Enlace Judío México e Israel – El Líbano se encuentra inmerso en una crisis política y económica muy profunda, cuyas consecuencias pueden impactar a Israel y a toda la región. Al respecto conversamos en exclusiva con Matty Zwaig, analista geopolítico y consultor uruguayo-israelí.

 

La compleja situación política de el Líbano ha llevado a este país a enfrentar una de sus peores crisis: el desabasto de energía eléctrica, medicamentos y comida mantiene a la población en una precariedad que, sumada a los conflictos étnicos y a la creciente influencia de la milicia pro-iraní Hezbolá, pueden conducir al Líbano hacia una guerra civil o, incluso, a una transformación de su sistema político.

¿Cómo llegó el Líbano a este punto de profunda crisis? ¿Qué es lo peor que puede pasar? Se le pregunta al analista Matty Zwaig, uruguayo de nacimiento y radicado en Israel.

“El Líbano, en realidad, vive de crisis en crisis desde que se firmó la paz en el año 75, digamos, y luego llegó hasta el año 90, donde al final subió (al poder) el padre del que ahora iba a ser primer ministro, Rafiq Al Hariri, que fue, en el año 2005, también asesinado”, explica y ahonda:

Toda la formación del Líbano está hecha por 11 grupos religiosos que tienen acuerdos para poder llevar adelante los gobiernos. Rafiq Al Hariri, que era una persona de dinero, con mucha relación con Arabia Saudita, vino a llevar adelante al país y se encontró con fuerzas dentro del Líbano, como Hezbolá”, que poco a poco ha ido ampliando su influencia más allá del espectro militar, “llegando a tener cuatro ministros y una fuerza mucho mayor también a su peso electoral.”

Los miembros de Hezbolá, dice Zwaig, están “armados hasta los dientes y, aparte de los misiles (con que apunta a Israel) con gente armada en las calles, especialmente en el sur del Líbano. Y todo esto influye para que sea un país que es disfuncional.”

El coctel de facciones que se disputan el poder en el vecino de Israel incluye a una corrupta élite política formada por chiítas, sunitas, drusos y cristianos. Y “cada uno ha dado una buena parte de sí para que estemos en el caos que está hoy en día el Líbano, en el cual hay como una especie de dos bloques.”

El primero, formado por “el Movimiento del Futuro de Saad Hariri, que ya fue primer ministro, fue cambiado y ahora le pidieron de vuelta ser primer ministro, y se negó porque vio frente a él, incrustado en las élites políticas y en los manejos internos, y en las ansias de apoderarse de todo el Líbano, a grupos como Hezbolá o al partido del Presidente, que justamente es cristiano pero que hace años que viene alineado con los chiítas del Hezbolá.”

El otro, formado justamente por Hezbolá y sus aliados. Grupos pro-iraníes, “grupos corruptos” cuya creciente influencia desalentó el deseo de Hariri por reasumir el control de un país que vive condiciones muy precarias.

“Y en ese momento estamos ahora, con un Líbano desabastecido, con un Líbano con dos horas por día solamente de luz; con problemas grandísimos para conseguir medicamentos; con problemas muy grandes para conseguir alimentos… A dónde va a llegar, no lo sabemos. Sí sabemos que todas las opciones, por ahora, son malas.”

Muchas facciones y un coctel mortífero

¿Cómo está organizada la repartición de poder en un país multiétnico como el Líbano? Así lo explica Zwaig: “El gobierno siempre tiene que tener tres figuras que están hechas según llaves étnicas; primero que nada tiene que ser el presidente cristiano, el primer ministro sunita y el jefe del parlamento chiíta. Venga quien venga, y teniendo hoy en día un bloque tan fuerte como el Hezbolá y el partido del presidente Michel Aoun, todo lo que quieran pasar, todas las leyes van a hacer caer más y más a la economía y a la posibilidad de salida política.”

Ningún proyecto político puede saltarse los intereses de los radicales. “El que venga, que es un sunita como Hariri, va a tener que transar con Hezbolá, de alguna manera, y darle, tal vez, más poderío.” La falta de acuerdos y la profunda crisis podrían desencadenar un escenario de violencia interna, dice Zwaig.

“Otro escenario que podría ser es que entre en una nueva guerra civil. De a poco se ve que hay más y más y más enfrentamientos de todo tipo, que empiezan siendo económicos y pasan a ser políticos en cinco minutos, porque del momento en que a la gente le falta comida y medicamentos, empieza primero por pedir comida y medicamentos, y pasa luego a las diferencias étnicas y a las diferencias religiosas, y de ahí es una bola de nieve que empieza a correr y a hacerse cada vez más grande.”

