Enlace Judío México e Israel – Más de 80 judíos mexicanos migran cada año a Israel. Para tenderles una mano nació Habaita, organización altruista que brinda ayuda legal, logística y hasta emocional a quienes han decidido hacer aliyá. Conversamos con sus miembros, en exclusiva. 

 

Hacer aliyá es el sueño de muchos judíos en todo el mundo. Sin embargo, migrar a un país remoto, donde se habla otro idioma y que, además, vive un estado permanente de amenaza, no es sencillo. El miedo al servicio militar, al cambio de cultura y hasta a las compras del supermercado hace que muchas familias que planean dar el paso se sientan como si estuvieran por saltar a un abismo.

Para tenderles “una mano amiga” y facilitarles el proceso, ya desde que realizan los primeros preparativos y hasta que consiguen trabajo y escuela en Israel, nació Habaita. Una amutá (asociación) basada en Israel pero con puentes firmes hacia México, que pretende facilitar el duro proceso de la migración con asesoría sobre adónde llegar a vivir, cómo conseguir un trabajo y qué trámites realizar ante el gobierno de Israel.

También se trata de una organización que quiere conservar los vínculos de los migrantes con sus comunidades originales. “En México tenemos una preciosa comunidad judía, más de 42,000 miembros. Sin embargo, a lo largo de los pasados años, ha habido una continua emigración, pequeña, de gentes de nuestras diferentes comunidades que han ido a residir a Israel.”

Habla Isaac Assa, una de las mentes impulsoras de Habaita, en entrevista para Enlace Judío, y agrega que Habaita surge como la primera comunidad mexicana en Israel”. Aunque advierte que esta comunidad aún es muy pequeña, explica los motivos que lo llevaron a darle vida, junto con un equipo de otras ocho personas, a esta organización sin fines de lucro.

En México estamos acostumbrados a vivir en comunidad y lo que va a hacer Habaita es de alguna manera agrupar a este grupo de personas, que son entre cuatro y seis mil miembros que han emigrado en los pasados 50 años, desde 1970, agruparlos de alguna manera para poder seguir viviendo y seguir teniendo este sentido de pertenencia que hemos sido caracterizados en México de tenerlo, mucho, gracias a la hermosa cultura latina que tenemos en México, que nos da ese valor de pertenencia.”

Aunque Habaita no promueve la inmigración de Mexicanos a Israel, sí apoya a las familias “que han decidido emigrar a Israel, (al) ayudarlos, desde darles la información correcta, en sus trámites y mucho, en Israel, en que sea una mano amiga.”

Las raíces y el futuro

Para Assa, el beneficio de mantener la cohesión entre los migrantes y sus comunidades de origen es bidireccional. Por un lado, quienes hacen aliyá conservan “ese vínculo de pertenencia”, al tiempo que se convierten en “una fuente de inspiración y de aprendizaje y de cultura y de conexión para muchas otras cosas que podamos hacer en el futuro.”

Porque hacer aliyá es no solo un retorno hacia la tierra en que se encuentran las raíces remotas de la identidad judía: también es una apuesta por el futuro. “Israel es un país de innovación y sentimos que estos mexicanos que se están yendo allá pueden retribuir mucho, con todo esto que están aprendiendo y viviendo en Israel, a las comunidades y a México en general.”

Somos un grupo de nueve personas los que en un principio hicimos esto. Yo me encargo de hacer el contacto directo con los olim, ver lo que necesitan, ver cuáles son sus necesidades de cada quien y ayudarles con los trámites en México”, dice sobre la organización su fundador en Israel, Aarón Mustri, también presente en la entrevista, que se realiza por teleconferencia.

Si se atora algún trámite en México o lo que sea, tratar de desatorar, pero más sin embargo, todo tiene que ser a través de la Sojnut, es muy importante que a través de nosotros solamente podemos apoyarlos. La Sojnut es la única que autoriza la aliyá. Y sobre los trámites de la Sojnut, nosotros podemos ayudar y facilitarles ese camino.”

