Enlace Judío México e Israel – La secreta historia de una profesora canadiense que durante décadas arriesgó su vida para poder salvar a miles de judíos de Damasco  y de Jalab (Alepo)

Mientras que en Europa estaba a punto de comenzar la Segunda Guerra Mundial, en Montreal,  Canadá, a fecha de 26 de diciembre de 1938, nacía una niña de la cual dependerá, años más tarde, el destino de muchos judíos a muchos kilómetros de ella. Su padre, nacido en Rusia, Jack Lev (1898–1983), era un comerciante de pieles y líder de la pequeña comunidad judía de la localidad minera de  Sudbury. La madre , Sarah ( Rivers de soltera)  una judía de Brooklyn, NY,  era ama de casa . Al acabar la secundaria Judy se fue a Toronto para estudiar música.

Judy , que hoy vive en Toronto, es  diplomada en musicología y por eso ha dedicado muchos años de su vida a la docencia de la música en Yeshiva University de Nueva York, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Estatal Youngstown de  Ohio. Pero es conocida en el mundo entero, especialmente en el mundo judío, por otras actividades.

En 1973, enviudó de su primer marido, el Dr. Feld, con quien tuvo tres hijos .  En  memoria de su difunto esposo, Judy creó una fundación destinada a recordar su nombre. Casualmente – o no – un día tuvo conocimiento de la situación que atravesaba a mediados de los años ´70 la comunidad judía siria. Tras la disolución del Imperio Otomano con la Primera Guerra Mundial, Siria pasó a ser un Mandato Francés hasta 1946. Diez años después habían tenido veinte gobiernos distintos y cuatro constituciones. Tras el golpe de estado que derrocó al presidente Shishakli,  en  1954 llegó al poder al nacionalismo árabe de izquierdas (hasta el extremo de firmar un pacto con la Unión Soviética) El ocho de marzo del ´63, tras varios golpes de estado, la izquierda militar , esto es , el Partido de Resurrección Socialista Árabe (Baath) toma todos los poderes del país. Con la Guerra de los Seis Días, el antisemitismo, ya muy fuerte desde 1948, se recrudece y se vuelve una seria amenaza para el futuro de muchos jóvenes que, con ayuda del Mosad,  conseguían huir al Líbano y desde allí, llegar a Israel por vía marítima.

En 1975 una amiga de Judy viajó hasta Arám Tsobá, el nombre que los judíos dan a Jalab (Alepo,  en italiano)  Su objetivo era visitar a su hermano y llegó a estar  detenida  algún tiempo  en una prisión. Cuando consiguió regresar a Canadá  llevaba consigo , escondida, una carta de la comunidad judía, firmada por tres rabinos   que decía : ‘Nuestros hijos son sus hijos, ¡sáquennos de aquí!’”. Judy Feld usó el dinero de la fundación para enviar a Siria objetos litúrgicos y para pagar rescates de judíos sirios que soñaban con huir del país. Como no era suficiente, pues había que sobornar a muchos funcionarios sirios, recaudó fondos en su sinagoga y logró así que liberaran a un judío, enfermo de cáncer,  torturado por la policía; su delito, ser padre de unos hijos que intentaban abandonar el país. Cuando llegó a Canadá, lo ingresaron en un hospital. La  última voluntad de este judío sirio era ver a su madre, en Israel, y Judy cumplió este deseo. Él le pidió entonces  que sacara al menos a una de sus hijas, una joven de 19 años retenida en Siria, y ella prometió hacerlo. Al día siguiente, murió. De inmediato, Judy se puso a trabajar para sacar a aquella muchacha, que luego formó una familia en Israel.

Durante los siguientes 28 años se hizo responsable del mayor secreto del mundo judío: sacó a 3.228 judíos de Siria usando el dinero de las donaciones privadas a la fundación. Ella dice que los fue comprando uno a uno como si fueran ganado. Y no sólo sacaba personas, sino que consiguió también que,  con las personas,  salieran preciosos objetos litúrgicos de la comunidad. Feld Carr , cuando no pudo sobornar a más funcionarios, entró en el oscuro mundo del contrabando. Con un gran costo y riesgo personal, se enfrentó a personas sospechosas que por grandes sumas de dinero contrabandeaban  con personas y bienes a través de la frontera siria con Turquía. Una vez en Turquía, aquellos a quienes Feld Carr pagó para pasar de contrabando, eran trasladados silenciosamente a Israel.

Puesto que era presidenta del Congreso Judío de Canadá, presionó al gobierno canadiense para conceder la ciudadanía a los refugiados sirios. Sus acciones se detallan en el libro de Harold Trooper: El rescate de Dios: la notable historia del papel de una mujer en el rescate de judíos sirios.

Judy Feld ha vivido todos estos años sometida al miedo de ser objetivo mortal de las fuerzas de inteligencia siria, que llegaron a identificarla.

Yitzjak Rabín Z”L reconoció su impagable contribución a la comunidad judía y Judith fue condecorada en 2012 por Shimon Peres Z”L. Ha  sido galardonada con el Premio Simon Wiesenthal a la Tolerancia, Justicia y Derechos Humanos y con el Premio Humanitario al Mérito de la universidad de Haifa, entre otros muchos galardones importantes, tanto en Canadá como en otros países.

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