También podría formarse un gobierno militar impulsado por Hezbolá, “tal vez con algunos aliados dentro del mismo ejército, que ya hoy en día está muy debilitado, y que está bastante infiltrado también, tanto por el partido del Presidente como por Hezbolá, y puede llegar a haber por primera vez en la historia una dictadura temporal, de algunos cristianos más el Hezbolá, que sería totalmente un títere dirigido desde Irán, y mirando más hacia atrás, viene Rusia, que ya se posicionó en Siria y le encantaría posicionarse también en el Líbano.”

Para Israel, esta situación representaría una amenaza, pues “estamos hablando del país que está al norte de Israel y que tiene 150 mil cohetes mirando a Israel, esperando el momento de ser usados, porque ¿para qué los hicieron si no para ser usados en algún momento?”

Intervención de Occidente

“Luego hay otro escenario”, dice el experto, “que es el escenario que todo el mundo pensó que era el inmediato y el primero, y sin embargo, está pasando como de costado (…). Los grandes países que tienen influencia dentro del Líbano, como Estados Unidos y Francia (…), mirando, criticando, haciendo… ahora la Comunidad Europea sacó un paquete de sanciones para la élite política que llevó al desmoronamiento económico del Líbano…”

Sin embargo, “el país se va a seguir desmoronando, el Occidente lo abandona y los vacíos no existen: alguien va a llegar dentro de ese vacío y aquí tenemos miedo de que sea Hezbolá o Irán.”

Pero ¿qué pasaría con Israel si Hezbolá toma el poder?

“No sé hasta dónde lo van a tomar en un 100%  porque ellos son muy hábiles. Tuvieron muchos años para hacer una movida militar y, sin embargo, prefirieron políticamente ir entrando poquito más y un poquito más. Tal vez haya un movimiento en el cual tomen un cogobierno con otras dos o tres fuerzas (…) aliadas.”

Estas fuerzas “pueden llegar a ser parte de un gobierno cívico-militar o algo por el estilo, en el cual, por primera vez se cambie el sistema político libanés con la excusa de que hay que poner orden, orden económico, y que los países de occidente no están entrando realmente a salvar la situación como en otros momentos”, como cuando Francia, “luego de la explosión en agosto, vino y dijo que iba a ayudar pero que quería hacer una investigación de todo lo que pasó para que no vuelva a ocurrir, y todo eso, por ahora, son palabras.”

Con todo y que el presidente “Michel Aoun siga diciendo que caiga quien caiga, va a averiguar todo lo que pasó en la gran explosión de Beirut y no se ve eso en los hechos.” La corrupción de la clase política libanesa impide cualquier avance. “Por ejemplo, ahora Francia quiere extraditar al exdirector general del Banco del Líbano por corrupción de miles de millones de dólares. Todo eso se junta. Y realmente, si yo fuera libanés, no sabría ni lo qué elegir, porque todas las opciones son malas.”

Israel observa

La conflictiva historia entre Israel y el Líbano hace que el primero se encuentre a la expectativa de lo que ocurra con su vecino, que se puede convertir en una amenaza si los grupos pro-iraníes toman el poder.

“Pero nosotros, como israelíes, lo que podemos hacer es lo que hicimos siempre: mirar, observar, estar prontos para cualquier cosa que pueda suceder. Israel, a través del ministro de Defensa, Gantz, le ofreció ayuda al Líbano. Ayuda que, por supuesto, automáticamente le rehusaron. Ayuda, por ejemplo, de alimentos, ayuda de electricidad… no quisieron ni escuchar porque Hezbolá no los deja. Prefiere que vivan en la pobreza, en los problemas, en las dos horas de electricidad por día… Y así está el Líbano hoy en día, y vamos a tener que ver bien lo que hacemos. Tal vez Israel haga algún movimiento con otros países pero no sé hasta dónde lo pueda hacer sin entrar en el Líbano, y eso Israel no lo quiere hacer. Por algo abandonó el Líbano hace 20 años.

A pregunta expresa, Zwaig opina que no fue un error dejar el Líbano porque este país se había convertido “en un pantano para Israel. Que llevó 18 años, llevó cientos de muertos y estaba estancado. Cuando en los primeros años se pensó que se iba a llegar a una paz, por lo menos con una parte de las facciones del Líbano, que iban a firmar la paz con Israel, que se iban a desarrollar relaciones, entonces le servía a Israel”, sin embargo, esto no ocurrió.

