Enlace Judío México e Israel – Boaz Kolodner de 47 años de edad, es uno de los primeros voluntarios que participará en los ensayos clínicos de la vacuna desarrollada por el Instituto de Investigación Biológica de Israel que comenzarán el próximo domingo 1 de noviembre.

Hasta ahora, la vacuna sólo se ha probado en animales pequeños, como ratones, hámsteres, conejos y cerdos. Pero Kolodner, ingeniero y padre de tres hijos, comenta que no esta preocupado. “Tal vez me equivoque, pero no tengo miedo. El coronavirus, por otro lado, sí me preocupa”, dijo a The Times of Israel.

“Creo que esto es lo mejor que podía hacer para ayudar. Todos sabemos la situación en la que estamos y todas nuestras esperanzas están puestas en esta vacuna. Soy un hombre de acción y creo que la poca ayuda que puedo proporcionar, podría beneficiar a muchos de nosotros. Parecía bastante razonable, así que decidí donar mi cuerpo a la ciencia”, indicó Kolodner.

“Hemos comenzado un chequeo en el Centro Médico Sheba, donde nos tomarán sangre y realizarán otros estudios para comprobar que estamos listos. Es decir, que no tenemos anticuerpos de una infección previa de COVID-19 y obviamente no somos portadores del virus ahora”, añadió.

“El domingo nos pondrán las inyecciones. Algunas serán de placebo y otras reales. Nos quedaremos en el hospital durante 24 horas y luego tendremos un seguimiento semanal, con análisis de sangre una vez a la semana y después de un tiempo, cada dos semanas. Estas pruebas comprobarán que el organismo está actuando como debería a la vacuna y genera anticuerpos para protegerse del coronavirus”, explicó.

A pregunta expresa sobre la reacción de su familia cuando se ofreció como voluntario dijo: “Mi padre tiene 82 años y mi madre 76. Al principio estaban un poco preocupados, pero mientras más hablábamos del asunto, más se alegraban. Y mi esposa no trató de desanimarme. Tal vez ella pensó que era una manera de deshacerse de mí”, bromeó.

Para Kolodner su contribución no es más que la de alguien que lleva comida a una familia necesitada o hace cualquier otra cosa para ayudar a otros durante la pandemia.

“Cada uno de nosotros hace lo que puede en el lugar donde vive y por la sociedad que nos rodea. Algunos ayudan a los hambrientos, otros a los ancianos, y yo doy mi cuerpo a la ciencia. Podemos hacer un gran alboroto, pero no creo que sea gran cosa”, dijo.

“Soy un pasajero. El mérito es para aquellos que crearon la vacuna y realizan el estudio. Yo solo soy un voluntario de la pandemia, como la gente que da clases particulares a los niños que no pueden ir a la escuela. Todos hacemos lo que podemos”, expresó Kolodner.

El director de la Unidad de Investigación Clínica Temprana de Sheba, Aharon Ben-Ami, afirmó que el ensayo clínico se llevará a cabo de la manera más segura y eficiente posible.

“El ensayo consiste en una vacuna y luego un año de seguimiento. Para pasar de la primera a la segunda fase, todo tiene que funcionar correctamente, pero supongo que estamos hablando de semanas entre cada fase”, explicó.

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