Enlace Judío México e Israel – Este año, Hashomer Hatzair México cumple 80 de existencia. Se trata de la tnuá más antigua del país y un verdadero símbolo del sionismo socialista. Conversamos con algunos exbogrim para saber cómo celebrarán el aniversario y cuál es el panorama actual de la organización. 

Reconstruir la historia de una de las organizaciones juveniles sionistas más emblemáticas de la comunidad judía de México es como armar un rompecabezas utilizando solo unas cuantas de las piezas que debieran integrar la imagen completa. Ochenta años de historia, de historias individuales dentro de una colectividad cuya cohesión identitaria parece prevalecer a lo largo del tiempo.

Para armar el rompecabezas, e impedidos por las medidas de “sana distancia” a realizar entrevistas convencionales, buscamos a algunos de los miembros de Hashomer Hatzair México para recoger sus testimonios, sus ideas y sus visiones sobre la organización y los tiempos que a cada uno le tocó vivir.

En un grupo de WhatsApp creado para la ocasión, exbogrim de diversas épocas compartieron con Enlace Judío sus historias, cargadas de nostalgia y humor, y nos ayudaron así a recrear, si no la historia, al menos un mosaico de historias que dan cuenta de una organización ideológicamente constante que hoy, ante la compleja realidad política de Israel, lucha por permanecer vigente y activa.

“Entré a HH en 1954, fue para mí mi primer contacto real con el judaísmo; podría decir que ese día me volví Judio”, dice Dofito de Lara, quien “antes, era un niño asimilado que estudiaba en el Liceo Franco Mexicano.” Recuerda que “mi primer madrij fue Manolo Finkelstein (…), después tuve varios madrijim por decir algunos, Ariel Konik, Isaac Moscatel, Miguel Davidov, Menajem Torchin, Hinde Bielas y otros, todos ellos me hicieron judío; socialista lo fui siempre por vivir con mi madre, que fue combatiente en Francia con los maquis y con una tradición familiar socialista desde Austria.”

El socialismo está ligado a la ideología de Hashomer Hatzair desde sus raíces más remotas, a principios del siglo XX, en una Europa que ya comenzaba a vislumbrar los lances del antisemitismo organizado y político que derivaría en el genocidio nazi. Fue en este contexto, el de la embestida nazi, que uno de los miembros más célebres de Hashomer Hatzair realizó su gesta: Mordechai Anielewicz, líder del levantamiento del Gueto de Varsovia.

Actualmente, sin embargo, se vive una paradoja. Para la izquierda europea, el sionismo se ha convertido en un símbolo de opresión, colonialismo y violaciones a los derechos humanos. Muchos ignoran que el sionismo moderno tiene fuertes raíces en el socialismo marxista, en la utopía de crear una sociedad igualitaria y humanista donde tanto árabes como judíos tuvieran cabida.

Para los miembros de HH México, esta organización ha luchado siempre por promover dicha visión. “Creo que una característica primordial que ha acompañado a la tnuá en México y el mundo es ser un movimiento altamente politizado“, dice Chava Lobatón, javer de la tnuá desde 1979 hasta 1990.

“No creo que ninguna tnuá, exceptuando probablemente a Beitar, que desapareció en México a fines de los setenta, sea tan politizada y comprometida con la lucha política en los países de origen y en Israel (como HH). El primer parlamentario latinoamericano que fue electo a la Kneset fue Eliezer Ronen, javer de Hashomer Hatzair en México que ingresó al Parlamento por el partido Mapam (brazo político del movimiento).”

Sin embargo, “Israel es un estado democrático y desgraciadamente el electorado Israelí le ha dado la espalda a los movimientos y partidos de izquierda que crearon el país, votando por un país que es cada día más inclinado a la derecha, apoyado por los religiosos, que siempre han estado del lado de los que pagan más o les dan más privilegios”, opina De Lara.

“En la parte anecdótica o histórica de Hashomer —continúa Lobatón— han existido varios sucesos relacionados con este compromiso ideológico político. Por ejemplo, durante algunos años la tnuá era stalinista; hay relatos (…) de que la tnuá se declaró en luto por la muerte de Stalin y, años después, al ver los crímenes de su régimen, se retractaron y aceptaron su error.”

