Enlace Judío México e Israel – En unos días en Israel y en el mundo se estará celebrando la festividad de Sucot. Miles de judíos saldrán de sus casas para habitar chozas hechas de madera o tela y techos de palma. Es una de las fiestas más bonitas y alegres de esta época del año. En ella recordamos las nubes de Gloria que acompañaban a los judíos en el desierto y la Presencia Divina que los cubría con ellas. Es una fiesta que se centra en la importancia de la alegría como motor espiritual y la fortaleza de la fe. Uno de los textos centrales de la festividad es el libro de Kohélet (Ecleciastés) el cual comparte muchas de las enseñanzas que la misma naturaleza y los ritos de la festividad trasmiten.

La fe como base del mundo material

Cuando uno empieza a leer el libro de Kohélet pareciera que el texto ataca la materialidad, los placeres o la alegría y pareciera que aboga más por un ascetismo místico, separado del mundo que por un involucramiento con la vida presente. Sin embargo cuando uno avanza en versos se da cuenta que el poeta también llama “banal” a quien a D-os dio bienes y activamente se separa de ellos. El libro nos pide beber, comer y disfrutar de la riqueza que D-os nos da. También llama “banal” a aquel que es incapaz de sentir alegría y que es presa de su tristeza continuamente. La pregunta es lógica ¿cómo puede la materialidad ser necesaria y vana al mismo tiempo? A qué se refiere al poeta cuando genera el contraste entre las formas de acercarse a los placeres del loco y las formas del sabio.

Una posible respuesta es que sólo el hombre que se pierde en ellas es el que cae en la locura. Sólo aquel que se olvida de D-os o que se olvida de sí mismo puede llamarse vano. Bajo la perspectiva de Kohélet, las cosas materiales existen con el fin de traer mayor alegría al hombre y que a través de esa alegría pueda acercarse el bien y reproducirlo. La mesura, la fe y el temor son guías que ayudan al hombre a no olvidar la bondad que es lo único que permanece a lo largo del tiempo.

El hombre que cae sin mesura en los placeres, pierde todo por ellos, se olvida del juicio de D-os y se pierde a sí mismo; lo mismo sucede con el hombre que acumula riqueza queriendo hacer a ésta eterna, su riqueza la disfrutan otros y ve como sus hijos se corrompen a raíz de ella; por otro lado el que se separa de la riqueza y del mundo, se pierde en el estudio y es incapaz de ver aquello que lo rodea tampoco es visto con buenos ojos por el poeta pues termina por caer en la banalidad del loco. Sin embargo, aquel que disfruta de sus bienes a través de la fe sabiendo que éstos dependen de D-os y dotándolos de bondad es quien encuentra la verdadera felicidad en el mundo material. Ése mensaje también es claro en Sucot.

Salimos de nuestra casa para saber que podemos desprendernos de nuestros bienes, estamos a la intemperie, sin embargo, construimos la sucá con lujo en su interior porque tenemos la obligación de disfrutarla. De encontrar a D-os en ella, de refinar el mundo material para bendecir las bondades del mundo creado por D-os. Lo mismo hacemos con las cuatro especies que son bellas al tacto, al gusto, al olfato y a la vista. En Sucot, al igual que en Kohélet se trasmite amor al mundo material cuando éste es portador de la belleza de D-os y cuando nos ayuda a acercarnos a Él.

La importancia del momento presente

Otro de los grandes aprendizajes de Kohélet son los versos famosos sobre el tiempo en donde se nos dice que “hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir / un tiempo para plantar y un tiempo para cosechar / un tiempo para llorar y un tiempo para reír…” El texto constantemente nos recuerda la importancia de estar en el tiempo presente. Nos invita a disfrutar plenamente de la fuerza y la alegría de la juventud sin embargo, le llama a ese tiempo “vanidad” pues aquel que se queda recordando sus años jóvenes perdió la oportunidad de crecer a través de ellos y encontrar la felicidad en el presente. Nos invita a no pensar en el tiempo pasado como mejor al presente. También nos muestra que de cada tiempo podemos aprender tanto de las cosas buenas como de las malas, pues D-os hace ambas.

Sucot también nos obliga a ver a D-os en el presente, pues nos muestra que está ahí con nosotros en la sucá. Y que Su Presencia nos rodea en todo momento.

La alegría como base de la espiritualidad

Finalmente Kohélet hace un énfasis muy grande en la importancia de perseguir la felicidad a través de medios que sean estables. Hace una lista de cosas que son vanas y cuyos gustos se acaban con el tiempo, sólo para hablar de la importancia de buscar aquello que consideramos permanente e importante. En Kohélet la base de la espiritualidad es la felicidad, sin embargo, aquella que es estable y te lleva a la plenitud a lo largo del tiempo. Termina cerrando que ésta se encuentra en la fe y en D-os. Sucot trasmite el mismo mensaje, la sucá nos enseña que uno puede ser feliz con lo más elemental cuando vive una vida llena de sentido y espiritualidad.