Y es que “siempre que un país ‘occidental’ está en otro país, uno siempre tiene miedo que al abandonarlo, todo vuelva para atrás. No importa si es Estados Unidos en Afganistán o en Irak, o en el caso de Israel” en el Líbano. Sobre el tiempo en que Israel mantuvo presencia ahí, Zwaig recuerda que las fuerzas militares del sur del Líbano se aliaron con Israel, y que este país pretendía conservar esa alianza una vez se retirara del país.

Sin embargo, “era imposible, no podía suceder. Al final se escaparon… muchos de las fuerzas del sur del Líbano se escaparon con sus familias, y hasta el día de hoy, miles de ellos viven en el norte de Israel. Incluso hace poco se hizo un día por año en recordación de todos los muertos de las fuerzas del sur del Líbano que eran aliadas de Israel.”

Estos antiguos aliados “están ya bastante integrados dentro de la sociedad israelí, fuera de un 10, 15% de ellos que en algún momento volvieron, en los primeros dos años luego de la retirada, y fueron, por su puesto, golpeados y maltratados por la gente del Líbano y por Hezbolá, principalmente, pero preferían eso a quedarse en un país que no era el de ellos.”

Así como en Gaza Israel no quería que Hamás tomara el gobierno, tampoco quería que Hezbolá tomara el del sur del Líbano, y “pensó que al irse, el que iba a tomar el gobierno era el gobierno central con el ejército del Líbano, y no fue lo que sucedió. Ahora tenemos a Hezbolá en todo el sur del Líbano, tenemos patrullas y tenemos hasta banderas de Hezbolá que se ven del otro lado de la frontera.”

De cualquier manera, “y a pesar de que Hezbolá se envalentonó y pensó que podía hacer algo contra Israel en el 2006, en la Segunda Guerra del Líbano, y tiraron miles de cohetes, vieron que para lo único que les sirvió es para que el Líbano esté totalmente destrozado, les lleve años recuperarse, y luego de que se recuperaron empezaron a destrozarlo por ellos mismos, por sus propios problemas internos que, se ve hoy en día, están por estallar, y que realmente no sabemos” en qué puedan derivar.

“Lo peor que puede pasar es que, además de que haya una guerra civil entre ellos, a algún loco se le dé la idea de que ‘si vamos a tirar unos misiles contra Israel, vamos a unirnos todos’. Y eso es algo que Israel lo tiene en cuenta, y lo han dicho tanto las fuerzas armadas en Israel como los principales políticos. Dijeron: ‘si con todos los problemas internos que hay en el Líbano, a alguien se le ocurre que su solución es tirar cohetes contra Israel, Israel va a tener una respuesta mucho más severa que la que tuvo en el 2006. Y el Líbano, por lo menos en la parte de infraestructura física, los principales lugares van a desaparecer en los primeros días de la guerra’. Así prometió Israel.”

Los 150,000 misiles

La más reciente escalada de violencia con Gaza —que incluyó el lanzamiento de miles de cohetes por parte de Hamás hacia poblados y ciudades israelíes, así como una durísima respuesta militar de Israel, que causó, previsiblemente, una gran indignación dentro de buena parte de la comunidad internacional— puede servir como precedente para entender por qué el hecho de que Hezbolá cuente con tantas armas apuntando hacia Israel debe considerarse una amenaza para la seguridad de este país.

“Israel intentó, durante todos los años, y sigue intentando cortar todo el suministro de armas o de partes para hacer armas dentro del Líbano”, dice Zwaig. “Ya sea que vienen desde Siria o que vienen desde el mar. Ha parado barcos en el mar. Ha disparado sobre convoyes que traen armas desde Irán a través de Siria hacia el Líbano. Ha hecho todo lo posible también por atacar todos los lugares donde Irán intenta basarse, porque Irán, como tiene a Hezbolá, no intenta basarse por sí mismo en el Líbano.”

Lo que sí ha hecho Irán es construir bases en Siria, donde pretende construir misiles de alta precisión. “Lo que más le importa a Israel en realidad no es la cantidad de misiles que tiene Hezbolá —no que no le importe pero es difícil parar todo eso— sino que lo que más le interesa es parar el desarrollo de las fábricas de misiles exactos, que una parte están en Siria y otra parte han sido pasadas al Líbano y han sido escondidas en lugares inverosímiles (…): Bajo escuelas, bajo hospitales, bajo casas de civiles en pueblos del sur del Líbano y también en Beirut.”