Lobatón asegura que “hoy en día, habemos javerim que seguimos activando en favor de un entendimiento con el pueblo palestino, por supuesto muchas veces hemos sido blanco de ataques donde nos han llamado desde ingenuos y estúpidos hasta judíos que se autoodian, traidores o antisemitas.”

Tras aclarar que “la izquierda en Israel debe de hacerse una severa autocrítica y un reflexión de la vigencia de su discurso”, Lobatón explica, en parte, esa tendencia de la sociedad israelí hacia la derecha, y ese rechazo a las visiones menos beligerantes hacia los palestinos, como una consecuencia “del discurso incitador y divisivo de Netanyahu desde la firma de los acuerdos de Oslo. 10 años en el poder, sumados a otros tres o cuatro anteriores, han creado un clima de linchamiento contra los árabes y contra la izquierda, lamentablemente ese discurso también ha permeado a las comunidades en la diáspora.”

Así, el país que fuera fundado sobre ideales de izquierda, se ha vuelto un territorio hasta cierto punto hostil para quienes defienden dicha ideología. La representación política de la izquierda en Israel se ha marginalizado, a favor de un gran bloque de partidos de derecha y ultraderecha que no parecen sino fortalecerse con los años.

“Meretz, el partido al que actualmente se liga HH, apenas logró sobrevivir a la coyuntura electoral del último año”, recuerda José Hamra, instigador de esta reunión virtual que sirve como entrevista colectiva. “Por esa razón los valores de movimientos que emanan de la izquierda israelí (…) son más necesarios que nunca para hacer frente al nacionalismo extremista/religioso de ultraderecha que están por hacer de Israel un Estado de apartheid.”

Dice que “en México, históricamente HH ha representado claramente esas posturas en los últimos años y se convierte hoy en día en una alternativa necesaria. Históricamente, los valores judíos y sionistas de HH son base de la resistencia al fascismo de cualquier índole.”

Épocas doradas

Actualmente, la tnuá cuenta con unos 30 o cuarenta javerim. Un número pequeño si se le compara con los 100 o 200 de otras organizaciones juveniles sionistas que tienen actividad en México. Pero hubo tiempos más prósperos para este movimiento de jóvenes socialistas que imaginaban y luchaban por un futuro próspero para Israel.

“Definitivamente, la época dorada pasada de HH fueron los años cuarenta, dice Dolfito de Lara. “Cuando yo hice aliyá y dejé la tnuá en México, dejé un gran archivo de documentos que incluían sesiones de la hanagá desde los inicios del ken en México, informes de majanot, moshavot y majanot avodá, todas ellas primero en ídish y luego en español. También había un gran libro con los periódicos durante la Segunda Guerra Mundial. También una gran biblioteca con todo tipo de libros (un cuarto completo con libreros de piso a techo).”

Al respecto, José Hamra coincide en que “gracias a los primeros shomrim y shomrot se construyeron los cimientos de quienes continuamos. La tnuá se caracteriza por jóvenes que educan a jóvenes. Creamos y crecimos en un ambiente de autogestión e independencia. Esa época dorada nos dio la oportunidad a muchos de nosotros (y a nuestros hijos) de vivir años maravillosos que en ningún otro marco judío habríamos encontrado.”

Hamra reconoce que HH les dio “la oportunidad de recibir ese legado, el educar a otro joven, apropiarnos de él y heredarlo. Son 80 años de una sharsheret que continúa.

Ofelia Iszaevich, quien ingresó a la tnuá a principios de los años cincuenta del siglo pasado, recuerda que su historia en Hashomer Hatzair “se inicia mucho antes de que yo naciera. En los años veinte, en Polonia. En un pueblito llamado Mlawa, del condado de Plotzk.

Fue ahí donde su madre “fue la que en realidad tuvo el rompimiento más fuerte con su familia, los primeros que se atrevieron a ir en contra de la poderosa y añeja tradición judaica con miras a crear un mundo judío, pero mejor.”

Para una sociedad patriarcal y fuertemente enraizada en tradiciones y costumbres que adquirían la jerarquía de leyes estrictas, los movimientos juveniles, idealistas y hasta utópicos, representaron históricamente un punto de ruptura con el establishment. Esa utopía llevó a los jóvenes judíos europeos a la tierra de Israel.

La madre de Ofelia, por ejemplo, “terminó su hajshará con la intención de hacer aliyá, justo cuando los ingleses cierran el acceso a Palestina. La consigna era irse de ahí, no importaba dónde, (pues) el antisemitismo y los preludios de la Segunda Guerra ya se sentían llegar.

