Enlace Judío – Como es sabido, los judíos fueron expulsados de España en 1492, aunque evidentemente muchos se quedaron tras convertirse al catolicismo y, entre ellos, algunos siguieron practicando su fe en secreto.

No tenemos las partituras ni demasiada documentación sobre la música de los judíos durante el milenio de su presencia en la península ibérica: apenas las quejas de algunos rabinos por la incorporación de melodías de otras comunidades religiosas (musulmanas o cristianas) a los cantos devocionales (Piyutim) que solían formar parte de la liturgia. Durante su larga ausencia (o clandestinidad) encontramos algún testimonio sobre lo judío en la voz de otros colectivos.

Por ejemplo, aunque los gitanos empezaron a llegar a España para la época en que los judíos salían de ella, quedó registrado en el acervo flamenco una Bulería por soleá que estremece por su testimonio de lo que seguramente sería un auto de fe de la Inquisición: “Como los judíos tú eres, tú eres como los judíos; aunque te quemen la ropa puesta en el cuerpo, no reniegas de lo que has sío”.

Ya desde mediados del siglo XIX (tras la cuarta y definitiva abolición de la Inquisición) comienza un goteo de entrada de judíos a España, la mayoría de ellos de origen centro-europeo y ligados a industrias de modernización como el ferrocarril. Pero es en Melilla donde desde entonces comienza a instalarse una comunidad judía de origen sefaradí norafricano que trae consigo sus ritos y melodías, aunque estas canciones no salen del entorno de las sinagogas y las familias.

Uno de los primeros en explorar este terreno ignoto fue Arcadio de Larrea Palacín (1907 – 1985), musicólogo estudioso del flamenco, folklorista y miembro de la Real Academia de la Lengua, que visitó la citada ciudad y la de Ceuta, además del protectorado español del norte de Marruecos, donde toma nota de varias melodías populares. Sin embargo, su labor no trascendió más allá del ámbito académico.

Desde inicios del siglo XX y gracias especialmente a la labor del senador Ángel Pulido (1852 – 1932), se potencia un incipiente sentimiento filosemita que llega incluso en 1924 a la promulgación de un listado de apellidos de judíos sefaraditas de origen español que permitían obtener la ciudadanía española.

El estallido en 1936 de la guerra civil y el triunfo del bando nacional (apoyado militarmente por regímenes antisemitas como el nazismo) echa por tierra durante décadas ese acercamiento. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial llegan a España algunos judíos que buscan refugio, como la soprano y musicóloga belga Sophie Heyman (1915 – 2011), hija de un sefaradí y una ashkenazí (judía originaria del este de Europa).

Ella cambiaría su nombre por el de Sofía Noel, cuya presencia y talento inspirarían la creación de partituras que reivindican el pasado judeoespañol, firmadas por compositores como Fernando Obradors y acompañada al piano por Ricardo Viñes, quien en París fuera profesor de la sefaradita Victoria Kamhi (nacida en Estambul en 1902 y fallecida en 1997), luego esposa del compositor Joaquín Rodrigo (afamado especialmente por su Concierto de Aranjuez).

Tras el fin del protectorado, la independencia de Marruecos y, especialmente, la ola de antisemitismo a raíz de la guerra de los Seis Días de 1967 en Israel, hubo una gran afluencia de comunidades judías sefaradíes del norte de Marruecos hacia grandes ciudades españolas (principalmente Madrid y Barcelona), trayendo consigo sus rituales y músicas religiosas, aunque tampoco en la península trascienden de su ámbito ceremonial y familiar.

En el mismo 1967 el folklorista y músico zamorano Joaquín Díaz González realizó una gira de recitales y conferencias por universidades de EE. UU., encontrándose con el fundador del sello Folkways Records (Moses Asch), quien le regaló el disco de canciones populares sefardíes que había editado en 1959 e interpretado por Gloria Levy, que le reveló un repertorio y una lengua desconocidos aunque fuertemente ligados a su propio acervo que pronto hizo suyos.

Sus primeros discos inspirados en dicha tradición (aunque interpretados con un marcado carácter hispánico) sentaron las bases de lo que en España se considera, hasta el día de hoy, música sefaradí. Por entonces el musicólogo israelí nacido en Manisa (en la actual Turquía) en 1919 y fallecido en 1977, Itzhak (Isaac) Levy (padre de la cantante Yasmin Levy), publicaba dos importantes recopilaciones de música sefaradí, tanto de su música popular en judeoespañol, como de los cantos (en hebreo) de las músicas litúrgicas y devocionales, que sirvieron de referencia para que otros cantantes españoles (y de otros países) abordaran este repertorio.

Estos acontecimientos sirvieron de pistoletazo de salida para múltiples iniciativas de cantantes y grupos, a veces dedicados exclusivamente al repertorio sefaradí y, otras, con este como parte del catálogo de músicas populares españolas. Además, empezó a desarrollarse también un interés por las músicas sefaradíes de origen litúrgico y paralitúrgico en hebreo, muchas veces acudiendo a las contrafacta, es decir, la sustitución, en la música vocal, de un texto por otro, aunque conservando la melodía. Este mecanismo refuerza el ideal de una “música de las tres culturas”, en alusión a la supuesta convivencia y tolerancia entre las tres religiones monoteístas (cristianos, musulmanes u judíos) en la España medieval, conocida entre los últimos como Sefarad.

En cuanto a las músicas judías de tradiciones no hispanas, su impacto ha sido mínimo. Por ejemplo, la música klezmer (de la tradición instrumental de los judíos del este de Europa) es más conocida a través de grupos no españoles y no judíos como los polacos Kroke, aunque en las últimas décadas hubo algunas iniciativas nacionales, como klezmer sefaradí, con una formación plural en sus orígenes musicales judíos, así como en la nacionalidad y pertenencia religiosa de sus miembros. Otras vertientes de la música judía (de Oriente Medio, por ejemplo) siguen prácticamente ausentes de los escenarios peninsulares.

En cuanto a músicos judíos españoles, la bajísima proporción de esta colectividad dentro de la población general (en torno al 0.1%) reduce las probabilidades de un gran impacto, pero más aún de aquellos que se dedican a alguna forma de expresión musical judía. Encontramos, sin embargo, nombres importantes de judíos dentro de géneros musicales populares como Jorge Drexler, Ariel Rot, Alejo Stivel o Federico Lechner, y también cierta representatividad entre los intérpretes de música clásica, aunque los más renombrados exponentes nacionales de las músicas identificadas como judías no pertenecen a dicha comunidad.

 

*El autor es Director de Radio Sefarad


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