Enlace Judío México e Israel – Tras cuarenta años de carrera como mago, Kadima hace un recuento de su vida en una entrañable conversación con May Samra para Enlace Judío. Te invitamos a disfrutarla. 

“A ver, hazte unas magias”. “A ver, tócate el acordeón.” “A ver, cuéntate unos chistes”. Esas fueron las primeras solicitudes que recibió Enrique Jogiel para entretener a los asistentes a las reuniones informales a las que concurría en sus años mozos. Su padre, un emigrante polaco que había llegado a México sin hablar español, había obtenido una Green Card estadunidense y, en cambio, no contaba con la ciudadanía Mexicana.

La necesidad de conservar el documento migratorio estadounidense llevó a la familia Jogiel a realizar viajes frecuentes a Estados Unidos para refrendarlo y evitar así problemas migratorios en México, donde se había propuesto “expulsar a los apátridas.”

Fue en esos viajes en que el joven Enrique comenzó a nutrir su colección de instrumentos, utensilios y artefactos diversos, con los que más tarde comenzaría a construir una carrera como mago que lo llevó a colaborar con el famoso David Copperfield.

Jogiel había aprendido a tocar el acordeón y era adepto a contar chistes desde la infancia. También comenzaba a realizar trucos de magia cuando, en una de esas reuniones a las que solía asistir, y donde solía complacer las demandas de entretenimiento de los amigos, “había una chava, me acuerdo, que me dice ‘oye, ¿cuánto me cobrarías por un show para mi sobrino?’.” El joven Jogiel se mostró asombrado: “¿Me vas a pagar por hacer lo que me gusta?”

Era el año 1981, quizá 1982, “le dije: ‘$4000 pesos’. ‘¡Órale! Son 350 niños'”, fue la respuesta de aquella mujer que, sin saberlo, propició el inicio de una larga y prolífica carrera en la industria del entretenimiento para quien tiempo después sería conocido como el Mago Kadima.

Para ese primer show, Kadima se vistió con un atuendo exótico, que incluía un turbante y los párpados pintados de plateado. “Salí y ¿qué crees? Los niños empezaron a llorar. Se espantaron.” Aunque después el mago Kadima logró enderezar el show, que incluía exclusivamente trucos de magia para adultos, ese día decidió que no haría más espectáculos infantiles y dirigió su carrera hacia el público adulto.

Lo hizo de la mano de su mejor amigo, el ventrílocuo Johnny Welch. “Es un tipo que habla con muñecos y cree que le contestan. Comenzamos a trabajar juntos, (lo hicimos) muchas, muchas veces. Me pidió, ya por esas fechas, que lo cubriera yo en las peñas. Trabajábamos en Gallos, Grillos, Mesón de la guitarra… Me dice ‘¿me puedes cubrir una semana porque tengo que salir?’. ‘Con mucho gusto’. ¡Me quedé tres años en las peñas!”

Mago autodidacta, comediante improvisado, Kadima se fue abriendo camino para forjar una carrera de casi cuatro décadas, cuyos orígenes recuerda en entrevista exclusiva para Enlace Judío.

La familia

No todo eran risas y aplausos en la vida del joven mago. En 1983, su madre murió a los 48 años de edad, dos semanas antes de la boda del hermano de aquel. “Fue un golpe muy fuerte. Como que no te dan ganas de pararte en un escenario a hacer reír.” A Kadima le llevó tres meses regresar al trabajo.

Quizás haya sido más duro el golpe porque con su padre tuvo siempre una relación difícil, como difícil había sido la de su padre con sus abuelos.

“Mis abuelos tenían una panadería muy grande. Cuando mi papá se iba a la escuela, mis abuelos estaban trabajando; cuando mi papá se iba a dormir con mi hermana, con mi tía, sus papás seguían trabajando. No había atención para ellos: no había amor, no había cariño, no había caricias, no había nada. Todo era trabajar y trabajar y trabajar.”

