¿Es sucio el sexo? ¡Solo cuando está bien hecho!
Woody Allen

La vida sexual de los humanos involucra muchos aspectos; el biológico, el psicológico, el cultural y el espiritual.

Respecto del primero, nuestro cuerpo está perfectamente diseñado y condicionado para funcionar, como lo demuestra la supervivencia y evolución de la especie por decenas de milenios. En la actividad sexual participa casi la totalidad de nuestro cuerpo, desde los dos órganos sexuales más importantes, el cerebro y la piel, pasando por el sistema endócrino, el circulatorio, el respiratorio y, por supuesto, las herramientas activas; los órganos genitales.

Los seres humanos no somos máquinas. Nuestro funcionamiento es muy complejo y depende de muchos factores, tanto internos como externos. De algunos somos conscientes y de otros no y la acumulación de estos influye en nuestro desempeño, físico, mental y emocional.

En ocasiones, este funcionamiento no es el ideal, no da los resultados esperados y es cuando experimentamos malestares, enfermedades o disfunciones. Algunas son congénitas, otras son adquiridas y pueden ser eventuales o volverse crónicas y acompañarnos por toda la vida.

Tomando en cuenta que nuestro desempeño sexual está fuertemente relacionado con nuestra salud física, mental y emocional, así como con nuestra autoestima y el concepto que tenemos de nosotros mismos, es importante conocer cuales son los problemas más frecuentes en este terreno, sus causas, sus consecuencias y las posibles maneras de manejarlos.

Algunos son puramente físicos y requieren de atención médica, otros son mentales y probablemente requerirán de asesoría psicológica. Muchos otros son culturales, religiosos o morales. Estos requieren principalmente de educación y conocimiento.

La mayoría son una mezcla de todos los factores anteriores, por lo que el dedicarles tiempo a conocerlos es el primer paso para poder lidiar con ellos.

Por siglos, la medicina sexual se centró principalmente en el hombre, a causa de la actitud machista y patriarcal de muchas culturas, ya que la mujer era considerada un ente pasivo recipiente de los deseos del hombre.

Afortunadamente, en los últimos años esto ha cambiado y el interés entre la comunidad médica por las disfunciones sexuales femeninas ha ido creciendo a un ritmo mucho más alto que el de las masculinas, al grado de que se considera que actualmente ya puede haberlo superado.

Esto es resultado de varios factores, como la aparición de medicamentos que remedian la disfunción eréctil del hombre, que era considerada la principal disfunción sexual masculina.

También, las sociedades están cambiando y ya no se considera más importante el placer sexual del hombre que el de la mujer, como lo dicen y ordenan la Torá y el Talmud. Un tercer factor es que el porcentaje de mujeres que reporta sentir que tienen algún problema sexual, siendo el más frecuente la falta de deseo, es significativamente mayor que el de hombres.

Una encuesta de la Universidad de Chicago muestra que el 43% de mujeres dicen haber tenido un problema sexual en los doce meses previos, contra 31% de hombres.

La causa más probable de esto es que la sexualidad femenina es mucho más compleja que la masculina, por cuestiones evolutivas, empezando por la mayor complejidad de su ciclo reproductivo y siguiendo por el hecho de que la aparición del deseo sexual en las mujeres depende de más factores físicos y psicológicos.

Actualmente, en el campo de la ciencia y la medicina sexual, los temas sobre la sexualidad femenina son objeto de mucho mayor estudio que los de la masculina.

PROBLEMAS SEXUALES FEMENINOS:

Por sus causas, los problemas sexuales femeninos se pueden dividir en cuatro categorías:

  • Socioculturales; Falta de información, exceso de trabajo o presiones religiosas
  • Problemas de pareja; Conflictos, Intereses diferentes, Salud de la pareja
  • Psicológicos; Ansiedad, Miedo, Baja Autoestima o Traumas del pasado.
  • Médicos; Dolor durante el acto, Infecciones, Cambios hormonales que impiden el deseo y la excitación.

Es muy importante tener en cuenta que la falta de deseo y la falta de excitación, aunque están relacionadas, son dos cosas diferentes. La primera es de origen mental y la segunda de origen fisiológico.

Falta de Deseo

La disminución del deseo sexual (disminución o pérdida de la libido) afecta a algunas mujeres en determinados momentos de la vida, como durante el embarazo, después de tener un bebé o en momentos de estrés. Pero algunas mujeres lo experimentan todo el tiempo.

La pérdida de la libido tiene causas físicas o psicológicas, siendo las más comunes:

Problemas de pareja

Depresión

Traumas mentales o físicos previos

Cansancio

Diabetes

Trastornos hormonales

Consumo excesivo de alcohol o uso de drogas

Medicamentos, como algunos antidepresivos

La libido también puede disminuir si bajan los niveles naturales de testosterona de una mujer. Esto puede deberse al mal funcionamiento de los ovarios y las glándulas suprarrenales.

