Enlace Judío – A pesar de que la mayoría de las notas con respecto al conflicto palestino israelí refieren a la violencia, el terrorismo y el odio, existen grupos tanto en Israel como en Palestina que buscan soluciones no violentas a este.

Uno de ellos es Combatants For Peace (Combatientes por la paz). La organización está conformada por gente que haya formado parte del círculo de violencia: tanto soldados de las FDI como combatientes palestinos. Su objetivo es construir la infraestructura social necesaria para una convivencia óptima entre ambos pueblos mediante objetivos comunes, así como acabar con la ocupación israelí de Cisjordania.

De acuerdo con el sitio oficial de Combatants For Peace, la ocupación es una enfermedad que ha corrompido a todos los niveles de la sociedad israelí: ellos sostienen que el actual escándalo de corrupción por parte del gobierno de Netanyahu tiene que ver con la ignorancia de la humanidad del otro que se ha perpetuado desde el inicio de la ocupación. Según la organización, Israel se ha separado de los valores bajo los que se fundó: “igualdad, derechos humanos y el derecho de autodeterminación para todos”. Señalan que conceptos como el acceso al agua, la posibilidad de ir a la playa o la propiedad privada no aplican de igual manera para los dos pueblos, ya que Israel controla estos tres aspectos en la vida de los palestinos. 

La organización se creó después de reuniones entre israelíes y palestinos, en las cuales se dispusieron a escuchar las historias personales de los distintos asistentes. Hoy en día, tienen en su sitio una sección dedicada a testimonios de gente que participó en la violencia relativa al conflicto o fue testigo de ella.

Dos historias que hablan de diferentes lados del conflicto

Sulaiman Khatib creció impactado por la ocupación. Él testifica que le dolía ver las casas de sus amigos siendo destruidas y a niños entrando a la cárcel israelí sin juicio. Cuando cumplió quince años, se unió al movimiento Fatah, dentro del cual se dedicó a lanzar piedras a soldados israelíes y preparar bombas molotov. Nublado por el enojo y la sed de venganza, decidió robarle sus armas a dos soldados israelíes. Para hacerlo, los trató de apuñalar porque “no los veía como seres humanos”, acción que lo llevó a la cárcel. Dentro de ella, encontró que las condiciones no eran óptimas para la supervivencia digna. Intentando cambiarlas, se unió a varias huelgas de hambre. Al hacerlo, se dio cuenta de cómo la resistencia no violenta podía ser un vehículo de cambio. Durante su tiempo restante en la cárcel, decidió educarse, ya que nunca había tenido una educación formal. Así, leyó la historia del pueblo judío y comprendió que había múltiples narrativas sobre el conflicto. Finalmente, después de ver el filme La lista de Schindler, comenzó a entender que los judíos, a quienes había considerado sus enemigos, también eran personas que sufrían. Por lo tanto, se dio cuenta que el verdadero problema era el odio y el miedo al otro. Al salir de la cárcel, se unió a Combatants For Peace, y aunque le sigue siendo difícil vivir bajo el yugo de la ocupación, ahora está convencido de que la única solución al conflicto es por medio de la no violencia, con los dos pueblos luchando por la igualdad de todos.

Shai Eluk, por el otro lado, creció en Israel como un niño judío durante la segunda intifada. Él asegura haber visto mucha sangre a sus alrededores. De hecho, cuándo tenía catorce años, uno de los camiones de su escuela fue víctima de un ataque terrorista, donde uno de sus compañeros fue asesinado. A los 18 años, como la mayoría de la sociedad israelí, Shai se unió al Ejército. Dice que cuando le enseñaron la frontera de Gaza, les dejaron en claro que de un lado estaban “los buenos” y del otro “los malos”. Asimismo, relata que un día se le encargó defender la valla que separa Israel y la Franja de Gaza de una protesta palestina que habría allí. Se les ordenó esparcir gases lacrimógenos, así como disparar en los piernas a los protestantes que se aproximaran al muro. Regresando del evento a la base, se enteró de que algunos de los manifestantes habían sido heridos, perdido sus piernas y que uno había sido matado. Marcado por esa experiencia, su confianza en la moralidad del Ejército se comenzó a erosionar. Sus posteriores encuentros con arrestos violentos y agresiones en los puntos de control fronterizos solidificaron ese sentimiento. Eluk pensaba que sus comandantes y generales no hacían nada para cambiar la dolorosa realidad de los palestinos. Según él, las ordenes ambiguas de sus superiores daban pie a violaciones de los Derechos Humanos, que eran comunes. Al finalizar su servicio militar, se unió a Combatants For Peace. Mediante las platicas y actividades, cuenta que los palestinos a los que alguna vez había considerado sus enemigos, se volvieron su segunda familia.

Ceremonia de Yom Hazikaron conjunta

Como Khatib y Eluk, la mayoría de los palestinos e israelíes han tenido encuentros con la violencia. Por ello, Combatants For Peace hace cada año una ceremonia de Yom Hazikaron (día israelí del recuerdo a las víctimas del conflicto) conjunta entre los dos pueblos. En ella, los afectados de ambos pueblos viven su duelo juntos y reafirman que la paz es la forma de salir del creciente espiral de violencia. A pesar de críticas tanto de las autoridades israelíes como de las palestinas, el evento sigue atrayendo a miles de personas, incluyendo personalidades como el autor israelí David Grossman, cuyo hijo murió en 2006 en la segunda guerra de Líbano.

Personalmente, creo que si bien grupos como Combatants For Peace no podrán resolver el conflicto por sí mismos, son una parte importante de su resolución. Tanto del lado israelí como del palestino, hay razones de sobra para considerar al otro como el enemigo. Sin embargo, cuando se comienza a entender la humanidad ajena, se genera una empatía que puede ayudar a crear un lugar menos violento.

 


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