“¿Por qué no tomar miles de millones de dólares para poder desarrollar su economía, su industria, sus trenes…?, se pregunta, como muchos, Matty Zwaig, quien tiene claro que a este problema “Israel se va a seguir enfrentando y la historia dirá si nos enfrentamos de buena manera o de mala manera, pero creo que todos los gobiernos han hecho lo máximo que pudieron para parar esa industria armamentística.”

Respecto a qué acciones inmediatas son necesarias para cambiar la situación del Líbano, el experto opina que “tendría que haber una entrada masiva, así como hizo Europa en Grecia, que estaba a punto de entrar al default económico, no una sino dos y hasta tres veces, metió docenas de billones de dólares pero regulados.

De la misma manera “tendría que venir el Occidente y decirle a las fuerzas como Hariri ‘si les damos miles de millones de dólares entonces tiene que haber un equipo de las Naciones Unidas, de la Comunidad Europea, de los Estados Unidos y de otros países, los cuales estén sentados mirando cada dólar a dónde va y en qué se pone. Y en qué se desarrolla.”

Pero “ahí viene el verdadero problema y la verdadera cara de lo que está pasando: las fuerzas antioccidentales y pro-Irán, Rusia, etc., como Hezbolá y otros pueden llegar a interferir con ese plan y (el Líbano) nunca salir de eso. La cuestión es si ese plan va a estar en la combinación de economía y fuerza militar o de amenaza militar o si solamente a a ser un programa económico. Si va a ser solo un programa económico no van a llegar a nada.”

Ante esta situación, “el nuevo gobierno de Israel se tiene que enfrentar a todas las amenazas, ya sea del Líbano, de Hamás, y hasta de los territorios y de Al Aqsa y de todo lo que sucede en Israel, y lo está haciendo, y lo hicieron hoy también, a pesar de que ciertas partes de la coalición se enojaron, como el partido árabe, pero por ahora están haciendo lo que deben hacer. Veremos en el futuro.”

La derrota que fue triunfo

Hace poco se cumplieron 15 años de la Segunda Guerra del Líbano, recuerda Zwaig, quien refiere a un análisis titulado ‘Una derrota que fue un gran triunfo’. “Porque en su momento fue muy criticada, se la llamó ‘la guerra de los televisores’, porque decían que los generales lo único que hacían era estar mirando por el televisor qué es lo que está pasando en el terreno y no realmente estaban dentro, y creían que la tecnología era más importante que los soldados, y hubo muchísimas críticas.”

Pero los frutos de aquella guerra parecen innegables. “Se consiguió que el Hezbolá tuviera miedo de Israel desde el 2006 hasta hoy en día, fuera de un par de veces, ahora, en estos últimos años, que intentaron un misil por aquí, un misil por allá, diciendo que no son ellos, que son otros, pero realmente hace 15 años que Nasrallah no saca su cabeza del búnker. Y esa situación vino con el gobierno de Olmert, no con otro gobierno. O sea que también con un gobierno diferente al que hubo estos últimos 12 años, tal vez tengamos la suerte de que las cosas lleguen a bien.”

Ante la perspectiva de que los distintos enemigos de Israel se unan para atacar en conjunto, dice que por eso no hay que olvidar “la importancia estratégica primordial que tiene la paz con Egipto y  la paz con Jordania. A pesar de todos los pesares y de todas las diferencias.”

Pero las consecuencias de una guerra civil o una reconfiguración política del Líbano pueden ser más graves o más significativas para otros países de la región que para Israel.

“Hay que tener en cuenta que mucho más influencia es con Siria. Siria ha pasado más de 10 años de guerra civil. Hezbolá, que es parte fundamental de la política libanesa, estuvo metido en la guerra civil siria, tiene mucha relación con los sirios, podría hasta pedir que se unan políticamente”, opina.

Recuerda que “en los años 60 hubo una unión de Egipto con Siria, se unieron como países. No me extrañaría que, al deshacerse el Líbano como entidad política, si es que va a suceder, pidan unirse con Siria, por ejemplo. Que sea la gran Siria. Que en el mundo digan que es más posible como futuro de país y que entonces ahí van a dar dinero tanto para rehacer Siria y el Líbano… Para nosotros sería una catástrofe porque realmente unir todo eso sería unir lo que sabemos que está sucediendo que es el eje geopolítico de Siria con Irán y con Rusia.”

Cuando las potencias extranjeras intervienen en la región, “saben cómo comienza pero no cómo termina”, por lo que este autonombrado optimista por naturaleza se mantiene atento. ¿Será el Líbano un nuevo polvorín? El mundo está por verlo.

 

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío