Enlace Judío México e Israel –  El Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) desarrolla y promueve investigaciones y análisis que contribuyan a contextualizar y deslegitimizar el terrorismo, un fenómeno que cada vez requiere una respuesta global y multidisciplinaria. El OIET es consciente de que el conocimiento y la divulgación de la historia es fundamental para comprender el pasado y para que vulneraciones de derechos humanos tan graves como el terrorismo no se repitan.

El OIET, con sede en España, nace de la voluntad del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) de crear un organismo que promueva el desarrollo de proyectos de investigación enfocados a la prevención de la radicalización violenta y a la difusión de principios democráticos. OIET es un punto de encuentro entre investigadores, universidades e instituciones públicas o privadas que comparten su máxima fundacional: deslegitimación ética social y educativa del terrorismo, en este ámbito integra un directorio de académicos y profesionales de reconocido prestigio que pone su experiencia y conocimiento a medios de comunicación nacionales e internacionales que deseen contactarse a través de este observatorio.

En este contexto, los actos terroristas están vinculados principalmente a extremistas islámicos, empero, en el último lustro se han incrementado más de 300 por ciento los ataques de la extrema derecha en todo el mundo, perpetuados por individuos con ideas xenófobas y racistas. El OIET señaló al inicio del 2020 que la violencia de extrema derecha “se ha convertido en una amenaza al alza”, de aquí que ha puesto en marcha un observatorio específico que registra mensualmente este tipo de incidentes, desde ataques a tentativas de atentado, operaciones policiales y delitos de odio. No obstante, analizar este tipo de violencia no es fácil, porque contiene elementos que van desde el crimen de odio al terrorismo, sin olvidar posibles problemas psicológicos de los autores, “no se puede confundir la acción de una persona con problemas mentales con un acto premeditado y organizado de terrorismo”. Al mismo tiempo cabe destacar que la vulnerabilidad psicológica puede llevar a las personas a abrazar esta ideología y practicar la violencia.

Existe una vinculación entre la actividad de los grupos extremistas de ultraderecha, aunque sean pacíficos, y los actos violentos, ya que ayudan a establecer un clima de miedo y animosidad contra grupos minoritarios, construido sobre la xenofobia, el antisemitismo, la islamofobia  y los sentimientos anti-inmigración, puede bajar el umbral para que algunos individuos radicalizados usen la violencia. En este sentido, hay que tener en cuenta el contexto, las ideologías de extrema derecha han ganado ímpetu en Europa a través de las fuerzas populistas, pero la radicalización de una persona no es tan sencilla, ni se debe a un solo factor.

En el entorno de los actos de terrorismo, el OIET considera que el terrorismo yihadista es causante del mayor número de víctimas mortales en el mundo. De acuerdo a Carlos Igualada, director del OIET, el movimiento yihadista cada vez tiene más presencia en el mundo, el terrorismo yihadista no solo tiene acto de presencia cuando se produce un atentado en Europa, sino que diariamente se están cometiendo ataques yihadistas en Afganistán, Irak, Somalia, Nigeria, Mali y decenas de países.

En el entorno del terrorismo yihadista, el pasado 21 de febrero del 2020 se presentó en el Deusto Business School de Madrid, el Anuario del Terrorismo Yihadista 2019 que el OIET realiza cada año. En él se hizo un análisis pormenorizado de las diferentes regiones afectadas por el terrorismo de etiología yihadista con especial atención en los diferentes grupos terroristas, las zonas de actuación y de influencia de cada uno de ellos y las tendencias y evoluciones para entender si las medidas contraterroristas aplicadas por gobiernos y organismo regionales e internacionales están siendo efectivas o no. Según el Anuario, la región más afectada por el terrorismo de estas características es el centro y sur de Asia, debido principalmente a la actividad de los talibanes en Afganistán.

El país asiático encabeza la dramática lista de víctimas mortales, por encima de 3,000, así como el número de atentados, cerca de 400. Esta situación podría ser muy diferente durante el 2020, en virtud de que el 23 de febrero se anunció un acuerdo de paz, tras más de un año de negociación, entre EUA y los talibanes, que podría devolver cierta calma al país afgano.

