, aún esta fuera de nosotros, por lo que tenemos aún control sobre su ingreso a nuestro sistema.

Defensa: Bloqueo

Lo que sí sabemos es que continuamente nos tocamos la cara. Es algo que hacemos inconscientemente durante el día. Al hacer esto estamos acercando, sin querer, al virus a las mucosas y sus vías de entrada predilectas. Es por esto que todas las autoridades de salud recomiendan precisamente no tocarnos la cara.

Las características lipídicas y proteicas de la superficie esférica del virus aunado a la propiedad “casamentera” del jabón hace tan importante lavarse las manos. Debido a que el virus se adhiere particularmente bien a la piel, hay que lavarnos por varios segundos. Hacerlo a conciencia. El jabón lo que hace es romper los ligeros enlaces que mantiene la integridad de la cápsula viral. Deshace la unión entre los lípidos, rompiendo al virus por completo. Cuando el jabón deshace la superficie del virus éste se desintegra. Es importante resaltar que el virus no esta vivo, es una nano-partícula de macromoléculas químicas, muy bien estructuradas, que cuando se inactiva deja salir su material genético, ARN, y se vuelve no-funcional.

Cabe mencionar, que otros jabones como lavatrastes, detergentes, etc, también podrían funcionar, las propiedades surfactantes son equivalentes… sin embargo estos no están diseñados para nuestra piel, pueden lastimarnos. Pero a falta de jabón de barra, pues cualquier jabón cumple la función.

Combate: El alcohol

Cuando no estamos cerca del agua y el jabón es excelente opción usar alcohol desinfectante. Ni tequila, ni mezcal. Debe ser alcohol con una concentración mayor de 60 por ciento para que sea efectivo, pero no alcohol al 100 por ciento por que requiere un poco de agua para funcionar mejor. Al ser un solvente, el alcohol disuelve el lípido y hace permeable la cápsula viral. Es importante recalcar que la barra de jabón es mucho más efectiva que el gel antibacterial, sin embargo, cuando andamos en la calle el alcohol es mejor que nada.

Las autoridades de salud han hecho pública la forma en que se debe de lavar las manos con jabón y la forma en que debemos frotar las manos con gel antibacterial. Vale la pena observar las infografías públicas y compartirlas con los niños. Es la única forma, simple y sencilla, de prevenir eliminar el COVID-19 de nuestra piel.

Campo de batalla: Ser ciudadanos responsables

Ante la desmedida diseminación de incertidumbre, las medidas drásticas de contención y la prueba colectiva a la que estamos sujetos, es fundamental que entendamos qué esta y qué no esta en nuestro control.

Por lo pronto, podemos aislarnos, tratar de no acudir a lugares públicos ni aglomeraciones, no estar cerca de personas posiblemente enfermas y mantenernos conscientes de nuestro estado de salud. Especialmente cuidar a la gente mayor y pacientes con enfermedades crónicas. Finalmente se resume en una decisión individual: lavarnos las manos con agua y con jabón, a conciencia. Tal cual Pin Pon el Muñeco.

La epidemia, ahora pandemia, esta poniendo a prueba la conciencia colectiva de la sociedad. La responsabilidad que tenemos ante el prójimo. El virus no conoce fronteras ni gentilicios, nos ha mostrado la vulnerabilidad que todos tenemos como seres humanos, sin hacer distinciones de ninguna índole. Frente al COVID-19 la extraordinaria noticia es que la mejor protección es una barra de jabón. Quizás la prueba a la que la humanidad esta sometida nos recuerda cómo lo más sencillo se remite a lo más simple: agua y jabón.

 


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