Con un entusiasmo contagioso, Mustri enumera al equipo de Habaita, que sirve desde México y en Israel, en tareas de asesoría y consejería de todo tipo. Samuel Braverman, que atiende asuntos relacionados con el ejército; Linda Shueke, coordinadora en México; Raquel Wapinski, que asesora en materia de vivienda; Jaime Kurson que, desde México, ayuda con los trámites de salida…

Otros miembros de la organización brindan asesoría legal y notarial, sobre seguridad social y servicios médicos, sobre empleo e inversión en Israel. Esta última tarea recae sobre los hombros de Roberto Spindel.

“Es el presidente de la Cámara de Comercio de América Latina. Nos dimos cuenta que mucha gente llega muy emocionada para vender en Israel productos mexicanos. Mucha gente se atoró y dijimos ‘tenemos que buscar a alguien’. La verdad, Roberto es el que aconseja cómo hacer un negocio en Israel, con quién hacer un negocio en Israel, cuándo hacer un negocio en Israel, en dónde sí invertir, en dónde no invertir, y es una pieza muy importante para que la gente que quiera invertir en Israel no tenga algún error y, lo que todos no queremos es que, al final, se regrese con un mal sabor de boca de Israel y sin dinero.”

Aliyá en tiempos de pandemia

El cierre de las fronteras de Israel a causa de la pandemia no ha sido, sin embargo, un obstáculo para quienes ya habían decidido dar el salto hacia nuevos horizontes. Según Assa, “no hay mucho cambio. Realmente, lo que se tiene de aliyá o de la gente que emigra de nuestras comunidades a Israel, es del orden de entre 80 y 100 personas al año. No esperamos que ese número vaya a cambiar drásticamente. Probablemente ahora, con la pandemia, gente se desesperó un poco o les fue mal, gente se ha acercado más a tratar de hacer esto pero más sin embargo creemos que es algo estable.”

Además, Israel parece una buena opción para quienes temen por el futuro del mundo de cara a una pandemia que aún no ha sido controlada. Con nuevas variantes del virus circulando por todos lados, incertidumbre económica y miedo a las nuevas oleadas epidémicas, aquel país ofrece cifras envidiables en su capacidad de contener y mitigar esta plaga moderna.

Israel es el país líder a nivel mundial en salir de esta pandemia. En Israel ya está vacunada gran parte de la población, yo te diría que arriba del 70%, de hecho anunció el Primer Ministro que iban a empezar a vacunar, ya en estas semanas, incluso a los jóvenes de entre 12 y 16 años, y es el país que ya está abriendo (su economía) desde hace un par de semanas, las cosas ya están regresando a su normalidad, y con eso ya va a poder continuar este proceso de inmigración que sí estuvo de alguna manera detenido durante este periodo del covid.”

Para Jaime Kurson, que vive en México temporalmente pero ya cuenta con pasaporte israelí, el trabajo de Habaita comienza tan temprano como los interesados en emigrar comienzan a externar su deseo de hacerlo. Y no se trata de un trabajo proselitista o de invitación a dar el gran salto. También presente en la conferencia, Curson nos cuenta que incluso ya disuadido a quienes, en su opinión, no tienen los pies en la tierra cuando deciden ir a Israel.

“No es llegar a Israel y ya vas a cortar dólares de los árboles, no es así. Tienes que trabajar, tienes que salir adelante. Y nosotros tratamos de ayudar a la gente para que salga adelante”, dice. También explica cómo comienza el trámite. “Tienen que ir a la Sojnut, tienen que ir a la embajada. Decir que ellos tienen interés en hacer aliyá.”

Grandes pasos

Una vez que los aspirantes han cubierto los trámites regulados por la Sojnut y migrado a Israel, la aventura apenas comienza. Conseguir trabajo en Israel puede ser más difícil de lo que se cree, y no siempre será el trabajo soñado.

“Por lo pronto, tienes que estudiar seis meses ibrit (hebreo), en un ulpan“, explica Aarón Mustri. “Mucha gente me ha dicho ‘yo me voy a Israel pero consígueme un trabajo’. Y no, no es así. No funciona así. Tienes que venir a Israel, tienes que estudiar, tienes que tomar tu hebreo, te tienen que hacer un examen y luego se va consiguiendo trabajo. Hay gente que consigue trabajo a los tres meses de aliyá, a los cuatro meses de aliyá o hasta los seis meses de aliyá.”

