Enlace Judío México e Israel – El presidente de Israel, Reuven Rivlin ofreció un emotivo discurso este lunes en la ceremonia oficial de Yom Hazikaron, celebrada en la plaza del Muro de los Lamentos, en la ciudad de Jerusalén.

 

A la ceremonia, que careció de audiencia debido a las restricciones por el COVID-19, asistieron también el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Teniente General Aviv Kohavi, el comandante de la Dirección de Recursos Humanos, Mayor General Moti Almoz , el comandante de la Brigada Nahal, Mayor General Israel Shomer y el rabino del Muro de los Lamentos, Shmuel Rabinowitz, entre otros.

El discurso íntegro del presidente Rivlin fue el siguiente:

Queridas familias: “Dibujé un reino celestial”, escribió Abraham Halfi. “Dibujé un reino celestial en color verde en memoria de mis muertos. Y ellos me escuchan llamando su nombre y sonríen. Es triste sin ellos en las habitaciones donde dejaron el eco de sus voces”, así escribió Halfi.

Y este año, este año, ustedes están solos en las habitaciones, escuchando el eco de sus voces. No podemos llegar a sus hogares, no podemos estar a su lado en los cementerios militares. No podemos abrazarlos cuando la sirena atraviesa el silencio, destrozando el corazón.

Quien estuvo con ustedes padres, hermanas, hermanos, hijas y cónyuges, abuelos, en los momentos difíciles de la Shivá, del primer mes, del primer año, y después también, escuchó las grandes interrogantes: ¿cómo seguimos adelante? ¿A dónde seguimos? ¿Por qué, por qué continuar? “Elijan la vida”, pedimos, rogamos todos. La vida siguió latiendo afuera, molesta, rápidamente. Y ustedes, todos los días luchan por la vida. Le enseñan al cuerpo sus actividades: despertar y levantarse de la cama. Masticar sílabas y palabras entre sí hasta que se conviertan en oraciones, en lenguaje. Salir, subir al auto o al autobús. Rodearse de gente, conciliar el sueño por la noche, dormir.

Y vienen tiempos de epidemia, de pronto el mundo parece moverse más lentamente. Este aislamiento, estos días, despiertan en todos nosotros lo que hay. Pero despiertan mucho más, lo sé, al que no está. Despiertan aún más, el vacío, el anhelo, el dolor.

¿Y qué hay de ustedes, queridas y amadas familias? ¿Qué hay de ustedes en este momento? ¿Qué hay de ustedes y de su amado que se ha ido? ¿De su amada que está ausente? ¿Qué hay de las habitaciones con el eco de sus voces? ¡Qué difícil es comprender, sentir que no podemos reunirnos, familia, amigos y seres queridos para llorar, por un momento, juntos. Llorar juntos, por su ser querido que se ha ido. Envolverse con el abrazo de aquellos que lo quieren, de aquellos que quieren conocerlo y recordarlo, aunque nunca lo conocieron.

Yo sé amadas familias que ustedes no necesitan el Día del Recuerdo para recordar. Es por eso que hay tantos días, tantas noches, todo el año. Este día es para nosotros. Para que podamos, por un momento, conocer los rostros y los nombres, las vidas y las historias de sus seres queridos. Recordar y mencionar las dos promesas que sustentan la alianza israelí, construir, con el sudor de nuestra frente, una vida digna, tranquila y segura para nuestros hijos y regresarlos a casa a toda costa, aunque no hayan vuelto de la batalla. Este año no podemos llorar juntos, este año no podemos mirarlos a los ojos, pero recordaremos estas dos promesas. Recordaremos y mencionaremos, y sentiremos, este año también, el precio inimaginable que se nos impone para cumplir estas promesas.

Cada hogar en Israel este año será una vela de recuerdo en las manos del padre, que levantaron a un niño pequeño, por la sonrisa de un hijo que no volvió, por la sabiduría de la nieta que no está, por la bondad del amado, cuya mano, en su mano, todavía siente el amor de su amada que quedó sola; por su amor por el mar, el bullicio a su alrededor, y de sus amigos cuando venían a casa. Por su cálido e inigualable abrazo. En sus habitaciones todos escucharán el eco de sus pasos. Abraham Halfi concluye su poema así: “Les doy vida a todos mis muertos y ellos la vuelven a vivir, y eternamente. Pero es triste sin ellos en las habitaciones”.

Este año, más que nunca, todos podemos darles vida. Seremos nosotros las velas conmemorativas de la vida que alcanzó a vivir, y de la vida que nunca alcanzará. Las abrazaremos a ustedes queridas familias, desde lejos. Nuestro corazón está atado al de ustedes. Nuestras almas están atadas a sus almas.

Deseo enviar desde aquí, en nombre de todos nosotros, fuerza para los soldados heridos, para las fuerzas seguridad, los combatientes, hombres y mujeres que han cumplido su función y ahora tienen por delante un largo proceso de recuperación. Que la memoria de nuestros hijos e hijas descanse en paz, y se grabe en nuestros corazones para siempre.

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