Aunque la zona de Asia es la más afectada por el terrorismo, el África subsahariana le sigue muy de cerca, si bien es cierto que esta última engloba varias zonas de gran conflictividad y con una presencia de grupos terroristas. Desde el Shabaab de Somalia, diferentes grupos en el este de la República Democrática del Congo, Boko Haram o el ISWAP en la cuenca del lago Chad o la zona de las tres fronteras en el Sahel donde el JNIM y el ISGS se reparten los ataques con grupos de menor intensidad.

A pesar de la existencia de muchos focos en el África Subsahariana, el gran repunte de la mortalidad y el número de atentados en las zonas del Sahel (región geográfica y climática del continente Africano que limita al norte con el desierto del Sahara, al sur con la sabanas y selvas del golfo de Guinea y África central, al oeste con el océano Atlántico y al este con el Nilo Blanco, tiene una extensión de 4 millones de km2, y sus habitantes sufren una escasez crónica de alimentos. La región se integra por el sur de Mauritania, Senegal, Mali, Burkina Faso, Niger, norte de Nigeria y Camerún, así como de Chad, Sudán y Eritrea; está habitada por naciones mayoritariamente islámicas) y obliga a centrar el foco en esta región y el temor ante una posible extensión a otros países de la costa de África occidental.

Aunque en el Anuario se tratan las zonas del Magreb (región de África del Norte que comprende Marruecos, Túnez, Argelia y Libia) y del Sahel Occidental a la vez, se advierte claras diferencias entre ambas regiones. Mientras que en la primera el número de ataques se ha reducido considerablemente, en la segunda estos se han multiplicado por dos. La reducción de los ataques en el Magreb, que no de la violencia, ha sido posible por la práctica anulación de la actividad del Estado Islámico (EI) en Libia, a pesar de la pugna por el control del país entre las dos facciones principales, sigue suponiendo un contexto de violencia e inestabilidad que favorece la presencia del yihadismo.

Las conclusiones que arroja el Anuario de OIET a la situación y perspectivas en particular del Sahel, aluden a la importante necesidad de un enfoque integral de la lucha contra el terrorismo en la región.

Se considera que las medidas militares para eliminar las posibles amenazas deben de ir de la mano con inversiones que desarrollen regiones que se perciben remotas a los gobiernos centrales, ya de por sí muy frágiles. Es preciso incidir también en el aumento de las ayudas a la adquisición de medios materiales para las fuerzas armadas de los países del Sahel, con los que puedan hacer frente a amenazas terroristas cada vez más sofisticadas. Asimismo, apoyar la presencia estatal en regiones vulnerables, no solo con la presencia militar, sino también de instituciones jurídicas, policiales, sanitarias y educativas que minimicen el impacto de la propaganda terrorista y, por lo tanto el apoyo, social a diferentes grupos armados.

No se puede dejar de lado tampoco la frágil situación de otros países del entorno que pueden sucumbir ante el aumento de la presencia terrorista, como es el caso de Senegal, Benín, Ghana o Togo. Estos países tienen que actuar en forma efectiva en sus zonas fronterizas, áreas en las que los grupos se manejan con relativa comodidad debido a su porosidad.

Las perspectivas para 2020 son complejas, no obstante, la retirada de EUA de la región es una posibilidad cada vez más factible para mejorar su entorno.

Por otra parte, la huida de centenares de yihadistas que estaban presos en los campos de detención sirios permitirá que gran parte de ellos se reagrupen y vuelvan actuar bajo las directrices del Estado Islámico. El director de la OIET señala que existe una alta posibilidad de que estos individuos, muchos de ellos combatientes extranjeros, decidan retornar a sus países de origen para seguir llevando a cabo la actividad yihadista, mediante atentados, siendo Europa y el sudeste asiático regiones en donde existe una grave amenaza.

Por lo demás, las fuerzas de seguridad de los diferentes países donde actúan los terroristas, ahora tienen que gestionar la emergencia sanitaria, lo que ha dejado mayor espacio para los grupos terroristas. La situación económica que la crisis sanitaria ha generado en las regiones donde actúan los terroristas incrementa de manera importante un amplio nivel de desempleo y alza de la economía informal. Es difícil esperar que los Estados afectados por la pandemia logren otorgar ayudas económicas suficientes a la población, por lo que es predecible que su sentimiento de abandono y descontento hacia las autoridades se verá acentuado, y ya se ha visto cómo los grupos terroristas aprovechan la pobreza y desesperación para captar nuevos elementos a sus filas. 


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