Enlace Judío México e Israel – El mundo es como un puente muy angosto,
lo importante es no tener miedo.
          Rabí Nahman de Breslau (1772-1810)

El miedo es una emoción paralizante, inhibe el habla del que intenta expresarse, posterga o impide la acción y, en casos extremos, suspende el deseo. El miedo es inherente a la condición humana, tan pequeños cómo somos, ¿qué razones tendríamos para no tener miedo?

Paradójicamente, el miedo va creciendo en relación directamente proporcional a la conciencia.  A mayor conciencia, más miedo. Así, vemos que los niños  pequeños no han desarrollado esa emoción paralizante que la realidad se encarga poco a poco de inculcarles.

¿Es el miedo entonces una deformación de las emociones y  por lo tanto, una malformación interna que impide el desarrollo o el ejercicio de la libertad? o ¿es el miedo una emoción que nos previene contra los peligros de la realidad y el entorno?

Gracias a la psicología y al psicoanálisis hoy sabemos que la etiología del miedo puede buscarse en la historia personal,  a través de ese vasto y misterioso mundo que es el inconsciente.

En general, se han propuesto dos formas de resolver el miedo, el primero es enfrentándolo de manera directa: “Haz justamente aquello que temes hacer”;  el segundo, analizándolo durante algunos años tendidos en un diván, esperando a que éste se desvanezca, gracias al conocimiento profundo de sus causas.

Sin embargo, las técnicas modernas no han borrado del alma humana esa antigua emoción que aparece ya en la Biblia, nada más y nada menos que en el corazón del Profeta Moisés. Cuando la voz de D’os habla a Moisés a través de la zarza ardiente y le ordena ir al Faraón para liberar a los hijos de Israel de manos de los egipcios, Moisés rehúsa cinco veces la misión que le fue encomendada.

Veamos en cada ocasión cuáles son los argumentos de Moisés y la respuesta de D’os a cada uno de ellos.

(1) “Y Moshe dijo a D’os: ¡Quién soy yo, para que vaya al Faraón, y para que saque a los hijos de Israel de Egipto? Y replicóle el Eterno: Es que Yo estaré contigo.(Shemot 3,11-12)

(2) Pero Moshé dijo a D’os: He aquí que yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El D’os de vuestros padres me ha enviado a vosotros” más si entonces me preguntaren ¿Cuál es Su Nombre? qué les diré.  Y le contestó D’os: “Yo soy el que soy” Y agregó, así dirás a los hijos de Israel: “Yo Soy me envió a vosotros”. (Shemot 3, 13-14)

(3) Y respondió Moisés y dijo: y si no me creyeren ni escucharen mi voz , porque dirán: No se te ha aparecido el Señor…(a lo que D’os responde mostrándole a Moisés los poderes que puede ejercer ante el pueblo y ante el Faraón) (Shemot 4, 1-4)

(4) Y dijo Moisés al Señor: Ruego consideres Señor que no soy hombre elocuente …sino que soy torpe de boca y torpe de lengua.  Y contestóle el Eterno: Yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que deberás decir. (Shemot 4, 10 -12)

(5) Pero le rogó Moisés: “¡Oh señor por favor envía tus mensajes por mano de aquél que has de enviar.” Y airóse el Eterno contra Moisés y le dijo: ¿No tienes a tu hermano Aharón, el levita, que es de fácil palabra.  Él saldrá a tu encuentro y se alegrará en su corazón al ayudarte. Yo estaré en tu boca y en la de él y os enseñaré a ambos lo que habréis de hacer. (Shemot 4,13-15)

De esta argumentación podemos desprender  las tres causas principales del miedo: en el primer y cuarto argumento, el motivo es la consideración de una debilidad o incapacidad personal, física o espiritual; en el segundo y  tercero es un temor  basado en  la respuesta del otro con respecto a nuestras acciones, y en el quinto argumento, la creencia de que hay otro que puede hacer lo que me corresponde mejor que yo.

A pesar de las negativas de Moisés basadas en un temor ante tan enorme responsabilidad, D’os da la respuesta a todas ellas en distintas formas que se resumen en una: “Yo estaré contigo.” Y,  por si no fuera suficiente, en el último caso: “Tu hermano saldrá a tu encuentro” es decir, “Yo enviaré a quien habrá de ayudarte”.

Así, el método de cura contra el miedo que propone la Biblia de manera clara y elocuente es el desarrollo de la fe; la conciencia de que ante la misión personal D’os está con nosotros.

Sin embargo, la fe como método terapéutico contra el miedo requiere, como cualquier otro método, de un ejercicio constante, de un desarrollo cotidiano en el que el hombre, al ponerse a prueba en situaciones que le causan temor, intenta descubrir de manera consciente la participación divina en su acción.

No se trata, en principio quizá de una fe ciega sino de una fe que se va probando y comprobando en el camino. Si D’os tuvo una respuesta para Moisés a cada uno de sus argumentos, ¿por qué no habremos nosotros de confiar en la divina providencia?

Quizá este pasaje sea un prototipo de la actuación divina en el mundo; D’os dice al hombre que debe cumplir con una misión, trabajo o responsabilidad: si tú actúas comprobarás que “Yo estaré contigo”.

La única forma de curar la parálisis del alma provocada por el miedo es actuando y entendiendo que nadie puede ocultarse de sí mismo y de su misión, de lo que la vida le presenta como posibilidad de crecimiento y enriquecimiento propio y de la sociedad, sobre todo cuando tenemos un D’os que nos dice:

“Yo estaré en su boca y os enseñaré lo que habréis de hacer”. “o tu hermano estará contigo”

Es la voz de D’os y la promesa de su presencia constante lo que pone a Moisés en movimiento; tan pequeños como somos, ¿Qué otra cosa podría lograr que perdiéramos el miedo?

ENSAYO SOBRE EL MIEDO:

En su famosa Carta al padre, Franz Kafka comienza escribiendo: Una vez, hace poco, me preguntaste por qué afirmaba yo que te tengo miedo. Como de costumbre no supe contestarte nada, en parte precisamente por ese miedo que te tengo…y si ahora intento contestarte por escrito, mi respuesta resultará de todos modos muy incompleta, porque también al escribir me cohíben frente a ti el miedo y sus consecuencias.

(Un estado de parálisis prolongada puede aumentar en círculo vicioso el miedo a actuar).


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