Enlace Judío – La resistencia del líder palestino Mahmoud Abbas a llevar a cabo las elecciones que había prometido a la población, la amplia propagación del COVID-19 después de renunciar a la ayuda ofrecida por Israel y la multiplicación de actos de violencia contra los sectores que hoy se atreven a poner en entredicho su autoridad, después de más de 3 décadas en un alto cargo, se traducen en masivas protestas en Ramallah, Belén y otras ciudades.

El asesinato de Nizar Banat —un presunto líder de la oposición— multiplica en estos días el descontento popular.    

A estas circunstancias se suma el amplio apoyo a las actitudes y acciones del Hamás como resultado de sus últimas actividades militares y civiles en Jerusalén, y, en particular, en la defensa del barrio Sheikh Jarrah, donde residen centenares de musulmanes que agrupaciones neokahanistas pretenden desalojar. 

Frisando ya los 85 años de edad, Abbas apenas puede dar satisfactoria respuesta a estas reclamaciones. 

Sin embargo, se opone a cualquier torneo electoral que podría favorecer a los partidarios del Hamás. 

Es verosímil que su actitud cuenta con el mesurado apoyo del gobierno israelí. Actitud que sin embargo podría radicalmente mudar si Jerusalén suscribe por fin un arreglo satisfactorio con Gaza. 

En cualquier caso, los días de Mahmoud Abbas parecen concluir.

 


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