Falta de Excitación y Lubricación

Al excitarse una mujer, aumenta el flujo sanguíneo a su vulva, el clítoris crece y empieza a lubricarse. Si esto no sucede, el coito puede ser doloroso y menos placentero. Esto tiene varias causas fisiológicas, como la disminución de la producción de estrógenos después de la menopausia, el consumo de algunos medicamentos o problemas cardiovasculares.

Si el problema es únicamente la falta de lubricación, el remedio es utilizar un lubricante no irritante. Algunos, incluso contienen sustancias que aumentan el flujo sanguíneo.

En otros casos, la terapia de sustitución de estrógenos funciona bien, pero una de las mejores prácticas es la Terapia Cognitiva y Conductual con técnicas de relajación y ejercicios sexuales individuales y en pareja, como masajes suaves y caricias genitales que produzcan excitación, aumenten el deseo y, en un ciclo virtuoso, generen más excitación

Anorgasmia

Esto puede ser una consecuencia, aunque no exclusiva de la falta de deseo o la falta de excitación.

Los problemas de orgasmo se pueden dividir en 2 tipos:

Primario:         Cuando una mujer nunca ha tenido un orgasmo

Secundaria:    Cuando una mujer ha tenido un orgasmo en el pasado, pero ahora no puede

Algunas mujeres no necesitan tener un orgasmo para disfrutar del sexo, pero la incapacidad de alcanzar el orgasmo puede ser un problema para algunas y para sus parejas.

Las causas más comunes son:

Miedo o falta de conocimiento sobre el sexo

Incapacidad de “dejarse ir”

Estimulación insuficiente o ineficaz

Problemas de pareja

Depresión o estrés

Experiencias sexuales traumáticas previas.

Según estadísticas, aproximadamente el 10% de las mujeres nunca han experimentado un orgasmo y a muchas les cuesta trabajo o no lo alcanzan durante el coito. Esto, para algunas no representa un problema serio, pero para otras sí. En estos casos es recomendable alguna terapia sexual.

Las técnicas recomendadas para aumentar la excitación pueden resultar útiles también en estos casos.

Actualmente se realizan estudios sobre algunas condiciones de salud que puedan afectar el suministro de sangre al clítoris y sus efectos en el orgasmo.

Vaginismo y dolor en el coito.

El dolor durante el coito, también llamado dispauremia puede ser causado por malformaciones congénitas, infecciones, falta de excitación, inflamación, mala lubricación, alergias, atrofia vaginal y vaginismo.

El vaginismo es una condición en la que los músculos del suelo pélvico se contraen involuntariamente cerrando la vagina e impidiendo la penetración, tanto durante el sexo como de, por ejemplo, un tampón.

La opinión prevaleciente es que esto es causado principalmente por ansiedad y temor al encuentro sexual, como reacción inconsciente a experiencias traumáticas del pasado y por la anticipación al dolor en el coito. Se le ha llamado fobia a la penetración, pero también se piensa que puede ser resultado de lesiones musculares o nerviosas. Por esto, el diagnóstico debe ser bien fundamentado en una exploración física adecuada y no solo atribuirlo a causas psicológicas de la mujer.

Recientemente se ha tenido éxito con la utilización de Botox. También puede tratarse utilizando dildos de tamaño cada vez mayor, para que la mujer vaya entrenando su musculatura para la penetración. Lo importante es tener en cuenta que hay remedio.

Excitación Sexual Permanente.

Esto, que a primera vista parecería una bendición, es una situación muy molesta, que no se refleja en placer y, en casos extremos, ha llevado a intentos de suicidio.

Se manifiesta como la permanente excitación de los genitales femeninos, estando constantemente al borde del orgasmo, sin que haya deseo alguno.

Algunas mujeres necesitan inducirse orgasmos continuamente para poder relajarse por algunos minutos.

Hasta el momento no se conocen su causa ni su origen, pero en 2012 un científico encontró que una paciente que padecía este Síndrome de Excitación Sexual Permanente tenía quistes en la inserción del nervio pudendo con la columna vertebral. El nervio pudendo es el nervio principal de la zona genital de hombres y mujeres y tiene un papel determinante en el funcionamiento sexual.

Ampliando su investigación encontró varios casos más similares. Esto indica que la excitación se produce a nivel de la columna vertebral, no del clítoris. De comprobarse esto, la solución podría ser la aplicación de anestesia en la zona de los quistes.

La sexología es parte ciencia y parte arte y en su parte de ciencia, no es exacta. Siempre requerirá de la intuición y sensibilidad de un sexólogo experimentado.

Este es un terreno relativamente nuevo en la ciencia, tanto médica como mental, de poco más de 100 años de existencia. En este tiempo, se ha comenzado a estudiar de manera seria, científica y sistemática el comportamiento sexual humano y con los resultados, se han empezado a eliminar mitos y falsas creencias que solo causaron dolor y frustración a muchísima gente.

… continuará
con los hombres


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.