Enlace Judío – La vacuna rusa Sputnik V demostró una efectividad de 100% para prevenir cuadros graves de COVID-19. Para saber cómo va su aplicación en Argentina y qué podemos esperar en México, donde ya se ha autorizado su uso de emergencia, conversamos con Nora Bär, periodista científica del rotativo argentino La Nación.

Argentina fue uno de los primeros países del mundo en autorizar el uso de emergencia de la vacuna de fabricación rusa Sputnik V, antes incluso de que los resultados preliminares de los estudios de fase 3 fueran divulgados al público.

El propio subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, viajó a Argentina en diciembre pasado para conocer de cerca la experiencia de aquel país en su adopción de la vacuna, criticada por muchos (no siempre con fundamentos) y esperanzadora para otros.

A unas horas de que la prestigiosa revista científica The Lancet anunciara los resultados preliminares de los estudios de fase 3, que muestran una eficacia de 91% para prevenir la infección de SARS-CoV-2, una seguridad altísima y una marca perfecta en la tarea de evitar cuadros graves de la enfermedad, Carol Perelman conversó, para Enlace Judío, con la periodista especializada argentina Nora Bär, quien además de llevar décadas comunicando sobre ciencia de forma profesional, es una sobreviviente del temido COVID-19.

“Todo esto se vive con un vértigo impresionante porque las novedades van cambiando día a día”, dice Bär, al referirse al ritmo con que fluye la información respecto a este nuevo coronavirus que tomó al mundo desprevenido.

“Había una promesa de que, si (la vacuna) era aprobada por nuestra autoridad regulatoria, nos iban a ir enviando” las dosis suficiente para vacunar a la población del país sudamericano. El trabajo de las autoridades sanitarias de Argentinas para conseguir la vacuna, y para asegurarse de su seguridad, fue minucioso.

Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud, y el rostro más visible de la sanidad argentina en la lucha contra la epidemia, viajó dos veces a Moscú, Rusia. Acompañada de otros expertos, visitó las plantas donde se elabora, habló con los científicos, y supervisó el curso de los ensayos de fase 3, cuyos resultados apenas se dieron a conocer al público en general.

Al respecto, Bär afirma que la publicación de los resultados en revistas científicas y la autorización de una vacuna en cada país “son dos caminos que se corren de manera paralela”. Una vacuna se puede aprobar aunque los resultados de los ensayos no se hayan publicado aún, y fue justo eso lo que hizo el gobierno argentino.

El 29 de diciembre, Argentina comenzó la titánica tarea de vacunar a una población de casi 25 millones de personas, comenzando, al igual que México, por los cuerpos médicos que enfrentan la batalla cotidiana contra el enemigo invisible.

“Hubo una gran discusión en Argentina, hubo personas que no estaban de acuerdo, sospechaban, pensaban que faltaban pruebas” que validaran la eficacia y la seguridad de la Sputnik V, cuyo nombre ya alimentaba las sospechas de una intención política cuando, quizá prematuramente, el gobierno ruso anunció que la vacuna estaba lista, a finales del año pasado.

“Sí había pruebas pero no se podían publicar sin el permiso del centro Gamaleya y del Fondo Ruso de Inversión Directa”, dice Bär, quien ha dedicado su vida a la divulgación científica y al periodismo especializado.

Los resultados publicados por The Lancet son preliminares, pues no recogen la información de la totalidad de los casos estudiados sino de la mitad de ellos. Esto, sin embargo, no pasa solo con la Sputnik V.

Ninguna de las cuatro vacunas aprobadas han concluido el estudio de fase 3. “Se hace un corte cuando hay un suficientes eventos, o sea, cuando hay suficientes contagiados, para decirlo en lenguaje llano, para tener una conclusión” que, en este caso, es muy favorable y “derriba todo tipo de obstáculo” para los que pensaban que la vacuna estaba “floja de papeles”.

The Lancet publicó que la vacuna tiene una eficacia de 91% y de 100% para prevenir muertes por COVID-19. Ahora, Argentina espera la llegada de “de una cantidad de dosis importante” para seguir su campaña de vacunación, que hasta ahora ha alcanzado a unos pocos cientos de miles de personas.

Los vacunados, un laboratorio viviente

Los primeros países en vacunarse mostrarán si las vacunas funcionan para frenar la pandemia. Es el caso de Argentina, donde a campaña de vacunación acaba de cumplir un mes de iniciada. Sin embargo, la cantidad de vacunados no es suficiente para saber si la estrategia dará los resultados que se esperan.

“Empezamos el 29 de diciembre, así que recién acaba de completarse un ciclo (…). Algo más de 106 mil personas que completaron todo el esquema de vacunación. Es todavía un poco pronto para verificar si hay descenso de contagios, como sí se puede trazar una hipótesis en Israel, donde ya hay más de 15% de personas vacunadas”.

Lo que sí se puede apreciar es la seguridad de la Sputnik V, que a decir de Bär “es totalmente congruente y consistente con lo que se informa en el estudio de fase 3” que acaba de publicarse.

“Solo hubo 12 mil efectos adversos, más o menos el 4%, y fueron eventos adversos leves, como puede ser fiebre, cefaleas, dolor de músculos, un poco de decaimiento”, es decir, los efectos que se esperan de cualquier vacuna.

