Enlace Judío – La tragedia que se verificó en el monte Merón de Israel debe conducir no sólo a una competente comisión gubernamental que investigará a los actores que por descuido o incompetencia la causaron. La atención debe ir más lejos. 

JOSEPH HODARA

La ciudadanía israelí reveló —más allá de cualquier convicción política o religiosa— dilatada y generosa solidaridad con las víctimas, y el gobierno no dudó en convenir el duelo nacional por estas pérdidas. 

Conductas que revelan la amplia solidaridad con el otro, incluso cuando no pocos habitantes del país apenas comprenden o aceptan los motivos que condujeron a una multitudinaria manifestación de creyentes —con vestimentas y oraciones peculiares— a un apretado encuentro.

Estas actitudes tanto del gobierno como de la sociedad entera obligan la reflexión de las entidades rabínicas y de la ortodoxia religiosa del país. 

Es un hecho que sus aportes a la defensa y a la economía nacional son precarios y que en no pocos casos sus planteamientos apenas coinciden con el espíritu y los alcances de las ciencias. 

Sin embargo, estos sectores gravitan a través del voto y de acuerdos gubernamentales en la índole política y en los rumbos del país. Asimetría que la tragedia en Merón obliga a reconsiderar y corregir. 

Pienso que son temas que ya no es posible eludir, en particular en estos días de incertidumbre respecto al liderazgo, composición y rumbos del gobierno que debe instituirse en Israel después de cuatro torneos electorales.  

 


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