Pauta, de Alejandro Frank, el espacio donde se forma a los pequeños científicos de México

Enlace Judío México e Israel – Aunque nació en la UNAM, Pauta ha cruzado fronteras geográficas y sociales para facilitar el acceso de los niños a la ciencia, lo mismo en las grandes ciudades de México que en las zonas rurales donde, a veces, ni el Internet funciona correctamente. Conversamos con su directora general, en exclusiva. 

Dos judíos mexicanos, los doctores Alejandro Frank y Jorge Gustavo Hirsch están detrás del Programa Adopta un talento, A.C., mejor conocida como Pauta, una organización que pretende facilitar el acceso de los niños mexicanos a la ciencia y acompañarlos en el fascinante proceso que implica la conceptualización y aplicación de proyectos científicos.

La directora general de Pauta, la doctora Gabriela de la Torre, ha sido considerada por la revista Forbes como una de las 100 mujeres más poderosas de México, quizá porque la ciencia y el conocimiento son herramientas de poder, o porque tienen en el poder de cambiar vidas de maneras decisivas. En días recientes, Pauta celebró su séptima Feria Nacional de Ciencias, en la que niños mexicanos con iniciativas asombrosas fueron premiados.

“Yo diría que el sello que ha dejado el doctor Frank, y la manera en la que en la que ha contribuido, es imaginar a Pauta como un programa tan grande como nuestro país y sin fronteras hacia hacia otros países”, dice De la Torre en entrevista exclusiva con Enlace Judío. “Esto se dice fácil, pero es complejo porque al nacer como un programa de la UNAM (…), también se fue viendo cómo podía crecer, cómo podía llegar más allá, a espacios donde incluso la UNAM no ha tenido la oportunidad de generar, digamos, infraestructura.”
Porque la ciencia tiene que llegar a todos los rincones del mundo, a sitios donde no existen laboratorios y, muchas veces, no hay siquiera buenas conexiones a Internet. “Y esto era un reto que ha sido superado y que hemos logrado a través de tener esta figura, como programa de la UNAM, pero también una figura de asociación civil, sin perder nuestra esencia académica“, celebra De la Torre.
“Y ahora viene el reto de hacerlo cien por ciento nacional“, agrega, y explica que, debido a la pandemia y las restricciones que han debido imponerse a las actividades presenciales, Pauta ha recibido el “empujón” que necesitaba para dirigirse hacia donde de cualquier forma tenía que ir, a esos rincones del país donde la UNAM no tiene infraestructura, pero incluso más allá, pues se trata de “romper fronteras y de poder empezar a imaginarnos en otros países, en otras culturas, compartiendo con otros programas hermanos en el mundo para poder generalizar y, como nos han dicho las evaluaciones externas, poder escalar este modelo no solo en el país, sino mirar hacia hacia la agenda 2030.”
Gracias a la tecnología, ahora Pauta tiene presencia no solo en todo México sino en países como Colombia, Perú, Honduras y Belice, nos cuenta De la Torre. En cuanto a la infraestructura física de la UNAM destinada al programa, esta le permite llegar a estados como Chiapas, Michoacán, Morelos, Tlaxcala, Querétaro  y la Ciudad de México, que es “donde tenemos, digamos, de manera presencial los espacios, pero ahora que nos movemos a la virtualidad, pudimos abrir a todo el país y tenemos niños prácticamente de todos los estados y de otros  países.”

