Enlace Judío México e Israel – Generalmente, cuando queremos hablar de la educación de los hijos utilizamos la expresión Jinuj Banim, entendiendo que hay estrategias y modos particulares de guiar al niño hacia su pleno desarrollo.

Muchas veces, madres y padres bien intencionados buscan consejos y fórmulas para brindarles a sus hijos la mejor guía y acompañamiento, sin tener en cuenta que NO HAY recetas mágicas en la educación que sean aplicables a todos los niños de manera universal, al estilo de “si su hijo hace esto, entonces le pasa esto y haga esto y aquello”; tampoco sirven los métodos que apaciguan síntomas y no se enfocan en las raíces de las dificultades. Sería un error educar a los niños con el principio de causa-efecto, dado que todo niño es único y distinto a cualquier otro individuo. Debería ser un proceso individualizado en todos sus abordajes.

El término Jinuj Banim hace referencia a que el sujeto de la educación es el niño.

Jinuj Orim hace referencia a que el sujeto de educación somos NOSOTROS MISMOS, LOS PADRES.

Es fácil poner la responsabilidad en los más pequeñitos cuando nosotros mismos, como adultos responsables y conscientes de nuestras decisiones y acciones, necesitamos tener más paciencia, mejorar nuestras formas de comunicación con los demás, ser más caritativos, responsables y refinados. Les queremos “enseñar” a ellos todas estas habilidades cuando nosotros mismos como padres aún tenemos el arduo desafío de AUTOEDUCARNOS.

Para ser más precisos, podemos decir que el Jinuj Orim ES el Jinuj Banim.

En la medida en que nosotros mismos seamos personas más refinadas, más delicadas, sensibles y humanas, ellos también lo serán. En la medida en que nosotros seamos un ejemplo vivo de las cualidades y el amor al estudio y a las Mitzvot, ellos también lo harán. Ellos aprenden de lo que hacemos mucho más que de lo que decimos.

Padres que quieran invertir esfuerzo en la educación de sus hijos sin duda deberán hacer un gran trabajo en sus propias cualidades y, cuando ellos logren ser padres en trabajo constante, en su propio auto perfeccionamiento, estarán enseñando a sus hijos a ser individuos en trabajo constante en su propio refinamiento personal, a toda edad, como forma de vida de un Yehudi.

No tenemos que ser perfectos y está permitido equivocarnos (¡y más de una vez!). Lo importante es ser conscientes de que la educación a los demás empieza por la autoeducación, en ponernos como padres en trabajo personal, conscientes de que Di-s nos ha dado a nuestros hijos como herramientas por excelencia para conocernos a nosotros mismos y para trabajar nuestras cualidades en su máximo potencial.

Empecemos por Jinuj Orim.

No son ellos. Somos nosotros.


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