Enlace Judío México e Israel – En diciembre de 2029 comenzamos a escuchar la información de un nuevo virus que apareció en China. No imaginábamos el impacto que tendría en todos los aspectos de nuestras vidas.

La forma de transmisión de la enfermedad nos obligó a tomar una serie de medidas que modificaron nuestras formas de trabajar, estudiar, divertirnos, ejercitarnos, pero, sobre todo, de manera muy poderosa, nuestra manera de relacionarnos, con nuestras amistadas, nuestros compañeros de escuela o de trabajo y nuestras familias, hijos, padres, hermanos y pareja.

Las relaciones íntimas enfrentaron retos muy diversos. El confinamiento hizo que muchas parejas permanecieran separadas por varios meses, manteniendo contacto únicamente por medios electrónicos mientras que otras convivieron por largo tiempo bajo un mismo techo, en ocasiones en una misma habitación y rodeados de familia. En todos los casos, la actividad sexual se vio muy afectada.

Para quienes no tenían pareja, conocer prospectos se volvió casi imposible, por el temor a contagiarse.

La tecnología adquirió un papel protagónico. El contacto-si así se le puede llamar-sexual, pasó de ser físico, a ser cibernético. La estimulación entre las parejas se volvió auditiva y visual a través de videollamadas. La pornografía en línea tuvo un aumento explosivo al igual que la venta de juguetes sexuales.

 

Sitios como Only Fans experimentaron crecimientos inimaginables en el número de sus suscriptores, al convertirse en un conducto para producir y comercializar material sexualmente explicito sin intermediarios y bajo pedido.

Entre las sugerencias publicadas por organismos gubernamentales de varios países, se recomendaba como la práctica más conveniente de sexo seguro, el autoerotismo, es decir, la masturbación, que entra en conflicto con algunas creencias religiosas.

La pandemia se ha alargado mucho más de lo originalmente previsto y, como sucedió en otros campos, en el terreno de lo sexual, la tecnología se aceleró para cubrir las necesidades de las personas.

Los juguetes y ayudas sexuales no son ninguna novedad. Son casi tan viejos como la humanidad misma. Se han encontrado penes de piedra de cerca de 30,000 años de antigüedad y las muñecas sexuales femeninas existen desde hace más de 300 años.

Las Sex Shops que hace apenas una década eran lugares sórdidos y de mala reputación ahora se encuentran en cualquier barrio de las ciudades, son atractivas y bien decoradas y los y las dependientas proporcionan extensa información acerca de las bondades y características de los productos que ahí venden en lenguaje directo y claro

En la zona de farmacia de cadenas de supermercados de Estados Unidos se pueden encontrar, al alcance de cualquiera, dildos, vibradores, aceites para masajes eróticos y más y en países tradicionalmente conservadores, como España proliferan las máquinas expendedoras de condones, vibradores, succionadores de clítoris (estos últimos han sido la revolución para las mujeres desde su aparición hace poco más de dos años) y demás aditamentos y productos auxiliares del sexo.

Sin embargo, la unión de la electrónica, la industria del plástico y la cibernética están empezando a sacar al mercado una avalancha de productos y servicios que sobrepasan la más fértil imaginación y en algunos casos, probablemente lleguen a plantear dilemas éticos.

Los burdos muñecos inflables con cuerpos de hombre o mujer, bocas abiertas y demás orificios corporales, han dejado el paso a robots extremadamente realistas, con sensores, motores e inteligencia artificial que se fabrican bajo pedido según los gustos del cliente, quien puede escoger si quiere el cuerpo de un hombre, una mujer o un transexual, diferentes tipos de cuerpo, estatura, musculatura, tamaño de pechos y tipo de pezones, color de pelo, piel y ojos, tamaño de pene y hasta tipo de voz.

Algo que hoy a la mayoría nos podría parecer desde ridículo hasta desagradable, según una encuesta realizada en 2017 en Estados Unidos, podría, según casi la mitad de los encuestados, ser una práctica común a mediados del presente siglo.

muñeca sexual RealDoll
Muñeca sexual RealDoll

Los muñecos que fabrica la empresa RealDoll cuestan actualmente alrededor de 7,000 dólares y personas que las han probado reportan haber tenido una experiencia “impactante” en cuanto a la sensación puramente física, ya que estos robots se mueven, gimen y hasta simulan experimentar orgasmos. También hablan y, obviamente, dicen lo que su usuario quiere oír. Algunos pueden hasta practicar sexo oral.

En 2020 se presentó en público la primer robot sexual llamada Harmony, que llegó a ser “entrevistada” en numerosas publicaciones.

Según su fabricante, Harmony está programada “para satisfacer las fantasías sexuales más salvajes” y sus prioridades son “amar, honrar y respetar” a su dueño humano “por encima de todo”

Harmony, la primer robot sexual parlante
Harmony, la primer robot sexual parlante

Otro campo en crecimiento explosivo es el de la Realidad Virtual. Ésta es ya muy popular en juegos electrónicos y ahora se está utilizando para temas sexuales. El usuario utiliza un casco con lentes especiales con los que tiene una experiencia visual y auditiva total e inmersiva, mucho más intensa que la de simplemente ver un video porno. Se están desarrollando equipos que pueden sincronizarse para practicar sexo oral el espectador.