Mi tía Feigue, su hermana mayor, ya había salido de Polonia, y vivía con su marido en México. Así que con los dineros que había ahorrado para el viaje a Israel viajo a México. Puedo decir que la moral shomrica ondeaba en su hogar. Aquí se casó, tuvo dos hijos, y hago un brinco de muchos años para relatar que a sus 15 años, mi hermano Abraham, recién desempacado de Perú, se adhiere apasionadamente al movimiento.”

Él fue quien llevaba a Ofelia al ken, al que asistía Sara Borkow. “Comenzábamos —a los 5, 6 años— a percibir lo que sería el hogar de ambas por muchos años. Ya a los 8 años, mi primera “menahelet”, se decía entonces, fue Mina, y algunas de mis javerot fueron Esther Sherman, Sara Borkow, una querida Miriam que hizo aliyá unos meses después, Sonia Vogel y varias otras.”

Cuenta que, para entonces, la reputación de HH “ya había decaído bastante”, pues “la clase media comenzaba a prosperar. Casi todas éramos de estratos económicos bajos.” Ofelia creció en ese contexto y también bajo la estela de las ideas socialistas más puras. “La primera frase completa que yo dije, imbuida por no sé quién, fue: ‘en esta casa no hay tuyo ni mío, todo es nuestro’. Unos años después, escuchaba a mi hermano cantar la consabida ‘con una nueva y sangrienta contienda, nos amenaza hoy el oro burgués’. No se necesitó mucho para que yo imaginara al enorme, terrible y odioso ‘loro burgués’ y así me quedase para toda la vida…”

Alberto Matarasso, por su parte, recuerda su primer majané, en El Tejocotal (estado de Hidalgo), a comienzos de la década de los sesenta.

“Pasé mucho frío y mucha lluvia, pero la vivencia es algo que no puedo olvidar. Eran tiempos de símbolos, entre ellos la anivá, deseada por todo aquel que no la tenía y respetada por los que las portaban. Tenía apenas 9 o 10 años y fue ahí donde recibí mi primera anivá, recuerdo (que era) verde con reborde amarillo, que era la de Bney Palmaj, la shijvá a la que pertenecía, el nombre de mi kvutzá: Harel, que recuerdo a mis javerim David Jazilevich, Jacobo Naftali, Antonio Gartz, Paty Fe, Rosy de Albert y muchos más, también recuerdo a los grandotes (así les decía yo): Mordejay Bar, Ayala, Henry, Dofito, Ishay Podgaetz y muchos más; recuerdo que la imagen de ‘Dofas’ me impactó y decidí quedarme con él y ahí empiezan mis quereres con la Hashomer Hatzair.”

Su hermana, la psicoanalista Solange Matarasso, recuerda que la tnuá “siempre tuvo un movimiento oscilatorio y pienso que es un proceso natural de todo grupo: entran muchos, salen varios y se quedan algunos.”

Dice que “la oscilación era una especie de continuo de olas, donde se dan crestas y valles. En la cresta llegábamos a tener 80 (javerim) e incluso, con Boris y Lucia como shlijim, llegamos a ser 120. En los valles, es decir, en nuestros puntos más bajos, podíamos ser un grupúsculo de entre 14 y 20 javerim.”

Le atribuye a líderes como Jaim Seltzer la fortaleza del movimiento que derivó en esas “cretas” que le tocó vivir. Esa fuerza, dice, le daba “confianza y seguridad, sobre todo a los padres” de los javerim.

“Mi padre, desconfiado como era, se oponía a que yo fuera a los majanot. ¡Qué decir de ir a Costa Rica o a Colombia a los seminarios del Caribe! Sin embargo, una vez que Jaim habló ‘de hombre a hombre’ con él, obtuve el permiso para salir fuera de México, dada la confianza que, en este caso, el líder generaba en el adulto-padre-de-un-janij. Jaim logró lo impensable en mi entorno familiar. Maduro, guapo, robusto, sereno, de mirada clara, que cantaba como los dioses y, sobre todo, un gran líder.”

