Enlace Judío – En una columna publicada en The Jerusalem Post, Emily Schrader, directora ejecutiva de Social Lite Creative LLC, explica por qué, en su opinión, la unión de partidos divergentes en una coalición es ahora la mejor opción para Israel.

La viabilidad de la histórica coalición israelí está por verse, pero aunque ninguna es perfecta, hay mucho que celebrar en torno al nuevo gobierno de unidad en Israel. Durante años, los sucesivos gobiernos se han visto limitados por una serie de factores, un sistema electoral ineficaz que no hace rendir cuentas a los políticos, intereses especiales, políticos corruptos, y poder desproporcionado de los ultraortodoxos, que han tomado como rehén a todo el país interponiendo su agenda extremista a cualquier precio.

Después de cuatro elecciones, Israel se encuentra en un estancamiento político total, sin que ningún líder pueda formar gobierno. Pero la semana pasada, contra todo pronóstico, ocurrió lo impensable: Yair Lapid, de Yesh Atid, logró formar un gobierno con una combinación de partidos que casi nadie creía posible. Aunque los escépticos están seguros de que el gobierno no durará, esta coalición tiene más de lo que parece.

Una de las principales críticas es que lo único que la une es el objetivo de reemplazar al primer ministro Benjamín Netanyahu. Pero lo que estos críticos pasan por alto es que, incluso si ese fuera el único factor (que no lo es), seguiría siendo una coalición importante con un significado histórico que impulsa al país. Aunque poner fin al gobierno de Netanyahu es sin duda una prioridad para todos esos partidos, cada uno tiene también sus propios objetivos, y en un extraño giro de los acontecimientos, la mejor opción es alcanzar esas metas juntos.

Yesh Atid e Israel Beitenu buscan formar un gobierno sin la influencia de los ultraortodoxos y en el proceso, derrocar a Netanyahu. Curiosamente, Meretz y Avodá comparten los mismos objetivos. Al formar el gobierno, todos los partidos tuvieron que ceder. Yair Lapid se hizo a un lado para permitir que Naftali Bennett asuma el cargo de primer ministro durante los dos primeros años. Avodá y Yamina mantuvieron intensos debates sobre quién formaría parte del Comité de Nombramientos Judiciales: Ayelet Shaked o Merav Mijaeli. Al final, se acordó un esquema de rotación de otras carteras ministeriales a mitad del mandato.

Pero quizá la mayor sorpresa de la coalición sea Ra’am, el partido islamista. En tanto que los partidos árabes se han caracterizado por décadas de fracaso político, Ra’am de Mansour Abbas empezó a cambiar de tono hace meses, cuando Abbas señaló que estaría dispuesto a unirse a una coalición liderada por el primer ministro Netanyahu.

El cambio se produjo a raíz del fracaso de la Lista Conjunta a la hora de conseguir los recursos adecuados para la comunidad árabe-israelí, o para impulsar sus intereses. En lugar de enfocarse en las comunidades necesitadas de Israel, la Lista Conjunta utilizó su posición en la Knéset para atacar a Israel. Gracias a Mansour Abbas, esos días, al menos por ahora, parecen haber terminado. Al unirse a la coalición, Ra’am logró negociar 53,000 millones de shekels para las comunidades árabes israelíes, 10,000 nuevas viviendas, la legalización de tres pueblos beduinos, la revisión de la Ley Kaminitz que restringe la construcción para árabes israelíes, incluida la congelación de las disposiciones pertinentes hasta 2024, un plan gubernamental para combatir la violencia en las comunidades árabes, aumentar la representación en el sector público, y mucho más.

Desde una perspectiva internacional, esta coalición bate muchos récords. Es la primera vez en décadas que un partido árabe israelí forma parte del gobierno, bate el récord de mujeres ministras, y es la primera vez que un israelí con kipá será primer ministro (Naftali Bennett). Este gobierno también tendrá ocho diputados árabes israelíes, un ministro árabe israelí, un ministro israelí etíope, y un tercio de sus miembros son de origen oriental. Hay partidos de izquierda, derecha y centro, religiosos y seculares.

¿Podrá este gobierno gobernar realmente? Sí, pero de forma limitada, y he aquí el por qué: para poder alcanzar estos acuerdos de coalición, las principales diferencias ya han sido planteadas y limadas. Esto significa que hay muchos temas que este gobierno simplemente no pondrá en la agenda legislativa debido a las disparidades ideológicas. Solo cuando haya un futuro gobierno capaz de abordar estos temas controvertidos, saldrán a relucir (en futuras elecciones).

Tras las graves hostilidades que hemos visto en las últimas semanas, el hecho de que tantos partidos divergentes puedan unirse para formar un gobierno es un paso positivo. Lamentablemente, se enfrentan a una oleada de amenazas extremistas sin precedentes desde todas las direcciones, con filtraciones de direcciones de las casas de los legisladores, y líderes ultraortodoxos que instan a sus comunidades a hacer “todo lo posible” para impedir que el nuevo gobierno tome posesión. Aunque el camino hacia este gobierno no ha sido nada fácil, el hecho de que los extremistas se unan en su contra indica que la coalición está en el lado correcto de la historia.

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