Enlace Judío México e Israel – La expansión de la humanidad hacia territorios silvestres ha propiciado que nuevos virus de origen animal nos infecten. La globalización ha hecho que se propaguen. En esta conversación exclusiva con Carol Perelman, el virólogo y Premio Nacional de Ciencias Carlos Arias nos habla del covid-19, de qué podemos esperar de la pandemia y de qué otros peligros invisibles acechan a la civilización.

 

Importantes instituciones filantrópicas, centros académicos y activistas han alertado durante décadas sobre la inminente posibilidad de que un nuevo virus provoque una gran pandemia. Además del coronavirus que mantiene a buena parte de la población mundial aislada socialmente y, en muchos casos, en cuarentena, otros virus, como las influenzas de origen aviar, son una amenaza constante.

Para entender más sobre el origen, evolución y comportamiento de estos virus, buscamos al doctor Carlos Arias, Premio Nacional de Ciencias e investigador principal del Instituto de Biotecnología de la UNAM, quien junto con su esposa, la prestigiosa viróloga Susana López Charretón, trabaja desde su laboratorio para combatir este y otros virus que amenazan nuestras supervivencia.

“Hay una gran cantidad de diferentes cepas o de tipos, digamos, de influenza, que están muy bien caracterizados, que están presentes en diferentes poblaciones animales y también en los humanos, entonces, es fácil que se generen nuevas versiones de estos virus, para los cuales, cuando entran a la población humana, no haya una respuesta inmune protectora”, dice Arias y pone como ejemplo la gran epidemia de influenza que mató a un número cercano a las 100 millones de personas entre 1918 y 1919.

“Teníamos la amenaza que se ha ido consolidando en términos de la emergencia de virus aviares, como el H5N1, el H7N3 y varios más que han estado apareciendo en diferentes países, principalmente en China, con cierta frecuencia. Afortunadamente, esas infecciones han sido transmitidas de las aves a las personas que están cercanas a ellas pero después la transmisión humano a humano no se ha dado con la eficiencia que tenemos ahora”, con el covid-19.

Pero la gran pandemia que desde hace tiempo se esperaba… se sigue esperando. El coronavirus, que tomó por sorpresa al mundo entero, no es una influenza y su emergencia no implica de ninguna manera que no pueda llegar una nueva pandemia en cualquier momento.

“Puede ser esa y pueden ser muchas otras. Y la razón de esto es que cada vez estamos más cercanos a nichos que antes no ocupábamos, estamos más cerca de animales silvestres con los cuales antes no teníamos mucho contacto.”

 

Cómo pasa un virus de un animal a un humano

“Los virus han estado en contacto con la humanidad desde que podemos tener registro de ella. Un ejemplo muy claro es el sarampión” que pasó en el Medio Oriente de vacas a humanos, y de ahí se adaptó a reproducirse en humanos, nos cuenta el doctor Arias, quien junto con su esposa obtuvo el Premio Carlos J. Finlay de Microbiología de la UNESCO en 2001.

“Uno de los primos hermanos del sarampión es el virus de la peste bovina. Este es un virus que se erradicó, ya no existe en los animales, pero el sarampión lo tenemos con nosotros todavía.”

El experto asegura que las infecciones virales de animales a humanos son muy frecuentes pero en la gran mayoría de los casos, los virus no tienen la eficiencia necesaria para replicarse a tal grado que representen una amenaza, por lo que la mayoría de la gente ni siquiera se entra de que estuvo infectada. Sin embargo, de vez en cuando ocurre que un virus logra replicarse eficientemente. El siguiente paso, asegura, es que el virus “tenga la capacidad de transmitirse de persona a persona eficientemente.”

La creciente cercanía de los humanos con las especies silvestres, dice el experto, ha hecho que las infecciones de virus que normalmente atacan a otras especies nos infecten más seguido. Al respecto, la visión de Arias no es muy tranquilizante: “Tenemos que estar conscientes: esto va a seguir ocurriendo y cada vez con mayor frecuencia.”

 

Un enemigo desconocido

Un tema frecuente en las conversaciones pública y privadas que tienen al covid-19 como tema casi único por estos días tiene que ver con la supuestamente desmedida importancia que se le ha otorgado. Si otras enfermedades infecciosas matan a millones cada año, ¿que hace al covid-19 una amenaza tan seria?