Hashomer Hatzair tuvo, en tiempos de los Matarasso, otros líderes. “En el caso de Boris y Lucía (pareja joven de brasileños que luego hicieron aliyá), su liderazgo era hacia los jóvenes. No recuerdo otro liderazgo de esa naturaleza. Promovieron la cultura, las discusiones serias y la vinculación grupal como nadie antes lo había hecho. Se formó una gran kvutzá en la que estaban javerim de 17, 16, 15, 14 años, todos juntos, que fuimos motivados e impulsados a volvernos madrijim, con un programa igual para todos, basados en un libro que, si mal no recuerdo, se llamaba ‘Esta calle es nuestra’.”

Dicho libro, recuerda Matarasso, sirvió de base teórica para la formación de los madrijim. Cursos de varios meses “con objetivos, discusiones, lecturas todas ellas enriquecedoras, primero para los madrijim y, de ahí, para los janijim.”

En esas épocas doradas, los jóvenes de la HH iban a las escuelas judías y al Centro Deportivo Israelita a reclutar janijim. “Era una competencia sana, incansable, alegre, que nos permitía llegar a un máximo en un mifkad que, luego de algunas semanas, iba perdiendo algunos de los janijim reclutados, al tiempo que se iba fortaleciendo una pequeña kvutzá —pequeña pero bien integrada— con los que quedaban después de haber pasado por el colador.”

Alberto Matarasso recuerda que “veníamos de una familia de muy escasos recursos; estudiábamos en una escuela donde ya la mayoría de los compañeros  eran de familias acomodadas, cosa que para mí era un problema de clase. Fue la tnuá la que me dio un espacio diferente donde encontré amigos que hasta hoy en día siguen siéndolo.”

Experiencias inolvidables, confrontaciones con un padre renuente a la militancia de los hermanos y un enfoque sionista de izquierda marcaron la vida de los jóvenes, aquellos jóvenes que hoy recuerda, décadas después, su paso por la entrañable organización octogenaria. Para los hermanos, “se abrió también la cultura. Un shomer que no leía no era shomer. Empecé también con el cine y la música, actividades culturales y políticas, y un trabajo incansable en el ken, de Campeche. (Luego) nos mudamos a la calle de Tlaxcala y de ahí a la calle de Ozuluama”, en la vieja colonia Condesa, entonces todavía un barrio judío, que pronto se convertiría en otra cosa, y de donde todas las tnuot migrarían, primero hacia Polanco y, luego, hacia los barrios que hoy han sido poblados por una comunidad judía capitalina que se aleja cada vez más de aquel origen.

 

Los nuevos tiempos

También se aleja visiblemente de las ideas de la izquierda revolucionaria que llevó a miles de familias a poblar una Palestina entonces lejana y enigmática, controlada por un Imperio británico que poco después cedería el control para la formación de dos estados, uno judío y otro árabe, de los cuales solo el primero ha logrado consolidarse.

Entre las razones que los miembros de este improvisado grupo de “reconstructores” de la historia de Hashomer Hatzair México encuentran para explicar que su comunidad esté atravesando una época menos lustrosa (al menos en cuanto al número de sus integrantes) que las anteriores, se encuentra el éxodo de la comunidad hacia zonas alejadas del centro de la Ciudad de México, pero también hay razones políticas.

Sol Materasso dice que no conoce muy bien la realidad de las distintas tnuot que comprenden el actual colectivo de organizaciones juveniles de la comunidad. Sin embargo, se atreve a lanzar una hipótesis basada lo que observa al interactuar vía remota con sus excompañeros de escuela.

Ella, como muchos otros, está en un grupo de WhatsApp formado por exalumnos del Colegio Hebreo Sefaradí, “a quienes, a pesar de nuestras diferencias ideológicas, quiero muchísimo.” Dice que entre los 27 participantes, se generan unos 20 mensajes diarios.

“Pues bien, son 26 mensajes de odio al gobierno actual y ninguno a favor, porque yo prefiero no manifestarme. ¿De qué protestan? ¿De que el loco va contra el guachicol? Obvio, no. ¿De que el loco dijo que va a ayudar a los de abajo y no a los de arriba? Obvio, sí. ¿De que el loco va a frenar la corrupción? Más obvio, sí. ¿De que el loco va a cobrar impuestos? Requete más que obvio, sí. ¿De que el loco va por los que compran facturas falsas? Sí, sí, sí.”

Va más allá: “Por definición, para ellos, aunque yo no estoy de acuerdo con esa postura, todo lo que vaya en favor de los de abajo, va en contra de los de arriba.

