Hoy se decidirán cosas “trascendentales” como quién será el próximo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, y yo aquí en esta lluviosa tarde descubriendo cosas que no sabía. Cosas como que si quiere casarse en esta época a pesar de la pandemia y encontrar el amor de su vida, puede llamar al “casamentero electrónico”.

Avi Manor es un brillante economista y hombre de ciencia israelí de 43 años de edad, residente de Bnei Brak (aunque no es religioso) quien después de haber salido en varias ocasiones con mujeres que le gustaban físicamente pero no le satisfacían espiritualmente, decidió inventar una nueva computadora con cerebro electrónico, que según comentan quienes han pedido sus servicios, es una verdadera maravilla.

La computadora no sustituye a la chica o al chico, claro que no, pero sí determina el tipo de persona que mejor puede congeniar con otra del sexo opuesto, o del mismo sexo ya que vivimos en la modernidad. Es decir, que el aparato en cuestión, una vez que tú (o usted), le has hecho confidencias, sobre tu propio carácter, hábitos e inclinaciones, en un abrir y cerrar de ojos te sugiere automáticamente la clase de pareja que más te conviene.

Según Manor, que dice ser médico, la personalidad de una persona cuenta mucho más que el color de sus ojos, la forma de sus piernas, si es gorda o delgada, o que las medidas tradicionales femeninas de pecho, cintura y cadera. Según él, los lineamientos del carácter son mucho más importantes que los del cuerpo, y son un factor clave para que una persona congenie con otra, especialmente si de amores se trata.

Estoy de acuerdo. Así como es fácil apreciar las características físicas de una mujer o un hombre al primer golpe de vista, resulta sumamente difícil determinar las psíquicas en el momento de conocerla. Por regla general se requiere salir con ella o él en varias ocasiones, para empezar a “evaluar” su personalidad. Cosa difícil en esta época de encierros y contagios. Y, además, y sucede con frecuencia, que cuando por fin se da uno cuenta del verdadero carácter de la otra persona, ya es demasiado tarde. Cuántos matrimonios (especialmente entre los jóvenes) hay por ahí que se tiran de los cabellos por no haberse conocido más a fondo antes de casarse.

“¡Quién iba a decirme!”, -se lamentan algunos maridos y esposas frustradas- “que aquella Ana tan dulce como la miel, con quien fui al cine en tres ocasiones, iba a convertirse en el tigre de Bengala que ahora es”.

Y no es tanto que Ana, o David, o Salomón, o Rebeca, hayan cambiado después de la boda, sino que el esposo o esposa no tuvo el tiempo necesario para analizar su verdadero carácter con mayor detenimiento, por andar analizando “otras cosas” durante la breve temporada del noviazgo.

Fue precisamente para evitar estos desengaños, que el astuto doctor Manor ha inventado y construido su supercomputadora, que es una especie de consultorio sentimental electrónico. Y aunque hoy día además de casamenteras hay muchos métodos para buscar una pareja en Israel, Manor piensa que el suyo es el mejor.

Para comenzar, se invita a los candidatos a llenar un cuestionario con cien preguntas sobre temas religiosos, políticos, de educación y costumbres. Se les pregunta acerca de sus gustos y aficiones, sus experiencias sentimentales anteriores, sus reacciones ante determinada situación y sus enojos y rencores. Una vez que se ha completado el cuestionario, se perfora una tarjeta con símbolos especiales y se introduce al disco duro de la computadora la cual analiza y digiere la información dentro de la más absoluta imparcialidad.

Su frío cerebro electrónico sopesa las virtudes y defectos, los gustos y aversiones de los candidatos, y después de unos minutos de ronroneo felino y de luces que se encienden y apagan como un árbol de Navidad, por el otro extremo del artefacto sale la descripción de la persona que mejor puede congeniar contigo, ya sea simplemente para ir a bailar el sábado en la noche o para caminar juntos a la Jupá y pagarle (si es mujer) el gasto todos los meses con un mínimo de peleas y malos tratos.

El invento como ven, es sencillamente genial. Las indicaciones del aparato evitarán un sinnúmero de contrariedades y decepciones, sobre todo, a los jóvenes, que aun no tienen experiencia y que caen como pajaritos guiándose para elegir pareja solo por el color del cabello o el modo de caminar de la mujer o el hombre.

Para tal efecto el doctor Manor se propone utilizar la computadora principalmente entre los estudiantes universitarios, cobrándoles la módica suma de 300 shequels por el servicio.

Lástima que cuando yo era adolescente no había computadoras sofisticadas y tampoco tenía 300 shequels.


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