Pero hay un paso anterior a buscar trabajo: decidir adónde llegar. Raquel Wapinski asume la responsabilidad de orientar a los inmigrantes para que tomen esa decisión.

“La gran mayoría no sabe a dónde llegar en Israel. Y la gente que conoce Israel, vino de turista y es totalmente diferente venir de turista, que ya tomar la decisión de adónde vas a vivir”, dice. “La gente piensa que Israel para vivir es Tel Aviv, Yerushalaim y ya lo demás es algo extra. Aquí, lo que tratamos es darles a entender es que Israel, donde pongas el dedo, ese es el lugar correcto para llegar. Tienes al que quiere estar en el bosque, el que quiere estar en el centro, el que quiere estar en un kibutz, el que quiere estar frente a la playa, en Yerushalaim, todo también de acuerdo a la religiosidad que tiene, también se le puede ayudar, pero todo lugar es digno.”

Agrega que “toda la información que damos, toda la orientación que damos aquí, en la Amutá, es en base a la experiencia que tenemos. Aquí no existe el uno más uno son dos y no hay libros. Todo es en base a la experiencia que cada quien tiene y que ha recorrido.”

Respecto a su experiencia personal, y a por qué dice que cada ciudad o pueblo en Israel tiene mucho que ofrecer para quienes buscan un futuro en esa tierra, nos cuenta:

“Yo personalmente llegué hace 25 años a Israel, con mi esposo y tres pequeñitos de ocho, cuatro y un año. Y realmente hemos vivido de todo. Llegamos a un centro de absorción, a Ra’anana, luego nos fuimos al norte, a Karmiel, fuimos al kibutz, también lo experimentamos con ellos, y luego regresamos al centro del país, lo que es Netanya. Entonces, aquí se vale. A lo mejor en México estamos acostumbrados a que te casas, llegas a Polanco y te quedas en Polanco. Aquí se vale probar. En cualquier lugar puedes encontrar tu nicho. Y la idea aquí es eso, ayudarles a encontrar, de acuerdo a sus necesidades y de acuerdo a lo que ellos quieren.”

Pero el trabajo de Raquel va más allá de la simple asesoría sobre qué ciudad elegir para vivir. También es “enseñarles a las mujeres que llegan a un súper, que no saben ni por dónde empezar, ayudarles a saber que, bueno, este es el jabón que se usa, este es el jabón que se compra… esas cosas te dan miedo. Llegas a otro mundo, a otro idioma, a otra cultura, y para eso estamos aquí nosotros. Entonces, creo que es una parte muy importante la cuestión psicológica, de que la gente no tenga miedo a (dar) este paso que, a final de cuentas, es un paso muy, muy grande, son pasos grandes, tratar de que sean pasos fuertes, y que siempre estamos aquí para escucharlos.”

Para Wapinski, el choque cultural puede ser muy fuerte para los judíos mexicanos que deciden hacer aliyá. “A final de cuentas es otra cultura. En México estamos acostumbrados a estar en un círculo como de una burbuja, y aquí llegas y estás expuesto a todas las culturas (…).”

Pero para llegar a un país que, a diferencia de México, cuenta con una distribución relativamente equitativa del esfuerzo y la remuneración, “es muy importante dejar a un lado el querer ser dueño, o querer ser gerente, y saber que aquí, en tu mismo edificio va a vivir el que maneja el camión de la basura como el gerente del banco y no vas a notar la diferencia entre uno y otro. Todo trabajo es digno.”

De vuelta a su experiencia personal, narra que “cuando yo hice aliyá, te voy a comentar lo que me dijo el sheliaj, yo soy de Monterrey, y me dijo: ‘en Israel, muchas personas te van a poner el pie para que te caigas, pero el día que te vas a caer, vas a tener un sinfín de manos que te van a ayudar para levantarte. Y eso es un poco Israel. El israelí es un poco el sabra, la tuna, que por afuera tiene los picos y su manera de hablar fuerte a veces nos da miedo a nosotros los latinos pero, a final de cuentas, es suave y jugoso por dentro.”