“Es un virus que no conocemos. Ese es el punto de entrada. Estamos empezando a ver cómo se comporta, cómo se distribuye en diferentes poblaciones, en diferentes países, con cierto nivel de contagiosidad, de mortalidad, pero no sabemos cómo se va a comportar en el futuro, no sabemos… estamos haciendo extrapolaciones a priori de dos meses de contacto con el virus, no sabemos qué va a pasar en un año.”

El experto pina que no será antes de uno o dos años que podamos evaluar su relevancia y su impacto en relación a otros patógenos. Hoy, dijo, no se puede hacer comparaciones entre esta y otras enfermedades, y añadió que, mientras que para combatir la influenza se cuenta con vacunas y tratamientos específicos, contra el coronavirus no los tenemos, por eso preocupa especialmente a la comunidad científica.

 

La mutación del enemigo

“No hay ninguna evidencia que los cambios del virus, que están sucediendo, ciertamente, hayan afectado hasta ahora su capacidad de transmisión o su virulencia, su capacidad de generar infecciones más severas”, dice Arias respecto a las frecuentes noticias que circulan por el mundo y que afirman que se han observado diversas mutaciones en el covid-19 desde su aparición en China hasta su llegada a México, Estados Unidos y otros países del mundo.

Arias utiliza la analogía como recurso para explicar el comportamiento de las mutaciones en los virus. Para el investigador de la UNAM, podemos pensar en el virus como una fábula compuesta por 30 mil letras (nucleótidos), que forman su material genético. “Y lo que tenemos ahora (es que) en cada país se va ‘editando’ una nueva versión de esta fábula.

Y resulta que en cada país tiene tres o cuatro cambios de letras, de los 30 mil. En total, en el mundo, a lo mejor el virus que más se ha distanciado del original tiene 10 cambios de letras, de las 30 mil. Entonces, el cambio ha sido menor. Y esos cambios ocurren a lo largo de todo el ‘texto’, no están concentrados en uno solo. Entonces, la velocidad de cambio de este virus, lo que se espera es que tenga es quizá, alrededor de 30 cambios cada año, en función de lo que se conoce de su tasa de evolución. Entonces, es una tasa de evolución que es dos a cuatro veces menor que la de la influenza.”

Además, no todas las mutaciones implican una mayor virulencia o mortalidad.  “La mayor parte de los cambios que se dan conducen a problemas para el virus mismo, esto es, reducen su capacidad de multiplicarse, de contagiar. Son menos hábiles, o están menos adecuados, preparados para reproducirse dentro de las células.”

Retomando la alegoría de la fábula, los cambios que ha sufrido el virus actual no han ocurrido en la parte relevante de la historia, es decir, en la moraleja. “No quiere decir que no se den, y debemos estar atentos a ellos pero, hasta ahora, no ha ocurrido.”

Por eso, pese a las mutaciones subsecuentes del virus, la pertinencia de desarrollar una vacuna es innegable. “Las probabilidades de que los cambios genéticos que sufra el virus se generen en sitios críticos no son muy altas. Entonces, sí esperamos que las vacunas, a pesar de los cambios que se están dando, funcionen durante cierto tiempo. Ante la presión inmune que se va a dar cuando empecemos a ser vacunados y tener nuestras defensas, anticuerpos ante el virus, es posible que el virus comience a cambiar en esas zonas, pero por el momento yo creo que sí estamos en buena posición para poder desarrollar vacunas que sean efectivas por lo menos en par de años, tres años.”

 

¿Será el verano un aliado de Occidente?

“Si en general los virus respiratorios muestran una tendencia a ser más frecuentes en condiciones de menor temperatura y más secas, menor humedad, sin embargo, yo insistiría en que este es un virus nuevo. Sí esperaría que disminuyera la frecuencia de contagio, probablemente, pero la verdad es que esta disminución, por lo menos en esta primera oleada, no va a ayudarnos realmente a evitar la distribución mundial”, asegura Arias.

