Enlace Judío – El gimnasta israelí Artem Dolgopyat se convirtió hoy en el segundo medallista de oro olímpico en la historia de Israel con su ejercicio de piso de gimnasia artística masculina, informó Ynet.

“No tengo palabras, estoy en las nubes. Gracias a todos por todo, también a aquellos que se levantaron a las 4 de la mañana para verme en la ronda de clasificación”, expresó el atleta de 24 años tras su victoria.

“Me preocupaba que mi rutina no fuera suficiente para una medalla, pero todos los demás estaban muy emocionados. Tengo mucha, mucha suerte de haber tenido grandes entrenadores que me han ayudado a convertirme en quien soy hoy, es increíble. Es difícil asimilarlo, me llevará algún tiempo. Llevo 18 años esperando este momento”, dijo.

Artem Dolgopyat durante su ejercicio de piso con el que ganó la medalla de oro
Dolgopyat en el aire durante su ejercicio para obtener la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el 1 de agosto de 2021 (Foto: Reuters)

Dolgopyat recordó los momentos de tensión antes de salir a la pista.

“No miré a los tres gimnastas que me precedieron. Intenté concentrarme y no pensar en nada, solo quería realizar mi ejercicio”.

El presidente Yitzhak Herzog y el primer ministro Naftali Bennett felicitaron al joven gimnasta por su histórico triunfo.

“Artem has hecho historia. ¿Comprendes que eres el número uno en el mundo?”, dijo Herzog. “Estamos todos muy emocionados y te felicito. Todos estamos deseando verte pronto en Jerusalén. Eres un orgullo para muchos niños que seguramente seguirán tus pasos”.

“Has hecho historia”, expresó Bennett en una llamada por video. “Detuvimos la reunión del gabinete para felicitarte por traernos esta gran noticia”.

“En nombre del gobierno israelí y de los ciudadanos de Israel, estamos todos muy orgullosos de ti y esperamos tu regreso para las celebraciones”, agregó el mandatario.

Sin embargo, Israel no es el primer país en reconocer el extraordinario talento de Artem Dolgopyat.

Con solo 12 años, las autoridades ucranianas habían puesto sus ojos en el futuro campeón olímpico. Para entonces, ya era dos veces campeón nacional en su categoría de edad y estaba previsto que se trasladara de Dnipropetrovsk, su ciudad natal, a Kiev, donde ingresaría a un internado y se entrenaría para convertirse en un gimnasta destacado para Ucrania.

Pero sus padres tenían otros planes en mente. Desesperados por la situación económica en su país de origen, comunicaron a Artem su intención de emigrar a Israel en 2009.

Oleg Dolgopyat, técnico electricista y antiguo gimnasta, quería que su hijo se dedicara a este deporte. A la edad de seis años, el padre lo llevó a clases de gimnasia por primera vez.

En una entrevista concedida al periódico israelí en lengua rusa Vesti, Dolgopyat recordó sus primeros días en el campo.

“Recuerdo haber entrado a una sala con muchos niños saltando en camas elásticas y dando marometas. Eran unos años mayores que yo, yo era el más joven del grupo. Empecé a entrenar una vez a la semana, luego dos y más tarde subí a tres”, comentó.

“El entrenador me prometía un caramelo por cada ejercicio. Más tarde sustituyó el caramelo por jugo. Desde entonces, mi padre comenzó a planear objetivos específicos para mí y, a los 11 años, ya entrenaba entre 4 y 5 horas al día”.

En una entrevista posterior con el comité olímpico nacional, mencionó la dureza de sus entrenadores en Ucrania y cómo terminaba varios entrenamientos en lágrimas.

“En Ucrania no llamamos al entrenador por su nombre propio, sino por su nombre y apellido en señal de respeto. El entrenador me ponía metas a seguir, si no las cumplía en una hora y media, me mandaba a hacer otro ejercicio, que sabía que no me gustaba. Si no lograba hacer lo que se me pedía, no me dejaba ir a casa”.

Marcado y accidentado por el trato que recibió en Ucrania, Artem llegó a Israel. Su familia se instaló en la ciudad de Lod, en el centro del país, y sus padres se apresuraron a encontrar un trabajo para pagar la formación de su talentoso hijo.

Dolgopyat dijo al rotativo ruso que cuando llegó al país no sabía mucho sobre judaísmo, aparte de que su abuela era judía.

En general, la idea de trasladarse a un país extranjero en un momento tan crítico de su desarrollo como atleta le parecía extraña. Sin embargo, no tardó en incorporarse al equipo de gimnasia Maccabi Tel Aviv, donde empezó a entrenar bajo la dirección del entrenador de gimnasia Serguéi Weisburg, quien sigue guiándolo hasta la fecha.

Dologpyat dijo que, a pesar del nuevo entorno y de la gente, la transición fue suave en sus entrenamientos. Dominaba el idioma de la gimnasia, pero no tenía el mismo dominio de la lengua hebrea, lo que le dificultaba mucho en la escuela.

En algún momento, su familia se enteró de la existencia del Instituto Shevah Mofet, donde estudian muchos inmigrantes de la antigua Unión Soviética, y Artem se trasladó a la escuela en Tel Aviv, donde dedicó largas horas a la gimnasia, su principal interés.

En Maccabi Tel Aviv, Dolgopyat también conoció al reconocido gimnasta olímpico Alex Shatilov, quien se convirtió en su amigo íntimo.

El joven Dolgopyat, observó cómo Shatilov llevaba la gimnasia israelí a niveles nunca vistos: llegó a las finales olímpicas y ganó medallas en campeonatos europeos y mundiales.

“Shatilov era como un hermano mayor para mí, que siempre estaba dispuesto a ayudar”, dijo en una entrevista pasada. “Es una gran inspiración para mí”.

Dolgopyat optó por especializarse en el ejercicio de piso siguiendo los pasos de Shatilov.

Debutó en los Juegos Olímpicos en la edición juvenil de Nanjing (China) en 2014, donde terminó octavo en el ejercicio de piso y décimo en la competencia general.

Artem apareció en los titulares por primera vez en 2015, cuando solo tenía 18 años, al vencer a Shatilov en el campeonato nacional.

Su primer gran logro internacional, y el que lo coronó oficialmente como sucesor de Shatilov, se produjo en el Campeonato Mundial de Montreal en 2017, con la medalla de plata.

Volvió a recrear su hazaña dos años después en Stuttgart, además de subir al podio en campeonatos de Europa en cuatro ocasiones más, incluida una medalla de oro el año pasado, a pesar de los confinamientos por COVID-19 que perjudicaron su preparación.

Dolgopyat es conocido por sus rutinas con un alto nivel de dificultad, que implican un gran riesgo. Esto le ayudó a obtener una puntuación lo suficientemente alta para ganar la medalla de oro a pesar de pequeñas imprecisiones.

Una de las cosas que destacan es el control que refleja al realizar sus complejas rutinas en la pista.

“Me desconecto de todo lo que no tiene que ver con mi oficio”, comentó una vez. “La noche antes de una competencia, hago una simulación de la rutina. En la competencia, no miro a mi alrededor ni escucho a nadie. Me acorralo, me concentro en mí mismo y en lo que tengo que hacer”.

Ahora, la concentración y la paz interior de Artem Dolgopyat han dado sus frutos y han proporcionado a Israel el mayor logro deportivo de su historia olímpica.

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