Enlace Judío México e Israel – Los seres humanos no están diseñados para lidiar con altos niveles de incertidumbre, afirma la Dra. Megan Auster-Rosen, psicóloga clínica del hospital Cedars-Sinai Los Ángeles.

La pandemia de la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) puede resultar estresante para las personas. El temor y la ansiedad con respecto a una nueva enfermedad y lo que podría suceder pueden resultar abrumadores y generar emociones fuertes tanto en adultos como en niños. Las medidas de salud pública, como el distanciamiento social, pueden hacer que las personas se sientan aisladas y en soledad y es posible que aumente el estrés y la ansiedad. Sin embargo, estas medidas son necesarias para reducir la propagación del COVID-19. Lidiar con el estrés de manera saludable lo fortalecerá a usted y fortalecerá a sus seres queridos y su comunidad.

El estrés durante el brote de una enfermedad infecciosa puede en ciertos casos incluir reacciones como:

Temor y preocupación por su salud y la salud de sus seres queridos, su situación financiera o laboral, o la pérdida de servicios de apoyo de los que depende.

Cambios en los patrones de sueño o alimentación.

Dificultades para dormir o concentrarse.

Agravamiento de problemas de salud crónicos.

Agravamiento de problemas de salud mental.

Mayor consumo de tabaco y/o alcohol y otras sustancias..

Cada uno reacciona de manera distinta a las situaciones de estrés

La manera en la que responde ante el estrés durante la pandemia del COVID-19 puede depender de sus antecedentes, el apoyo social de familiares o amigos, su situación financiera, su salud y antecedente emocional, la comunidad en la que vive y muchos otros factores. Los cambios que pueden suceder debido a la pandemia del COVID-19 y la manera en que intentamos controlar la propagación del virus pueden afectarnos a todos.

Las personas que pueden responder con mayor intensidad al estrés de una crisis incluyen:

Personas que tienen mayor riesgo de enfermarse gravemente a causa del COVID-19 (por ejemplo, adultos mayores y personas de cualquier edad con ciertas afecciones subyacentes).

Niños y adolescentes.

Personas encargadas de los cuidados de familiares o seres queridos.

Trabajadores en la primera línea como proveedores de atención médica y personal de respuesta a emergencias,

Trabajadores esenciales de la industria de alimentos.

Personas con enfermedades mentales prexistentes.

Personas que consumen sustancias o tienen un trastorno por abuso de sustancias.

Personas que perdieron sus trabajos, les redujeron la jornada laboral o tuvieron otros cambios importantes en sus empleos.

Personas con discapacidades o un retraso en el desarrollo.

Personas en aislamiento social, incluidas aquellas que viven solas y en áreas rurales o fronterizas.

Personas en ciertos grupos de minorías raciales y étnicas.

Personas que no tienen acceso a información en su lengua principal.

Personas sin hogar.

Personas que viven en entornos de concentración de personas (grupales).


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