Pone como ejemplo Ecuador, que pese a conservar un clima cálido durante todo el año ha enfrentado graves problemas por la propagación de la epidemia de covid-19. “Lo mismo sucede en Indonesia. Un ejemplo interesante es Singapur, que tuvo una dispersión importante al inicio, en enero, febrero, con temperaturas de 34, 35 grados máximas, se controló y ahora es uno de los países que tiene menos problemas, pero porque reaccionaron y tuvieron un control y un seguimiento de los casos y de los contactos realmente excepcional.”

Por eso, el científico pronostica que, si bien el número de contagios puede disminuir en los meses de calor, “no creo que ese simple cambio vaya a hacer que de repente el virus se pare y entonces los países que estamos con temperaturas altas ya no tengamos que preocuparnos. Creo que eso no va a pasar.”

 

La segunda ola

“En realidad, en esta primera pasada que nos está dando el virus en todo el mundo, lo que han dicho los epidemiólogos es que podemos infectarnos, quizá, el 50, 60, 70% de la población. Y después… el virus se va a quedar con nosotros. De eso no hay duda.”

Con esas palabras deja en claro Arias que muy probablemente estemos viviendo apenas el inicio de una larga batalla contra el enemigo invisible. “De hecho, algunos modelos matemáticos sugieren que puede haber un pico más fuerte a finales de este año, en la época invernal —hablando del hemisferio Norte—; en el invierno 2020/2021 puede haber un pico mayor todavía, porque ya está distribuido el virus por todos lados y entonces también, si la temperatura y las condiciones de humedad son importantes, van a favorecer que esto se dé. Esto lo vimos con la influenza hace diez años. Hubo dos olas y la segunda fue más fuerte que la primera.”

El siguiente dato parece extraído de una película apocalíptica, pero tiene sus aspectos positivos:

“Entonces, a la larga de tres, cuatro, cinco años todos, el 100% de la gente vamos a estar infectados. Lo que es importante son dos cosas, digamos. La primera es que nos infectemos no todos al mismo tiempo, para que haya la posibilidad de ser más manejable el número de enfermos para el sistema de salud de los diferentes países. Y segundo, mejor que no nos infectemos (hasta dentro de) dos o tres años, cuando ya haya vacunas y medicamentos específicos.”

 

Una vida en el laboratorio

La trayectoria del doctor Arias y su esposa, la doctora Susana López, es tan sólida como encomiable. El grupo de investigación que dirigen ha trabajado “desde hace 35 años en virus gastrointestinales; particularmente, rotavirus y astrovirus, y (estudia) aspectos fundamentales de estos virus. Esto es, tratando de entenderlos al detalle más fino que sea posible, con la premisa de que todo ese conocimiento pueda ser utilizado eventualmente para el desarrollo de medidas de protección o de tratamiento.”

Cómo un virus puede unirse a una célula, penetrarla, replicarse en su interior y liberar las “copias” para que infecten nuevas células es parte fundamental del campo de estudio de la pareja, que actualmente colabora con el Instituto Nacional de Referencia y Diagnóstico Epidemiológicos (INDRE) para enseñar a otros académicos a diagnosticar el covid-19 con un alto índice de fiabilidad.

Aunque el campo específico de su interés como investigadores han sido los rotavirus gastrointestinales y los astrovirus, la pareja se ha enfrentado a enemigos letales cada que estos aparecen para amenazar a la humanidad: influenza, zika, chikungunya, Ébola…

“En esta ocasión, nuestra contribución está siendo principalmente en el diagnóstico del virus (…); hemos estado, por un lado, involucrados en capacitar a personal, a investigadores académicos de cuando menos 20 diferentes universidades, centros de investigación a lo largo de todo el país, y también estamos en proceso de ayudar a la Secretaría de Salud local, en el diagnóstico de la presencia del virus en pacientes, en este caso, del estado de Morelos.”

 

Las famosas pruebas

Uno de los temas de mayor polémica respecto al manejo que distintos gobiernos han hecho de la epidemia de covid-19 es el referente a las pruebas diagnósticas. ¿Se aplican tantas como se debe? ¿Son fiables las pruebas rápidas? Al respecto, el doctor Arias responde:

“Muchos de esos kits rápidos, lo que detectan es la respuesta inmune. El ensayo que estamos utilizando, recomendado por la OMS y que montó el INDRE y nosotros estamos siguiendo es un método molecular yo diría que sofisticado, no barato, que detecta el material genético del virus y que tiene una muy alta sensibilidad, es muy confiable.”