Además, dice Bär, se tiene que analizar si el efecto adverso es producido por la vacunación o por otras causas. “El 99.5% (de estos efectos adversos) fueron muy leves. Hubo algunos muy poquitos, que fueron decenas, que requirieron un control más de cerca”, como hospitalización.

En el estudio de fase 3 “hubo más efectos adversos en el grupo placebo que en el grupo vacunado”, lo que demuestra la seguridad de la vacuna, cuya tecnología es hasta cierto tipo novedosa, pues cada una de las dos dosis que componen el esquema completo de vacunación utiliza un vector viral diferente, los adenovirus 5 y 26, que han sido modificados genéticamente para que no representen una amenaza a la salud.

Esta estrategia busca eludir una posible reacción inmune del cuerpo, que podría reconocer a cualquiera de los adenovirus por separado, puesto que se trata de entidades biológicas frecuentes en infecciones respiratorias humanas.

Totalmente efectiva para prevenir muertes

Bär sonríe cuando comparte con nosotros las buenas noticias. Especialmente, la alta efectividad de la vacuna Sputnik V para prevenir casos graves y muertes asociadas al COVID-19. Sin embargo, recuerda que la efectividad social de la vacuna dependerá de que se aplique masivamente, y no solo en las poblaciones de riesgo.

“El primer muerto de febrero, aquí en la Argentina, es un chico de 22 años”, dice y agrega que “es importante que lo hagamos entre todos” si no “las personas que no se puedan vacunar van a quedar a expensas de lo que haga este coronavirus, que no es tan benévolo”.

Otra buena noticia es que, a diferencia de otras vacunas, que no se probaron en personas adultas mayores, la Sputnik V es efectiva en poblaciones de mayores de 65 años. Además, no se reportó que la vacuna representara un riesgo para personas con historial de alergias graves, por lo que Bär afirma que, en principio, es apta para todos.

“La vacuna Sputnik no produjo episodios de anafilaxia (…) así que en principio no habría grupos en los que no hay que aplicarla. Pero no hay estudios hechos en grupos específicos, como inmunodeprimidos, personas con VIH, mujeres embarazadas”, por lo que estos grupos tendrían que consultar con sus médicos antes de aplicársela.

También los “mayores de 87 años deberían de consultar con su médico, para ver si corresponde. En principio y en teoría, no habría indicación de no vacunarse, pero como no se ensayó (en personas tan mayores), la indicación es que las personas arriba de 87 años consulten con su médico” antes de vacunarse.

Los retrasos y las segundas dosis

Al igual que en México, Alemania y otros países, las farmacéuticas han tenido problemas para entregar a tiempo las vacunas prometidas, por lo que en muchas latitudes se vive un desfase que podría comprometer la aplicación oportuna de las segundas dosis de vacunas como la de Pfizer y la Sputnik V.

Sin embargo, de acuerdo con Bär, esto podría ser un problema menor, puesto que conforme avanza nuestro conocimiento de la enfermedad y, en este caso, de la protección que contra ella ofrecen las distintas vacunas, los protocolos de vacunación podrían flexibilizarse.

“En principio el esquema de vacunación es dar la primera dosis y a los 21 días dar la segunda (…). Lo que vieron los investigadores es que a los 18 días de aplicada la primera dosis ya empiezan a divergir el grupo placebo del grupo vacunado (…). Incluso con una primera dosis ya hay protección para evitar casos graves de COVID-19. Y esto abre la posibilidad (…) de que para acelerar la vacunación, tal vez se pueda pensar en inmunizar a más gente con la primera dosis para que ya tengan una protección (…). Y por otro lado, hoy, en la conferencia de prensa que dieron en el centro Gamaleya, se insistió en que hay acuerdos con AstraZeneca (…) para estudiar si es posible combinar ambas vacunas (…)”.

Esta posible inmunización cruzada “eliminaría el cuello de botella y se podrían combinar varias vacunas para acelerar el proceso de vacunación” en un mundo poblado por 7 mil millones de personas urgidas de inmunidad.

“Tal vez en las próximas semanas o un par de meses cambie la indicación” inicial y se pueda retrasar la aplicación de la segunda dosis, con lo que podría vacunarse a más personas en menos tiempo.

Bär se tomó algunos minutos para responder a las preguntas de los usuarios de Enlace Judío que seguían la transmisión en vivo de la conversación entre ambas divulgadoras de la ciencia. Alguno de los usuarios quiso saber si, por ejemplo, las personas que ya padecieron COVID-19 debían ponerse la vacuna.

Al respecto, la experta dijo que “la vacuna da, incluso, más inmunidad que la inmunidad natural que obtenemos tras haber pasado la enfermedad”, además, recordó que no se sabe cuánto tiempo dura la inmunidad natural, por lo que recomendó su aplicación, incluso si ya se sobrevivió al COVID-19.

Antes de despedirse, Bär celebró lo que considera un prodigio científico: la creación en tan poco tiempo de no una sino varias vacunas para prevenir la infección por SARS-CoV-2. “Creo que no tenemos dimensión de lo que logró la ciencia en meses”, dijo, y recordó que algunas vacunas llevan hasta décadas de desarrollo.

“Hay que tratar de acceder a la mayor cantidad de vacunas posibles, todas un poquito más y un poquito menos, están demostrando gran eficacia y eso es una maravilla de la ciencia, de la industria”, concluyó.

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