Así se explica que el padre de Jogiel heredara una profunda incapacidad de mostrar afecto o validación para los entusiasmos de su hijo. “Nunca me alentó a nada. ‘Voy a hacer esto’, ‘no es para ti’… Incluso me casé ya dos veces y dos veces me reprobaron (…). Me costó 40 años entender que mi papá nunca iba a ser cariñoso conmigo.”

Y 20 años de carrera le tomó a Jogiel entender por qué había tomado ese rumbo: “ahí sí me aceptaban, ahí sí me aplaudían, ahí sí me apapachaban.” Durante décadas, el mago Kadima ha obtenido el reconocimiento y el cariño de públicos de todas latitudes: Europa, China, Israel, Estados Unidos…

Ha trabajado al lado de personalidades muy destacadas y se ha presentado para todo tipo de audiencias prominentes, aunque no siempre por razones lícitas. En esta entrevista con May Samra, que puedes disfrutar completa en el video que acompaña esta nota, el mago narra que incluso ha improvisado shows de magia en cruceros en los que ha viajado como pasajero, “por placer, ¿no? Me encanta.”

Copperfield, Kadima y Kadima

Un día, Kadima recibió una invitación que lo tomó por sorpresa. Se trataba de un evento en el Auditorio del Centro Médico Nacional Siglo XXI, al que asistirían como público cientos de médicos. Inicialmente rechazó la oferta. “No puedo ese día, lo tengo ocupado”, dijo. Pero entonces, la persona que lo invitó dijo lo que él, muy atinadamente, llama unas “palabras mágicas”: “va a estar David Copperfield”.

Inmediatamente, Jogiel encontró la manera de asistir al evento, donde además de las Damas Voluntarias Judeo Mexicanas, organización entonces incipiente, estarían personalidades como el multifacético Wolf Ruvinskis, que además de luchador y actor, era mago.

“Conocimos a David Copperfield en persona. Fue muy interesante, había 250 médicos o 300, no sé, los 10 magos y las Damas Voluntarias. Y de repente, él nos empezó a explicar qué es Project Magic.”

Una cara menos célebre del ilusionista es el altruismo. Project Magic nació, según narra el mago Kadima, cuando Copperfield aceptó la invitación de uno de sus fans a irlo a conocer a California. Se trataba de un chico en silla de ruedas. El encuentro se produjo en el centro de rehabilitación al que este acudía con regularidad, donde Copperfield, al observar algunos de los ejercicios que realizaban con las manos los pacientes, se dio cuenta de que podía enseñárseles actos de prestidigitación como método de estímulo adicional.

“Todo esto fue altruismo puro porque nadie sabía de esto. Él ha visitado más de mil hospitales en treinta países diferentes.” Tiempo después, gracias a organizaciones activistas, y al libro que hizo el famoso ilusionista con los ejercicios de magia orientados a la rehabilitación física, su Project Magic se volvió famoso.

Poco después ocurrió un encuentro inevitable. Kadima, la organización de la comunidad judía encabezada por Lily Margolis, buscó a Kadima, el mago, para nombrarlo el mago de la organización.

“Todos los lunes iba yo con ellos. Y tú crees que vas a darles algo de alegría… Es totalmente todo lo contrario. Al momento de llegar tú a Kadima, los niños empiezan a gritar, a brincar, a abrazarte… Son unas expresiones de alegría impresionantes. Hicimos muchas cosas” en el año en que el mago colaboró con la organización, que brinda ayuda a niños con discapacidades diversas.

Kadima, el mago, organizó un truco de magia colectivo protagonizado por los niños de Kadima, la organización, mismo que fue editado y enviado a David Copperfield: “le encantó”, segura Jogiel, quien cuenta con un repertorio de anécdotas tanto o más vasto que su repertorio de magia, una magia con la que ha arrancado risas, sonrisas y alegría a varias generaciones de mexicanos.

Te invitamos a ver la entrevista completa. ¡Que la disfrutes!

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