Enlace Judío México e Israel – Uno de los más grandes problemas que tenemos en relación al Éxodo es ubicarlo cronológicamente.

Hay varios indicios que nos señalan que el evento debió ocurrir durante el reinado de la Dinastía XVIII en Egipto, o como máximo durante el reinado de los primeros faraones de la Dinastía XIX (Ramsés II fue el tercer faraón de esta dinastía). Pero después de eso, todo se vuelve difuso debido a la falta de fuentes arqueológicas precisas o consistentes.

Por ello resulta importante —y muy interesante— la revisión de todos los eventos con los cuales colapsó la Dinastía XVIII: el intento de Ajenatón por impulsar una reforma político-religiosa para anular el poder político del clero de Amón-Ra y su repentina muerte a los 37 años en medio de una epidemia (no se sabe si de gripe aviar o de viruela); el problema sucesorio por la muerte de todos sus hijos, salvo Tutankamón (un niño afectado por problemas congénitos que murió a los 19 años de edad); las dudas que hay sobre la transición del poder de Nefertiti a Semenejkara; el poderío del visir Aï y el general Horemjeb; y la llegada definitiva de una nueva dinastía iniciada por el visir Paramesus —que cambió su nombre por Ramsés I—, que se consolidó con los grandes éxitos militares de su hijo Seti I y su nieto Ramsés II.

Paso a paso, Irving Gatell nos desglosa todos estos eventos para tratar de ubicar el momento más verosímil posible en el que pudo tener sentido que Moisés, un líder israelita, se pusiera al frente de sus seguidores y se lanzara hacia un incierto viaje por la Península del Sinai, mismo que se extendió durante 40 años.

La evidencia es muy poca, pero suficiente para ofrecernos una panorámica general de todo este periplo. Una vez logrado ese reto, podremos ubicar con cierta claridad quién pudo ser el faraón con el que se confrontó Moisés en su lucha por liberar al pueblo de Israel.

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