Enlace Judío – Comenzar a escribir esta semana es complicado. A decir verdad, llevo horas frente a la pantalla en blanco. Si acaso llego a escribir algunas oraciones, no me tardo en borrarlas. Al momento de escribir esta línea, todavía no sé de qué tratará este texto. Y es que lo que ha sucedido en los últimos días es abrumador.

Más allá de la tragedia del conflicto armado entre Hamás y el Ejército israelí, ha transpirado una violencia étnica sin precedentes entre árabes y judíos en Israel. Igualmente, las manifestaciones y actos antisemitas alrededor del mundo me han dejado atormentado. Tal vez podría escribir de ello, pero honestamente no estoy de humor. Prefiero escribir de los pocos asuntos que esta semana me han conmovido para bien.

En su canción Anthem, el célebre cantautor judeocanadiense Leonard Cohen escribió que “hay una grieta en todo, así es como entra la luz”. En medio de la oscuridad de la guerra, siempre hay espacios para la solidaridad y el apoyo. Particularmente, en esta última semana, hubo una coyuntura que encarnó dichos sentimientos: las marchas de Standing Together. Al mismo tiempo que turbas judías y árabes se enfrentaron con violencia en ciudades como Lod, Acre, Nazaret, Bat Yam y Yafo, hubo cientos de manifestaciones mixtas entre las dos poblaciones a lo largo y ancho de Israel con el objetivo de hacer un llamado a la coexistencia.

Es importante remarcar que un llamado a la coexistencia puede sonar reconfortante, pero el camino que se necesita recorrer para llegar a ese punto es difícil. La verdadera paz se encuentra más allá de las canciones y de los buenos deseos, pues requiere un esfuerzo colectivo para entender que el odio funciona bajo una estructura que lo permite. Para hablar de conciliación, se requieren personas valientes que estén dispuestas a escuchar al otro, a estar incómodos.

En ese aspecto, las marchas de Standing Together marcaron una pauta. En dichas demostraciones públicas no sólo se protestó la violencia étnica en Israel, sino que las causas que llevaron a que esa violencia fuera posible. Los organizadores entendieron que un prerrequisito para la coexistencia es la igualdad. No se puede hablar de paz si no se habla de la ocupación. No se puede hablar de justicia si no se habla de los sistemas legales que permiten asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este. No se puede hablar de igualdad si no se habla de la brutalidad policiaca contra la población árabe.

Las manifestaciones de Standing Together son un golpe directo a los grupos que gobiernan en la región. En Israel, el gobierno de derecha de Benjamín Netanyahu ha manejado un discurso divisivo que discrimina contra la población árabe. Desde su comentario en las elecciones de 2015 cuando dijo que había que contrarrestar el voto árabe hasta su propuesta de Ley de Estado-nación en la que prioriza la identidad judía de Israel sobre todas las demás, Netanyahu ha dejado claro que no gobierna para todos. En Gaza, la organización terrorista Hamás que gobierna la región ha dicho explícitamente que quiere una Palestina libre de judíos.

Marchando juntos en las calles de Israel, los judíos y los árabes mandan un mensaje fuerte y claro: “en esta tierra habemos dos pueblos y estamos para quedarnos, merecemos dignidad, libertad y respeto”. Solo entendiendo las estructuras de la violencia se podrá derrotarla. Tal vez soy demasiado optimista, pero manifestaciones como las de Standing Together algún día serán la norma y que habrá una paz verdadera tanto para israelíes como para palestinos.

 


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