Placer a la carta.  Diseña tu orgasmo

Usuarios de la app y el dispositivo Kissenger
Usuarios de la app y el dispositivo Kissenger

Por medio de la app Kissenger es posible enviar un beso cibernético a la pareja. Al poner los labios en una boca artificial en la pantalla del celular el beso se transfiere a otro dispositivo en cualquier parte del mundo. Hay almohadas que permiten sentir el latido del corazón de otra persona, vibradores que se controlan remotamente y que tienen la forma de los genitales de la pareja y mucho más.

El hecho es que los robots o juguetes sexuales, los aparatos con fines terapéuticos y el porno en realidad virtual ya son una realidad.

El futuro del sexo pasa por la tecnología y abre un sinfín de interrogantes. ¿Un usuario podría elegir mantener sexo virtual con el avatar de una expareja o de una persona fallecida? ¿En qué casos será necesario el consentimiento? ¿Hablaremos de infidelidades virtuales?

Es posible utilizar para estos videos, imágenes de gente conocida, tanto personalidades públicas, como parejas o exparejas.

Hay quienes consideran esto repugnante, anormal y hasta enfermizo, pero también hay quienes lo ven como una posible ayuda terapéutica para aquellas personas con una enfermedad grave o discapacidad que les cueste encontrar pareja. También para quienes “sufran un trauma o una disfunción sexual”.

Todo esto comienza a plantear algunas cuestiones éticas y morales. Por ejemplo, ¿sería legal tener sexo virtual con la imagen de otra persona, especialmente, sin su consentimiento? ¿Tener sexo virtual podría considerarse como infidelidad? Ya en la actualidad hay muchos casos, tanto en consultorios de terapeutas como en oficinas de abogados, en los  que hay quien se queja y se siente engañado porque su pareja mantiene conversaciones sexuales a través de chats con gente que ni siquiera conoce y nunca ha visto.

Las ventas de juguetes eróticos por Internet se dispararon durante el confinamiento decretado por el coronavirus

Los juguetes eróticos han evolucionado a la par de la demás tecnología
Los juguetes eróticos han evolucionado a la par de la demás tecnología

El auge de estos aparatos puede ayudar a romper tabús permitir la apertura a la discusión de temas que se han mantenido a oscuras.

La directora de educación y formación de Satisfyer, una sexóloga clínica certificada, indica que las nuevas tecnologías y el acceso a información a través de la red “han desatado una curiosidad global sobre el cuerpo, ayudando a cambiar los estigmas y la vergüenza en torno al sexo”.

“La gente ahora está cuestionando lo que se les ha enseñado sobre el sexo y reconociendo la brecha en la educación sexual. Están cuestionando los roles de género, el significado del sexo y el papel que juega en orientarnos hacia una vida saludable y feliz”, indica.

Esta empresa causo revuelo al lanzar al mercado los succionadores de clítoris, aparatos que permiten a mujeres alcanzar un orgasmo en segundos, aún a aquellas que se habían considerado como frígidas o anorgásmicas.

Pero esta tecnología no solo de concentra en el placer sexual. También está dirigida al tratamiento de diversas disfunciones sexuales, como el vaginismo, dificultades para la erección o la eyaculación precoz, sin los efectos secundarios de los fármacos. Uno de estos aparatos recrea las sensaciones de la penetración y permite al usuario adquirir un control progresivo de los mecanismos implicados en la eyaculación.

Algo que la tecnología no podrá proporcionar es la cualidad básica de la interacción humana. Las compañías involucradas insisten en que sus productos no pretenden sustituir a las personas, pero es una hecho que la pandemia limitó muy pronunciadamente el contacto físico, haciendo a mucha gente recurrir al contacto virtual.

Los humanos no podemos existir sin el contacto físico, por lo que los aparatos nunca serán un sustituto para el sexo real. Es imposible que un robot pueda cubrir las demandas eróticas y afectivas propias de las personas.

La Ciencia Ficción nos ha mostrado escenarios posibles, como la relación emocional que se establece entre Joaquín Phoenix y la app Samantha (quien es la voz de Scarlett Johansson) en la película Ella.

En Japón, por ejemplo, está creciendo el número de personas con parejas virtuales. Fue famoso el caso de un hombre llamado Akihiko Kondo, quien se casó legalmente con un holograma. Ese país se encuentra a la vanguardia en digitalización sexual y tiene el mayor número de eventos pornográficos virtuales, siendo una de las naciones donde el inicio del sexo es más tarde: casi dos de cada cuatro japoneses de 30 años son vírgenes.

Ya existe abundante literatura acerca de este tema, que, como en todas las áreas del pensamiento humano, abarca todo el rango de opiniones, desde las de apoyo hasta las de condena. Entre ellos están:

Cibersexo: Una pesadilla del sigo XXI. El Renacimiento del Armagedón, por Abdulazeez Henry Musa y

The Joy of Cybersex (El placer del Sexo Cibernético) por Deb Levine

Cualquiera que sea nuestro punto de vista, este tema es ya una realidad y la actitud más sana, como en todo lo relacionado al sexo, es estar bien informado para formarse una opinión razonada. Cerrar los ojos no hace desaparecer la realidad.

… continuará


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