Enlace Judío – El 14 de agosto pasado un camión cisterna de combustible explotó en la región de Akkar en el norte de Líbano, causando la muerte a 28 personas e hiriendo a 80, muchas con lesiones muy graves. La causa de la explosión no está clara, empero, según información preliminar, el combustible en el lugar de la explosión “se estaba recogiendo en preparación para ser contrabandeado a Siria”. En este ámbito, la organización terrorista Hezbolá, con sede en Líbano, ha sido acusada de contrabandear petróleo de Líbano a Siria en el pasado.

El Ejército libanés confiscó 60,000 litros de gasolina de las estaciones de servicio para distribuirlo entre la población ávida del recurso; el objetivo fue frenar el acaparamiento por parte de los proveedores después de la decisión del Banco Central del 11 de agosto pasado para eliminar los subsidios a los carburantes y a otras importaciones vitales al proporcionar dólares a tipos de cambio por debajo del precio real de la libra libanesa que recientemente se cotizó en 3,900 libras por dólar, en comparación con las tasas de mercado paralelo por encima de 20,000 libras por dólar. La libra se devaluó 90% en menos de 2 años, hecho que entre otras causas, ha llevado a la mitad de la población a la pobreza. 

En este contexto, la violencia ha estallado en las estaciones de combustible, manifestantes han bloqueado carreteras y varios camiones cisterna han sido secuestrados. 

El precio de la gasolina se ha disparado y en las estaciones de servicio, los vehículos forman largas filas de horas. El gobierno tiene problema de liquidez para asegurar la entrega de carburantes importados y las reservas de divisas en el Banco Central “se han consumido”, llegando a un nivel mínimo de 14,000 millones de dólares.

Esta nueva explosión abrumó los centros hospitalarios que ya afrontaban dificultades para atender a pacientes debido a los prolongados cortes de energía causados a la vez por falta de combustible. Ahora los hospitales forman parte del recrudecimiento de la crisis multifacética que vive Líbano. El principal hospital de Líbano ya decidió suspender sus servicios ante la imposibilidad de tener energía. En general, los armarios de los hospitales están vacíos de medicinas.

Es importante recordar que Líbano, un país con una extensión de solo 10,400 kilómetros cuadrados y una población de 6 millones, experimentó justamente el 14 de agosto del 2020 una explosión masiva en un almacén en el puerto de Beirut, la capital, que mató a 200 personas e hirió a 6,000 y 300 mil se quedaron sin casa. La explosión causó daños equivalentes a 15,000 millones de dólares y la zona del puerto prácticamente dejó de existir.

Por lo demás, Líbano vive graves problemas de ingobernabilidad en virtud de su estructura de gobierno. Se reconoce oficialmente a 18 comunidades religiosas, 4 musulmanes, 12 cristianos, la secta drusa y la comunidad judía. Desde el final de la guerra civil en 1990, los líderes de las principales comunidades han mantenido su poder e influencia a través de su sistema de redes, protegiendo los intereses de las mismas ofreciendo incentivos financieros, legales e ilegales. Este sistema ha impedido que se estabilice el país con un Estado central eficaz. Por lo tanto no ha existido una estrategia fiscal, ni económica por décadas. Líbano se encuentra inmerso en una de las peores crisis financieras del mundo en más de un siglo, a la que se agrega la del coronavirus.

Lo que antes era duelo por la megaexplosión del 2020, ahora es rabia contra la elite política y empresarial acusada de corrupción y que no ha hecho esfuerzos para sacar al país adelante.

Por otra parte, Líbano enfrenta un riesgo real de confrontación bélica con Israel. Hezbolá ha lanzado recientemente 19 cohetes a Israel que fueron interceptados por el sistema de defensa de ese país sin causar daños. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) respondieron vía aérea a los ataques de Hezbolá, una acción no vista en años.

Aparentemente, el nuevo liderazgo de Irán con Ebrahim Raisi, nuevo presidente conservador, se está preparando claramente para asumir una postura de política exterior más activa. Israel tendrá que actuar con cautela para no verse arrasado a otro conflicto, además de las tensiones que enfrenta con los terroristas de Hamás en la Franja de Gaza y en Cisjordania.

 


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