Aranza Gleason – Una de las cosas que siempre me han sorprendido del lenguaje es la capacidad del ser humano de nombrar emociones complejas y las sutilezas que involucra sentirlas. Cuando hablamos de amor nos referimos a un sin fin de emociones y conceptos abstractos, sin embargo somos capaces de explicarlos con ejemplos, ponerlos en palabras y después englobarlos en una sola palabra. Al final la paradoja del lenguaje radica en que a la vez que nos permite expresar los sentimientos y pensamientos que naturalmente tenemos también nos impulsa a descubrir nuevos. Pensamos a través del lenguaje y por ello la cultura a la que pertenecemos y la lengua que hablamos influye tanto en la forma en que pensamos, sentimos y nos comportamos. El amor particularmente al ser una emoción tan poderosa en el hombre se entiende de distinta forma en cada cultura. En el caso del hebreo la Torá usa distintas palabras para referirse a conceptos relacionados con el amor, a través de ellas podemos entender la forma en que el judaísmo percibe las relaciones maritales, filiales, de amistad y con D-os, pues cada una denota una relación distinta. Hablaremos de ellas a continuación.

Ahavá. El amor desigual

La primer diferencia que existe entre los tipos de amor señalados por la Torá se encuentra en las palabras “ahavá” y “yijud”, ambas se refieren al amor en la pareja, pero desde un ángulo muy distinto. “Ahavá” generalmente se usa para hablar del amor en forma genérica, el amor hacia un padre, hacia un amigo, hacia D-os incluso, pero se habla de un amor externo; se refiere no sólo al sentimiento sino también a las acciones y muestras de cariño que uno está obligado a hacer con respecto a la persona que uno debe amar. Por ejemplo la Torá nos obliga a hacer actos de amor hacia nuestros padres, recibirlos con cariño y alegría y darles ciertas atenciones aunque no sintamos amor hacia ellos son acciones a las que estamos obligados para fomentar una buena relación; lo mismo ocurre en el matrimonio uno está obligado a tener atenciones con su cónyuge. Por eso “ahavá” habla de un amor que surge por responsabilidad o de forma externa cuando se habla de amistad se habla de ahavá no se está hablando de una unión íntima y total con la persona a la que se ama. Generalmente ahavá en cuanto a parejas se usa para hablar de un prematrimonial o de un enamoramiento, aquel amor donde aún no se conoce a la persona o donde es un amor desigual. Por ejemplo, a veces se usa ahavá para hablar del amor que D-os tiene hacia el pueblo judío, porque se habla de un amor desigual, un amor en el cual el pueblo judío no cumple con su parte mientras que D-os la mantiene.

Yijud. La unión a través del amor

“Yijud” por su lado es el amor que surge con los años a través del compromiso de las dos partes; surge de “leyajed” que a su vez proviene de “ejad” (uno). Implica la unión de dos individuos o partes separadas en uno. Se habla del amor más íntimo y profundo al cual el ser humano puede aspirar, a la conexión total en emociones, formas de vida y pensamiento con la pareja. Ocurre sólo en el contexto marital pues es una emoción y un estado que surge a través de los años y el compromiso. Se refiere al conocimiento en la relación sexual en el marco del matrimonio, pero también al ambiente matrimonial, a la casa que se construye en conjunto y el camino a lo largo de los años. Involucra ser uno con tu cónyuge, caminar el mismo camino. El pueblo de Israel aspira a tener esa relación con D-os pero es un camino que se construye a lo largo de la historia humana.

Yedia. El conocimiento a través del amor carnal

Cuando uno lee el pasaje de Eva Adam se sorprende que las traductores de la Torá usen el termino bíblico “conocer” para describir el acto sexual, en efecto la palabra en hebreo es “yedia” está atada a “daat” conocimiento. Habla del amor que surge al conocer carnalmente a la pareja. Sin embargo, no se refiere a un encuentro meramente físico, sino a la unión del cuerpo y el alma. Al momento en que las dos personas han conocido profundamente a su pareja y entienden el actuar de su alma, se refiere únicamente a una intimidad genuina que sólo existe con la persona amada. Daat es la forma de conocimiento que se dirige a lo más profundo de la persona. Por eso vemos que la palabra aparece sólo después de la Expulsión del Edén y sólo después que Adán a llamado a su esposa “Javá” (la madre de toda vida) pues una vez que juntos cayeron pudo verla separada de la relación con él y al darle ese nombre vio la característica que más distinguía su carácter y su esencia. Cuando vio tan profundamente su interior es que pudo conocerla carnalmente también y procrear un hijo. Esa unión es uno de los actos de amor más grandes que se muestran en la Torá, porque implica un rencuentro, una reconciliación y una aceptación absoluta tras la Caída. Bajo esta luz el acto sexual toma un significado completamente distinto.

Gesed. El amor ilimitado

La última palabra que analizaremos para hablar del amor es “gesed.” Ésta primordialmente se refiere al amor desinteresado; se usa primordialmente para hablar del amor que D-os le tiene al hombre. Sin embargo también se usa para hablar de actos de amor al prójimo (guemilut jasadim – jasid proviene de gesed, de ahí toma su nombre el jasidismo), pues ese amor infinito y desinteresado es la base de la sociedad. Lo que nos obliga a atender al enfermo, al huérfano y al necesitado y que a la vez hace que mantengamos relaciones de amabilidad y respeto con quienes nos rodean. Cuando se habla de gesed como el amor que D-os tiene al hombre la Cabalá lo ve como una de las manifestaciones de D-os en la tierra. Por eso se considera que el gesed es una de las sefirot divinas y como tal influye al hombre en su actuar. En el pensamiento cabalístico las tendencias y acciones humanas en realidad provienen de raíces divinas que reflejamos o tenemos. El Gesed es la fuerza que empuja al hombre a ir hacia el prójimo a buscar su bienestar a interesarse por el, en su cara más bella tenemos la caridad representada por Avraham; en su cara más oscura tenemos la guerra, la conquista y la manipulación. Todas son tendencias del hombre a buscar a su prójimo, que a su vez también son un espejo del amor de D-os.