Enlace Judío – En el marco de las celebraciones de independencia del Estado de Israel, se pueden relatar incontables historias, logros, hazañas, virtudes, e incluso defectos del país. Hoy, después de 73 años de la creación de Israel, me parece importante resaltar su progreso en materia de diversidad.

Sin lugar a dudas, Israel es un país más diverso que en el momento de su creación. Incluso se puede decir que es un lugar más diverso que lo que pioneros del sionismo como Theodor Herzl o David Ben-Gurión llegaron a imaginar. En los proyectos de nación, generalmente se concebía al Estado Judío como una nación europea, mayoritariamente poblada por judíos ídish. Prueba de ello, además de los escritos de Herzl, fue el tratamiento que se les dio a los judíos del Medio Oriente en los primeros años del país.

No obstante, los planes nada más son intenciones. El futuro y las circunstancias casi siempre derivan en acciones no previstas. En el 2021, en Israel conviven judíos de todas partes del mundo: europeos, africanos y americanos forman parte del panorama del judaísmo israelí. Asimismo, personas no judías de distintos lugares son esenciales para la riqueza cultural del país. Árabes israelíes, palestinos residiendo en Israel e inmigrantes de Sudán, de Filipinas o de otros países, luchan obstáculos diariamente y hacen de Israel un lugar mejor.

73 años después de su nacimiento, Israel es un país poderoso en varios sentidos. En gran parte, se debe a que es una nación de inmigrantes. En lo individual, esto significa gente que quiere trabajar y tener una mejor vida. En lo colectivo, se traduce en ideas provenientes de diferentes contextos que ayudan a generar progreso.

Tan sólo en el último año se ha podido ver la riqueza de la diversidad en acción. Israelíes de todos los contextos fueron responsables en sacar a su país adelante durante la pandemia. Yasmin Diab, una doctora árabe israelí, fue la primera doctora luchando en las primeras líneas contra el COVID-19.

Mientras tanto, Pnina Tamano-Shata se convirtió en la primera etíope israelí en ser miembro del parlemento. Durante el último año, ayudó a cientos de judíos etíopes a hacer Aliá. Igualmente, Miri Mizrahi Reubeni, una judía árabe, fue encargada del exitoso proyecto de vacunación. Ellas son tan solo unos ejemplos de la importancia de la diversidad en la incansable lucha contra una amenaza que no discrimina, como el COVID-19.

En este Yom Haatzmaut queda claro que una de las grandes fortalezas de Israel es su diversidad. El camino no ha sido fácil y siguen habiendo grandes obstáculos por superar, pero la mera existencia de un ambiente plural es prueba de que la lucha por la diversidad se puede ganar.

¡Por 73 años, y más, de diversidad en Israel!


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