“No dudo que estas filiaciones derechosas, que yo no comparto, pero no les escatimo sus razones y sus derechos a defenderlas, son compartidas, si mi grupo es representativo (que creo que lo es) por un 26 a 1 de los adultos miembros de la comunidad. No es de extrañar, entonces, que los padres prefieran que sus hijos asistan a movimientos en los que “no les metan ideas locas a sus hijos” que a una tnuá que les va a meter ideas de izquierda.”

 

Un festejo por el pasado, una visión hacia el futuro

“Hoy en día, la gran mayoría de los javerim que van a HH no van a escuelas judías (muchos no son socios ni siquiera del CDI). La tnuá es prácticamente su único marco institucional judío (desde siempre). En ese sentido, como tnuá, HH México fue y es el único o principal contacto para muchos niños y jóvenes con el judaísmo”, reivindica José Hamra para recalcar la importancia de la organización que, en algún momento impreciso de este año, cumple 80 de existir, y que se mantiene como uno de los últimos bastiones de ese sionismo socialista que surgiera en la Europa del tiempo entre guerras.

Renato Huarte Cuéllar, graduado de Pedagogía y Filosofía, y maestro de la UNAM desde 2004, recuerda que “en el año 2000 la Sojnut hizo un censo de la población de las tnuot y de las tnuot clásicas de ese momento un 40% no iba a escuelas judías y la tnuá era el único vínculo judío. Eso ha cambiado con el tiempo.”

Huarte ingresó a la Hashomer Hatzair en 1986 e hizo Ajshará en el ’98, por lo que sus referencias sobre la organización son un poco más recientes que las de los otros miembros antiguos, que han compartido con Enlace Judío innumerables recuerdos, anécdotas y documentos, imposibles de publicar en el espacio de un breve reportaje.

Para él, la militancia que orientó los primeros pasos de la HH sigue viva. “Conozco gente de la tnuá en Israel y en otros países que ha dado luchas fuertes por lo que se ha vuelto una forma congruente de ser y pensar el judaísmo humanista y un Estado de Israel basado en los derechos humanos y la justicia social.”

Piensa que “la tnuá hoy en día puede mejorar en muchas áreas, siendo la ideológica una de ellas. De mi experiencia trabajando con ellos en los últimos 10 años creo que hemos tenido que concentrarnos en la idea de ser madrij, que se ha ido perdiendo, dejando cuestiones ideológicas en un segundo plano.”

De vuelta al tema que nos convocó inicialmente, Chava Lobatón recuerda que “al margen de los momentos históricos que ya han relatado entrañablemente los javerim (…), uno de los proyectos que estamos organizando y trabajando en el Comité de los 80 años, es el archivo histórico de Hashomer en México.

“Justo unos días antes de que se decretara la suspensión de actividades entregamos al CDIJUM (Centro de Documentación e Investigación Judío de México), gran parte del material que teníamos guardado en la casa de la tnuá. De hecho, las actividades iban a empezar con un evento donde se iba a entregar el archivo y exhortar a javerim de todas las épocas ha entregar material.”

Aunque la epidemia de covid-19 se interpuso en los planes, Lobatón recuerda que “contamos con un vasto archivo fotográfico de las décadas de 70 y 80, además de fotos como las que nos han entregado Dofito y Ofelia. La idea es ir teniendo más material para seguir documentando la historia de Hashomer.”

Por eso, convoca a los shomrim a ponerse en contacto con los miembros del comité de los 80 años, “ya sea para entregarnos material o para hacer testimonios orales, que es otro de los proyectos que tenemos.”

Para ello, pone a disposición el siguiente correo electrónico: [email protected]

El pasado domingo, la Hashomer Hatzair realizó el primero de sus eventos de celebración por sus 80 años de existencia, una reunión virtual de Zoom donde javerim de distintas generaciones compartieron sus historias. “Los relatos que escuchamos de las primeras generaciones fueron muy emotivas y nos hicieron llorar a muchos”, recuerda Lobatón.

También fue creado un grupo en Facebook para conmemorar este año histórico para una organización nacida en la utopía, forjada en la resistencia y renuente a la imposición de otras visiones del mundo. Una organización que reivindica la pluralidad, la cultura y el compañerismo, como formas de construir comunidad.

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