Aclara que “los métodos rápidos que están promoviendo ahora son métodos que no detectan al virus. Lo que detectan es la respuesta inmune de la persona, esto es, en particular, los anticuerpos que se generan contra el virus. Entonces esto, para diagnosticar la infección, en principio, no es muy confiable, porque la respuesta inmune se da… con varios días, y normalmente, una respuesta inmune más sólida, robusta, pues toma cuando menos dos, tres semanas. Entonces, para ese tiempo, el virus ya no está presente.”

Esto hace que, si la prueba se aplica a alguien que lleva cinco o seis días infectado, la probabilidad de detectar la infección sea muy baja. Arias dice que quizá sirvan para realizar un tamizaje para saber cómo se va infectando la población pero “están lejos de ser un método de diagnóstico.”

Así pues, ni las medidas de contención, de aislamiento, de distanciamiento social, ni el cierre de las fronteras… nada puede detener al covid-19. Nuestra única oportunidad para erradicarla son las vacunas.

“Los movimientos antivacunas lo único que hacen es apoyar a hacer hoyos en la inmunidad general que empezamos a generar a nivel poblacional en el mundo, y permitir que se den todos estos brotes, como el que estamos empezando a ver del sarampión.”

 

Los jóvenes y el Covid-19

Susana López Charretón, presente durante la entrevista, envía un mensaje a los jóvenes, aparentemente despreocupados por no ser la principal población de riesgo por el covid-19.

“Una de las cosas que decimos mucho es que los jóvenes tiene que ser muy responsables, no por ellos (…), todos tienen papás, todos tienen abuelos, y llevar la infección a tu casa es un acto total de irresponsabilidad.”

La investigadora afirma que, aunque nuevos hallazgos se producen conforme la enfermedad avanza por el mundo, sigue pareciendo una opinión generalizada entre la comunidad científica que la población de más alto riesgo son los adultos mayores.

La pareja aporta algunos datos interesantes, como que el virus infecta principalmente a los jóvenes (los más expuestos a la vida social) mientras que los niños parecen casi inmunes a él.

 

Volveremos a la normalidad

“Dentro de cinco años, digamos, este virus va a estar aquí pero gran parte de la población va a estar inmune, entonces, el virus no puede infectar a las personas que son inmunes (…), la transmisión va a disminuir mucho”, pronostica Arias.

“No será entonces un problema mayor que el de la influenza o de otros coronavirus, sin embargo, “este no va a ser el último virus que surja.”

Entonces, ¿va a cambiar al mundo esta epidemia o no?

“Dudaría que en tres, cuatro años haya grandes cambios en la sociedad debido a lo que estamos experimentando ahora. Yo creo que lo que tenemos es que tener la consciencia y tomar las acciones necesarias para prepararnos para las siguientes epidemias que se van a dar en equis años, cinco, diez, quince, veinte… y que pueden ser tan malas o mucho peores que estas. Entonces, hay que planear con tiempo. No reaccionemos cuando ya tenemos el problema en la puerta.”

El científico, uno de los mayores expertos virólogos del país, opina que aunque los políticos siempre tienen prioridades de corto plazo, deben cambiar su actitud y comenzar a planear para enfrentar contingencias como esta a largo plazo. El próximo virus puede ser mucho peor.

Antes de despedirse de esta entrevista remota, realizada por videoconferencia desde su casa en Cuernavaca, Morelos, la pareja responde una última pregunta: ¿cuánto más durará nuestro aislamiento social? La doctora López Charretón parece optimista al decir que “más de un mes, seguro. Es cuestión de ver lo que ha pasado. China apenas se está levantando. Y depende mucho de qué tan bien nos portemos, porque si la gente en una semana se harta y empieza a salir….”

Por su parte, el doctor Arias expone un escenario mucho más sombrío:

“Yo multiplicaría por tres o cuatro la expectativa de Susana: tres, cuatro meses es mi expectativa de estar en casa. Y por lo que platicábamos de las oleadas (…), muy pronto va a empezar el otoño y el pico para arriba. A lo mejor vamos a tener un respiro pero después volvemos a tener un problema muy serio.”

 

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