Alianzas por la ciencia

El proyecto conceptualizado por Frank y Hirsch tiene claro que para llegar a todo el país necesita alianzas. Por eso, “empezamos siempre por una alianza académica, una alianza estratégica con con una universidad, instituto de investigación que tiene interés en ser, digamos, la casa académica de Pauta en el estado.”
Esto es importante porque “la médula del programa  es la vinculación con la comunidad científica. Entonces, formando parte de un espacio académico, digamos que ya estamos dentro de la comunidad científica y ya de ahí lo que hacemos es justamente esta alianza (que) nos permita que las niñas, los niños, los jóvenes puedan ver esta casa de estudios como el lugar donde existe Pauta, y donde ellos también hacen ciencia, es decir, aquí en la Ciudad de México que tenemos, además de la UNAM, la UAM como casa, pues los niños y las niñas desde edades de 4, 5, 10 años reciben una credencial como la que recibe el estudiante de licenciatura, es decir, forman parte ya de esta comunidad desde edades muy tempranas, por lo cual para ellos después asistir a la UAM o a otra instancia académica, pues ya es como parte de su vida.”
El acompañamiento que Pauta brinda a los pequeños científicos comienza con los talleres y clubes de ciencia que incluyen a sus propios maestros. “Esto nos permite escalar de una manera mucho más sustentable y mucho más rápida que si solamente hiciéramos unos talleres. Pero a la vez cuando una niña, un niño egresa de primaria o de secundaria y ya no hay otro espacio donde pueda seguir en un club de ciencias, tiene un taller en donde puede dar continuidad, que esa es nuestra esencia, acompañar, abrir esta posibilidad de hacer ciencia a los niños, pero después sostener esa iniciativa y ese interés.”
Los casos de éxito que Pauta puede presumir son muy diversos y abarcan tanto a las ciencias básicas como a las ciencias sociales. De la Torre nos habla del de Xóchitl Cruz, niña chiapaneca que a los seis años inventó un calentador solar. “Ya lleva 6 años con su proyecto, es un calentador realmente muy económico (…), con una facilidad e incluso una precisión de dónde se tiene que colocar en la casa, dependiendo de dónde están en los Altos de Chiapas. Creo que ese es uno de los proyectos por excelencia que no puedo dejar de mencionar.”
Otro ejemplo es la participación de Pauta en la Semana de la Democracia, “que organizamos junto a muchas otras organizaciones para fortalecer y dar una mirada democrática a nuestra niñez y juventud (…). Y había dos proyectos, uno de unas niñas de Puerto Madero, una comunidad cercana a Tapachula, que hicieron un análisis de la percepción que tenemos los mexicanos sobre la caravana migrante. El proyecto se llama “Caravanas migrantes en busca de la felicidad”, y entonces partieron de hacer un análisis social, de cómo miramos los mexicanos o cómo se mira en particular en Tapachula a los migrantes y cómo miran los migrantes su vivencia en México. Y las conclusiones han sido llevadas hasta hasta a los organismos, al Instituto de Migración, porque fue una investigación muy profunda, niñas que se dedicaron a estar horas platicando tanto con migrantes como con personas de la comunidad de Tapachula.”
La mirada ambiental es otro rasgo que distingue a las preocupaciones de las niñas y los niños mexicanos que, a través de Pauta, usan la inquietud científica para mejorar la vida en sus comunidades. Tal es el caso de una niña en Tlaxco, Tlaxcala. “Lo que hizo fue reforzar su escuela porque no tienen prácticamente zonas verdes, aunque estén en la comunidad (rural), que investigó qué tipos de árboles serían los idóneos (…), consiguió una donación de árboles y instaló un sistema de riego por goteo a través del tratamiento de las aguas grises de la escuela.”

La Feria Nacional de Ciencias

La entrevista tiene lugar poco después de concluida la Séptima Feria de Ciencias Pauta donde se premió a muchos niños y niñas cuyas iniciativas y proyectos tuvieron que sortear las dificultades propias de la pandemia. De hecho, “el doctor Frank siempre da un premio especial y desde el año pasado, por la cantidad de proyectos que tuvimos sobre Covid 19, cambiamos el enfoque del Premio de Cultura de Ciencia de Complejidad en los proyectos a pensarlo en el Covid. 19  y cómo los niños daban respuesta, por una parte en las ciencias sociales, en las ciencias de la conducta y, por otra parte, en las ciencias de la salud, y así se dividió el premio y tuvimos más de 50 proyectos que justamente canalizaron esta angustia de niños y niñas de una manera muy natural.”
Este año, Pauta recibió “241 proyectos con un poco más de 450 participantes, porque algunos se hacen en equipos de dos o incluso de tres alumnos. Desde preescolar hasta hasta bachillerato. Y tenemos ahí una serie de categorías, donde presentan las ciencias exactas y matemáticas, las ciencias sociales, de la alimentación y la salud. Y la más grande que tenemos todos los años: medioambiente, (que) sigue siendo la mayor preocupación.”
Eso explica la invitación que este año se le hizo a la doctora Julia Carabiaspara que cerrara la feria, y al doctor Lazcano (para) que la abriera. Porque una de sus grandes preocupaciones es que con toda esta pandemia, ¿qué pasa con el medioambiente? Como que le pusimos una pausa y ahora pues todos tenemos que usar el cubrebocas, entonces la contaminación es aún mayor. Entonces, de esta manera se dividieron y justo por la pandemia, este año dimos mayor fortaleza no solo a los proyectos experimentales, sino también a los proyectos de divulgación de la ciencia, permitiendo que quizá muchos niños que tenían la ilusión de que este año iban a poder entrar a un laboratorio, iban a poder experimentar, pudieran convertir ese proyecto en una muy buena manera de divulgar la ciencia.
Y si bien muchos niños no pudieron acceder a laboratorios para experimentar, “muchos mentores y muchas mentoras se volvieron de cabeza para que las niñas y los niños, a través de una computadora, estuvieran en el laboratorio, y ellos les ayudaban y veían cómo hacerlo. Entonces creo que eso fue también de las de las miradas muy enriquecedoras que encontramos en la feria.”
Respecto a cómo hacer que los niños se preocupen por el cambio climático, De la Torre dice que se trata de “ponerles el espacio para que puedan hablarlo, porque muchos lo traen (…). Por muchos años empezamos con otras categorías donde el ambiente estaba dentro de otra, y fuimos viendo que las niñas y los niños, su gran preocupación y los temas que querían investigar, estaban muy relacionados a cuestiones medioambientales, hacia la mitigación del cambio climático. Más bien, nosotros nos movemos al son que nos tocan los niños.”
De los 22 premios especiales otorgados en la feria, “además de la valoración que hacen los más de 120 jueces que valoran los proyectos, digamos en su rigor científico, tenemos estas miradas, muy particulares, de distintas instituciones que miran el medioambiente, una de ellas, por ejemplo, hay un premio que es dedicado solamente a la mitigación del cambio climático que da Banorte, porque ellos tienen esta preocupación también. Entonces es solamente, digamos, darles a los niños este espejo de decir ‘hay instituciones que piensan como ustedes y que valoran lo que ustedes están haciendo y que les dicen sigan adelante porque es un tema prioritario para todo el planeta’.”