Los entrevistados coinciden en que, pese a la multiculturalidad intrínseca de ese país de migrantes, Israel es un país de hermanos. El sentido de unidad de refuerza cada que las noticias dan cuenta de atentados terroristas o bombardeos, del avance de la pandemia o de la respuesta que el Estado ofrece con la intensa campaña de vacunación. “El que te encuentres en la calle, es tu hermano, a final de cuentas. Y va a querer el bien para ti”, asegura Wapinski.

El ejército

“El ejército no es como lo pintan”, dice Mustri para tranquilizar a aquellos padres que temen migrar a Israel porque saben que sus hijos deberán cumplir con un duro servicio militar que, a diferencia de lo que ocurre en los países que no viven en conflicto, puede significar el salto de los cuarteles al campo de batalla.

“Para mí el ejército fue la mejor experiencia que pude haber tenido, yo como papá, y ni hijo como soldado. Para empezar, mi hijo fue el que tomó la decisión de ser lo que fue. Mi hijo fue lohem. Es un trabajo un poquito difícil y complicado, ellos entran a Ramallah y entran a los XXXX árabes para poder… están en acción, están en el frente.”

Raquel Wapinski refiere una experiencia similar. “Yo, con mis tres hijos, los tres varones, los tres pasaron el ejército. Los tres fueron también al frente. Y para mí ha sido… ese es su primer título de la universidad. La experiencia y el aprendizaje y las herramientas que se les dan ahí, es para toda la vida. No aprendes nada más a luchar sino aprendes a luchar en la vida en general.”

Sin embargo, no todos los reclutas van al frente. Dentro del ejército hay muchas tareas y quienes cumplen su servicio militar tienen diversas opciones, desde trabajos administrativos hasta docentes o de comunicación. Hacer aliyá no significa una sentencia militar.

A lo largo de la entrevista, tanto Wapinski como Mustri darán una serie de ejemplos de casos de éxito de los que han sido testigos y, también, partícipes. Desde el hombre no judío que, casado con una judía en Nueva York, tuvo que migrar a Israel, dejando todo detrás para comenzar de cero, y ahora es dueño de una popular taquería en aquel país, hasta “una señora que llegó con sus hijas y me habló antes de hacer Aliyá, me dijo ‘Aarón, la verdad es que no sé qué hacer, tengo mucho miedo, no sé que hacer… el idioma, con mis hijas, ¿cómo van a hacer? ¿Cómo van a aprender hebreo…?’.”

La historia de esa mujer es perfecta para ilustrar el espíritu de Israel. “Le dije: ‘mira, no te preocupes. Hay un dicho que dicen aquí en Israel, que me lo dijo mi consejera de aliyá y nunca se me va a olvidar: Israel es como un espejo. Si le sonríes te va a sonreír. Si te enojas y lloras va a estar llorando. Entonces, siempre, con una sonrisa a Israel’.”

¿Qué fue de ella? “Me hizo caso y me habló la semana pasada para felicitarme de Purim y me dijo: ‘Aarón, no sabes qué contentas estamos. Mis hijas ya saben hebreo, tienen amigas, tienen amigos; yo estoy realizada, estoy consiguiendo trabajo…’ Para mí eso es un tema de éxito, de que están logrando su objetivo. Eso a mí me llena, me llena, me llena.”

Mustri admite que “han sido muchos éxitos pero no por nosotros, por la gente misma que le echa ganas aquí en Israel, por la gente que viene con una actitud de salir adelante y de construir Israel. Porque hay gente que viene aquí y cree que se la va a pasar padre. Que viene a disfrutar. Y como dijo un rab la otra vez: a Israel se viene a construir. A Israel, cuando vienes a construir, eres parte del Tanaj, eres parte de la historia de Israel. Cada yehudí, de los nueve millones, ocho millones que hay aquí en Israel, estamos haciendo historia, somos historia, somos parte del Tanaj, parte de algo. Estamos construyendo un lugar para todos nosotros.”

Habaita, que surgió casi por casualidad, tras una multitudinaria reunión por Zoom en la que Mustri compartió su experiencia como migrante con decenas de personas de la comunidad judía de México, para luego ser impulsado por el propio Assa para darle forma a la organización, es enteramente altruista:

“Lo estamos haciendo sin fines de lucro, sin ganar, voluntarios todos, con mucho corazón para todo yehudí que quiera venir a Israel y que solicite nuestra ayuda, aquí estamos para servirle.”

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