Enlace Judío México e Israel – El catedrático Andrés Roemer trabaja con un equipo del MIT en una propuesta para volver a las calles paulatinamente, reactivando la economía y reduciendo los riesgos de contagio. 

 

Mientras observamos cómo la curva epidémica de México continúa en acenso, varias regiones del mundo, como Asia y Europa, han alcanzado ya su pico y comenzado a descender. Esto ha supuesto la necesidad de plantearse cuál es el mejor momento para reactivar la vida social y económica y, sobre todo, cómo hacerlo.

El investigador de la Universidad de Columbia, Andrés Roemer, y un equipo de académicos del Instituto Tecnológico de Massachussets trabajan en una propuesta que se inspira en el modelo de control vehicular mexicano, conocido como “Hoy no circula.”

La idea original, según le cuenta Roemer a nuestra colaboradora Carol Perelman, es de Pamela Cortés, quien forma parte del equipo que se encuentra desarrollándola, y tiene la intención de reactivar la economía nacional de forma paulatina para minimizar los riesgos asociados a la epidemia, al tiempo de mitigar los estragos de una parálisis económica que, a la larga, podría ser incluso más nociva.

Roemer lo resume de esta manera: “buscamos maximizar el bienestar social.” Para ello Roemer, amante de la innovación y el pensamiento revolucionario, propone un retorno escalonado a la vida cotidiana. No es el primero en proponer medidas similares.

En Perú se ha establecido un sistema de paro alternado entre hombres y mujeres, que se alternan un día y un día en las calles, mientras que en Israel, la política es volver a las calles todos pero solo ciertos días a la semana. El problema de esos modelos, dice Roemer, es que, en primera, no protegen a los miembros de la familia de una persona potencialmente infectada. Si esta sale dos o tres días a la semana y se infecta, aunque el resto se mantenga dentro, terminará por ser infectado.

En cambio, la propuesta de Roemer implica que 20% de la población se mantenga en casa por dos semanas completas en ciclos de 10 semanas, que es el tiempo en que el virus evoluciona, para bien o para mal, en el organismo huésped. De tal forma que, si alguien está infectado, tras dos semanas de confinamiento quedará libre del mal y no podrá seguirlo propagando.

El modelo se aplicaría según la terminación del número exterior de la casa habitación. Aquellos que vivan en casas terminadas en 0 y 1, se aislarían las dos primeras semanas; los 2 y 3, las siguientes dos… Esto implicaría un retorno paulatino a las actividades y establecería un límite a los contagios o a la velocidad de la propagación.

Reglas adicionales

El plan propuesto por Roemer excluiría a quienes “viven al día”, aquellas personas que dependen de sus actividades diarias para sobrevivir. También a quienes viven en zonas rurales donde no hay focos de contagio. Pero, por el otro lado, las personas en población de riesgo, es decir, aquellas que viven con enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades autoinmunes, las mujeres embarazadas y los adultos mayores deberán permanecer en casa hasta el fin de la epidemia.

También se propone que las aglomeraciones de personas se sigan prohibiendo. No habría “Vives Latinos”, dice el creador de La ciudad de las ideas. Igualmente, seguiría practicándose la “sana distancia”, el lavado frecuente de manos y las otras medidas higiénicas que se han emprendido hasta ahora.

Otra de las propuestas de Roemer es que, llegado el momento, se le practiquen pruebas serológicas a la población para saber quién ya cursó la enfermedad (así haya sido asintomáticamente) y, por lo tanto, puede salir a la calle libremente. Estas personas podrían portar una pulsera que las identifique.

El catedrático admite, en la entrevista que puedes ver completa en el video adjunto, que esta medida depende de la honestidad y el compromiso de la población, pues no sería tan fácil de vigilar su cumplimiento. También propone que se inhiba la violación de estas reglas mediante multas muy altas, que tendrían el mismo efecto que una vigilancia exhaustiva.

 

Lo que no se hizo

Roemer es muy crítico de las autoridades sanitarias de México. Considera que perdimos la oportunidad de manejar la epidemia de una forma precisa y científica, y compara lo hecho en México con las experiencias de Israel o Corea del Sur.

“Si tomas un aislamiento bien programado y discriminatorio de la gente que tiene este virus y haces que, después de determinadas semanas, se cure (desafortunadamente algunos mueran), pero los sacas del pool, no tienes que parar la economía.”

Agrega que “esa fase ya está muy compleja para México. Ahorita ya está muy disperso. Ya no puedo llegar con Pedro y decirle ‘a ver, Pedro, te encontramos el virus. Dinos con quiénes has estado las últimas tres semanas, hablémosles a esas personas, digámosles que son (a) los que más urge hacerles la prueba, trabajemos, démosle seguimiento, tengamos una aplicación tecnológica…’. Eso hubiera servido. Si hubiéramos tenido una política pública realmente hecha con inteligencia y estrategia.”

 

Un virus que sí discrimina

Si bien es cierto que todos nos podemos infectar, y de hecho, se piensa que la gran mayoría de la población terminará por contraer el virus en algún momento, para Andrés Roemer, el covid-19 sí discrimina, pues afecta de manera distinta a unos y otros.

Aunque el virus “le puede pegar a ricos y pobres (…) a viejos y jóvenes, este virus sí discrimina porque nos afecta de manera distinta. Discrimina porque afecta mucho más a la gente de mayor edad.”

México enfrenta un problema grave, pues la obesidad y la diabetes, factores de riesgo de complicaciones por el covid-19, son condiciones que prevalecen entre grandes sectores de la sociedad. Roemer apunta, asimismo, al debate que se ha suscitado en Estados Unidos por la alta incidencia de víctimas afroamericanas. Las condiciones sociales históricas de dicha población parecen ser determinantes a la hora de repartirse los riesgos asociados a la enfermedad.

Y no solo así discrimina el virus: un leñador y un dentista corren riesgos muy distintos:

“Es muy diferente alguien que se encuentre en una zona rural, aislada, donde no haya ningún foco de contagio, a una persona que viva en la ciudad de Nueva York, donde la gente viaja de todo el mundo y es una ciudad metropolitana con altas probabilidades de que este tipo de virus se importe de una manera mucho más letal y rápida.”

 

De vuelta a la propuesta

“Obviamente, lo primero que se hace con una propuesta es ‘vamos a atacarla’ y ver cuánto se puede blindar”, dice Roemer, siempre apegado al rigor científico, para explicar qué sigue ahora. Dice que la propuesta debe someterse a toda clase de cuestionamientos y solo realizarse si, al final, sale bien librada.

También advierte que, sin embargo, “no lo puedes comparar contra lo perfecto, porque eso no existe: lo tienes que comparar contra otras alternativas”, como las propuestas por Israel, Perú y otros países que se han planteado el regreso paulatino o sesgado a las actividades económicas.

Aquí, la pregunta de Carol Perelman es inevitable: ¿las autoridades mexicanas ya están al tanto de la propuesta?

“No he tenido, desafortunadamente, la oportunidad de compartírselo a la gente que toma decisiones, pero espero que a través de medios como el tuyo y que a través de este tipo de análisis, pueda llegar a ser escuchado.”

 

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