Vicente Rojo, el artista de granulosas y espesas texturas, el de las Señales y las Negaciones, el refugiado que encontró en México su tierra, su ancla, su lluvia, sus volcanes y su futuro, el de los Escenarios y las Escrituras, el Rojo amigo, noble y generoso de inagotable capacidad expresiva, el Rojo de la geometría obsesiva, el Rojo que fue compañero de Alba y quien en época tardía coloreó su vida y su obra con la esperanza de futuro al lado de Barbarita Jacobs, nuestro Vicente tan amado, el “trabajador de la cultura”, como él se autonombraba, el de los códices enterrados, el hombre disciplinado, el diseñador por excelencia, el creador de las mejores portadas de literatura latinoamericana, incluyendo la de Cien años de Soledad, el imán y amigo de una cofradía de creadores: escritores, periodistas y artistas de La Ruptura, es, a partir de hoy y a decir de Vicente Rojo Cama, su querido hijo, luz y polvo de estrellas…

Descansa en paz querido amigo, lo siento en el alma. Abrazo con tristeza a Barbarita, Vicente, los nietos y el mundo cultural de nuestro país porque este quebranto es una pérdida enorme para México.