Una forma especial de poder

A la doctora Gabriela de la Torre, Pauta le otorga una forma de poder muy distinta a la que da el dinero. “A mí me llena el alma. La verdad, me nutre en todos los sentidos (…), aunque acabemos con un cansancio que a veces es, justo, un agotamiento físico”, pues “ver a los niños, a las niñas, a los jóvenes, con ese entusiasmo, con esas ganas de cambiar su realidad”, es alimento para el alma.
“Este año, algo que a mí me dio mucho fue cómo se juntaban entre ellos, cómo podían compartir con otros, que ‘yo estoy haciendo esto, ¿cómo no hacemos juntos?’ ‘¿Cómo puedo hablar con esa investigadora y decirle que yo también estoy haciendo algo por cambiar el mundo?’.” Y recuerda a la niña que hizo una aplicación que se llama “Cuidando a Gaia”, que permite a los niños observar su huella ambiental.
Pauta acerca a esos niños con los investigadores y científicos profesionales, “en este caso, los miembros del Colegio Nacional, y que no los sientan como seres alejados, como personas frías y lejanas, sino como personas a las que se pueden acercar y decirle ‘oiga, de lo que usted hace, yo estoy haciendo esto. ¿Qué consejo me da? ¿Cómo lo llevo más lejos?’. Entonces para mí, la verdad, es una inspiración y es una manera de decir ‘sí podemos tener un mundo distinto, sí podemos trabajar así’.”
Porque las grandes transformaciones, dice, no se producen por la acción de una sola persona, por poderosa que sea, sino cuando esta “puede abrir espacios para que otros puedan crecer. Entonces, eso es lo que a mí me llena más y lo que a mí me da más alegría de estar el día a día trabajando y construyendo” para que las niñas, los niños, sus familias y sus maestros hagan crecer a Pauta y al desarrollo científico en un país urgido de innovación y acciones contundentes.
En ese trabajo loable, De la Torre ha descubierto que “aunque tenemos una diferencia de clases sociales brutal en nuestro país, y tenemos una cantidad de Méxicos tan distinta, abrir espacios donde todos podamos convivir hace que eso se vaya rompiendo”, pues “aunque hablemos distinto, tengamos ropa diferente, nos transportamos de manera distinta, (es importante que) veamos que nuestras preocupaciones son las mismas y que trabajando juntos, sin importar de dónde venimos, hacemos la diferencia.”
La ciencia funciona como un mecanismo de equilibrio para “los niños y las niñas que rompen esta situación de la diferencia social; a mí eso es lo que me ha dejado ver (Pauta), que sí es muy viable y que sí se dan cuenta de que hablan diferente, de que van a escuelas que puedan ser, digamos, en apariencia muy distintas, aunque luego compartan muchas cosas similares ya cuando platican, pero que realmente tenemos preocupaciones comunes y somos mucho más iguales de lo de lo que creemos y que los niños lo rompan y puedan ver más allá, me parece que eso es lo que más me han dejado aprender.”

Invitación a la Comunidad Judía de México

Antes de despedirse, De la Torre invita “a toda la comunidad, quienes quieran, quienes tengan hijos e hijas que quisieran estar en estos espacios” a echar un vistazo a “nuestra convocatoria abierta a talleres; quienes son docentes, escuelas que quisieran también tener esto en sus espacios, privadas, públicas”, y recuerda “que también tenemos nuestros programas de formación de docentes para clubes de ciencia“, dirigidos a “quienes son investigadoras e investigadores en la ciencia básica, la ciencia social (y) quisieran compartir con los niños desde una carta hasta una mentoría hasta ser juez en una feria.”
Y, claro, “quienes quieran apoyar de otra manera, a lo mejor, más económica para que podamos abrir más espacios, también, pero que sepan que Pauta es un espacio abierto para todos y que juntos hacemos que estos niños y estas niñas crezcan, se conozcan y se vuelvan realmente agentes de cambio.”

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico

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Alejandro Mendoza: