Enlace Judío – Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv y el Colegio Académico y Tecnológico de Tel-Hai revela que uno de cada cinco israelíes presenta niveles altos o muy altos de depresión, informó The Jerusalem Post.

Desde el comienzo de la crisis de coronavirus, los síntomas de depresión en la población israelí han aumentado significativamente, del 14% en mayo al 18% en julio y el 20% en octubre de este año.

El estudio encontró que durante la segunda ola del contagio, casi una de cada tres personas (29%) sufrió síntomas extremos o muy extremos de ansiedad, contra un 23% en mayo y un 27% en julio.

En comparación, en 2018, solo el 12% de la población reportó niveles de ansiedad altos y muy altos.

“Es preocupante ver que con el tiempo, la resiliencia disminuye y la ansiedad y la depresión va en aumento”, señaló la Dra. Bruria Adini del Departamento de Gestión de Emergencias y Desastres de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Tel Aviv, quien dirigió el estudio.

El Dr. Zvi Fishel, psiquiatra y presidente de la Asociación Psiquiátrica de Israel, envió una carta al ministro de Salud Yuli Edelstein expresando su preocupación por el aumento del número de remisiones a clínicas psiquiátricas desde el comienzo de la pandemia.

“Debemos prepararnos para las consecuencias de la pandemia y evitar el ‘Yom Kipur’ del sistema de salud en general y de la salud mental en particular”, escribió Fishel.

Un dato interesante que resultó de la encuesta de más de 800 adultos israelíes fue que personas jóvenes, de entre 31 y 40 años de edad, presentaron niveles más altos de amenazas percibidas y depresión en comparación con los mayores de 61 años.

“Se podría pensar que la población de mayor edad presentaría niveles más altos de amenazas percibidas y menor resiliencia, pero nosotros encontramos lo contrario”, comentó Adini.

“El estudio refleja el impacto de la crisis de COVID-19 y el grave daño a la capacidad de resiliencia mental del público”, afirman los investigadores. “En su mayor parte, esto sugiere un daño mental que no es visible exteriormente, y por lo tanto no está siendo tratado adecuadamente. Es importante subrayar que la ansiedad, y especialmente la depresión, pueden afectar negativamente al funcionamiento cotidiano de la población en el hogar, el trabajo, la vida comunitaria, el cuidado de la salud, etc.”

“Sobre todo, mientras más personas sufren síntomas de depresión, menor es su motivación y deseo de cooperar y adherirse a las restricciones y medidas de distanciamiento social”, dice el comunicado.

Adini explicó que el estudio analizó cómo se sentía la gente, pero no si busca ayuda. “Creemos que un gran número de personas no busca ayuda”, dijo. “Esto es preocupante en sí mismo”.

Destacó que los encuestados son “personas funcionales que tenían empleo, familia y demás, y en los últimos nueve o diez meses su realidad cambió”.

Por último, sostuvo que si la gente no se trata, su ansiedad y depresión actual podría convertirse en un trastorno de estrés postraumático, y “queremos evitarlo a cualquier precio”.

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