Enlace Judío – Cuando Nasrin, una maestra árabe en una escuela hebrea del centro de Israel, expresó su apoyo a la huelga general convocada por el Comité Superior de Control Árabe, una de sus colegas la acusó de “apoyar al terrorismo”.

Según los datos del Ministerio de Educación de Israel, 1,100 profesores árabes trabajan en escuelas hebreas, el doble que sus colegas judíos en escuelas árabes, de acuerdo a Haaretz.

La reciente escalada entre Israel y Hamás, y la violencia en las ciudades mixtas del país, ha destacado la complejidad que enfrenta el personal docente que decide ejercer más allá de las fronteras comunitarias. Esto implica daños físicos por piedras que les lanzan camino a la escuela, comentarios ofensivos de alumnos y cuestiones básicas sobre lo que dicen a los niños que viven una situación de emergencia.

Nasrin explicó que la huelga es una protesta contra la discriminación en las ciudades mixtas. “Le hablé de lo que es crecer en un barrio sin alcantarillado ni alumbrado en las calles, con drogadictos arrastrándose camino a un traficante. Entonces mi colega dijo que nosotros tenemos la culpa, que esa es la cultura árabe. Llevamos muchos años trabajando juntas; era una buena amiga hasta este momento. Otra maestra me dijo que no apoyo a Israel. Le pregunté si era porque reclamaba derechos para mis hijos. Es difícil educar a los adultos. Yo educo a mis alumnos”, dijo.

El personal docente de ambas comunidades tiene una “misión”. “¿Qué posibilidades hay de que mis alumnos escuchen una voz no judía en la escuela, en su barrio o en los medios?”, pregunta Shirin, del norte de Israel.

El pasado miércoles, tras la fiesta de Shavuot, se reanudaron las clases en el norte. “Le llamé la atención a un alumno y me gritó que era una árabe insolente”, comenta Miriam, profesora de inglés.

“Me sorprendió. Me conoce desde hace tres años; nunca había hablado así. Los demás alumnos no sabían cómo responder. Le pedí que saliera de la clase, y de alguna manera se las arregló para quedarse. Se quejó, y la administración intervino. El alumno se disculpó. La directora dejó claro, también a los profesores, que no debemos caer en ese tipo de conversaciones”.

El programa de integración de profesores árabes en escuelas judías fue iniciado por el Instituto Merhavim, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Igualdad Social.

Yasmín, otra profesora de inglés, da clases en la zona de Sharón, al norte de Tel Aviv. Hace unas semanas, cuando las tensiones en la zona de Jerusalén iban en aumento, un alumno de sexto de primaria le dijo durante el recreo que si hubiera un árabe cerca, lo mataría. “Odio a los árabes”, dijo. “Eso me sigue afectando incluso después de que se disculpara”, dice ella. Pensaba ausentarse unos días del trabajo. Sus colegas judíos se mostraron comprensivos y la animaron, diciéndole que “no debemos dejar que los malos se hagan cargo”.

Algunos profesores dijeron que los directores les permitieron faltar al trabajo, mientras que otros mostraron menos consideración.

Rula lleva casi 20 años enseñando árabe en escuelas judías. “Siempre me vi como embajadora de la sociedad árabe, un eslabón que puede contribuir a comprender la compleja realidad en la que vivimos”.

Los ecos de los disturbios en Lod llegaron a la sala de profesores, y Rula dice estar harta de escuchar sólo el lado judío. “Elegí trabajar en una escuela judía en parte porque quería cambiar la realidad. Ahora estoy menos segura de que esto sea posible. No sé dónde trabajaré el próximo año, intento no escuchar mis propias dudas en torno a una vida común. Pero si desisto y me voy, los alumnos no escucharán una voz como la mía”.

“Los alumnos saben que vengo a clase con dos identidades, la palestina y la israelí. Desde este lugar, les dije que elegía estar con ellos en Yom Hazikarón, el día de los soldados caídos, y que no debíamos pensar en qué lado ha salido más lastimado. Es mejor dejar que se exprese el dolor y la alegría de ambas partes. No trato de embellecer la realidad. Les dije que cuando celebran el Día de la Independencia, nosotros conmemoramos la Nakba”.

La semana pasada, cuando una comunidad cercana a ella fue alcanzada por los cohetes de Hamás, algunos alumnos preguntaron por ella. Este gesto significó mucho y elige destacarlo a diferencia del silencio de otros. “Quizá los demás no entendieron lo que pasó o no saben qué hacer”, aseveró.

“Los últimos días han puesto de relieve la importancia de permitir encuentros entre alumnos judíos y figuras significativas de la comunidad árabe. Los niños que tienen una experiencia positiva en la escuela no verán a todos los árabes como hostiles y temibles”, aseguró Mijal Pinchuk, directora ejecutiva de Merhavim.

“Estos profesores árabes y judíos asumieron una “misión vital, que ahora se pone a prueba. Ofrecemos orientación y ayuda a todo aquel que se dirije a nosotros. Recibirán el apoyo y el respaldo necesarios”, concluyó un alto funcionario del Ministerio de Educación.

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