Enlace Judío México e Israel – Antes de escribir estas líneas me veo en la obligación de aclarar que soy un judío observante que no ve al mundo exterior como hostil sino un desafío con el cual convivir y triunfar manteniendo nuestra identidad milenaria amenazada, aún en Israel.  Explicito esto no por vanidad personal sino porque deberé volcar algunos conceptos que pueden molestar a no pocos judíos tan o más observantes que yo.

Han existido los milagros, existen ahora y existirán en el futuro. Pueden ser visibles- como el cruce del Mar Rojo en la época de Moisés o quizás menos visibles o anunciados como el surgimiento del estado de Israel, comienzo de nuestra Redención, de acuerdo a la plegaria especial que se hace en las sinagogas observantes sionistas.

Sin embargo, en Merón no existió el milagro para las 45 víctimas y si bien no pocos claman al Cielo por su ausencia otros se resignan por su no presencia, su falta de visibilidad.

No es intención de esta columna ni competir con rabinos de posición fatalista ya formada ni con ateos militantes que te dicen ¿dónde estaba tu  Di-s?.

Hay cosas más importantes que estas especulaciones. Nadie tiene el  WhatsApp del  Creador para arrogarse nada. Entre las más importantes es saber que esta tragedia NO debe repetirse jamás. Para ello, no se trata de buscar culpables sino de allanar soluciones.

Habrá que seguir yendo a Merón en Lag  Baomer; es una vivencia espiritual espectacular pero hay cosas para corregir para santificar y cuidar la vida, uno de los principales preceptos de la  Torá, muy por encima que la postración ante la tumba de grandes sabios como Rabi Shimón  Bar Yojai.

Han fallado muchas cosas. La policía tiene que rendir explicaciones por obstrucciones en la salida de los asistentes; los asistentes deben dar explicaciones por la masa humana descontrolada y deberán analizarse reformas urgentes en este santuario religioso para que sus entradas y salidas estén en condiciones y no sean un pasadizo oscuro con escaleras que condujeron a la muerte a 45 personas.

Existe en algunos sectores ultraortodoxos, a los que respeto, en donde prima la cultura generalista del “todo estará bien” o “los mensajeros del  Creador no pueden ser dañados”.  Esta suma de confianza abusiva es lo que también ha arrojado que los grupos de ultraortodoxos en Israel hayan sido de los más contagiados de COVID por esta sensación de “a nosotros no nos puede pasar”.

No es la primera tragedia en Merón. Di-s quiera sea la última. Si se aprenden las lecciones. En la plegaria del Halel que se recita en las fiestas de Pésaj, Sucot, Januca,  Rosh Jodesh,  Shavuot , en una parte se dice  “Hashamaim la  Adonai vehaaretz libnei  Adam, “Los Cielos son de Di´s y la tierra es de los hombres”. Esto podría significar que no siempre Di´s ingiere en las acciones humanas y por lo tanto esta en manos del hombre tomar los recaudos.  “Ein somjim al hanes”, dice el  Talmud.  “Uno no se queda esperando el milagro”, sería la traducción.

En la sabiduría de la retrospectiva, todos somos sabios. En tiempo real, y durante muchos años, ignoramos la escritura en la pared.  Ignoramos las advertencias del Contralor del Estado hace 13 años atrás y la orden de cierre emitida por el Consejo de Merom Hagalil hace aproximadamente una década para hacer refacciones en la vieja zona.

Ignoramos situaciones de casi desastre que ocurrieron en Meron en las celebraciones de Lag  Baomer en años anteriores (en 1911 murieron 15 personas al derrumbarse un tinglado), pero en su mayoría ignoramos un hecho básico: el complejo Merón de tamaño estrecho, originalmente construido a principios del siglo XIX, no está preparado para albergar a  miles que lo han visitado y no dejan de aumentar desde la constitución del estado.

Cuando el cónsul adjunto francés construyó la estructura principal sobre la tumba, solo 200.000 personas vivían en el país. En los últimos años, solo vinieron a Merón, cada Lag  Baomer, al menos tanto como este número. O más.  Algo ya no estaba bien.

El Ministerio de Salud de Israel objetó hace algunas semanas que se pueda congregar tanta pero tanta gente en Merón.  Es que el país derrotó la pandemia pero esta no esta sepultada. Grandes líderes ultraortodoxos dijeron que “esto era un ataque directo del sionismo al judaísmo”.  Conclusión: el gobierno autorizó la presencia masiva en Merón.

Todo esto quiere decir que la tragedia estaba escrita en la pared. Y si queremos analizarlo en términos religiosos, que 45 nuevos alumnos de Rabi Akiva hayan muerto en momentos que se festejaba el cese de la epidemia que demolió a 24.000 de ellos en los años 134 luego de la era común, puede ser un mensaje directo del  Cielo de que algo no estamos haciendo bien.

Cualquiera sea el motivo, el año que viene habrá que volver a Merón pero a una aldea y a un ámbito que este en condiciones óptimas para albergar a una masa gigantesca difícil de dominar y que se descontrola como toda masa. Nadie diga que no se dio por enterado.  Todo estaba escrito en la pared.

*El autor es director de Comunidades Plus y corresponsal en Argentina de Enlace Judío


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