En memoria de mis padres Moisés y Estrella Asse

De la luz que viene a la idea y vieja en la memoria, la imaginación del universo, donde pasado presente y futuro son un guiño de la Eternidad hablante.

El relámpago adquiere sus voces en el entramado de los siglos que son sólo un instante en el Cerebro de la divinidad incalculable.

Somos signos de la verdad que encarna otra verdad: en la neuroplástica del cielo hay un Libro Infinito donde se puede leer el Más allá del mundo, ahí donde los cuerpos celestes hablan y dictan destinos y palabras luz sin sombra.

Luz donde borrada está la oscuridad, luz de otros mundos de antes de la Creación del mundo, que nos significa otros en la jornada del Tiempo primaveral donde las estaciones no existen y a su vez son una sola.

La poética de la Luz es el dibujo de las Emanaciones divinas, donde se narra la Astrodinamia del Universo, en símbolos que son esferas que rondan el caos terrenal para ordenarlo a través del movimiento que no es más que el Habla de Dios que hace moverse los mares del cielo, y los volcanes todos en su erupción de Fuego y Nombre.

Marcadores de los ritmos eternos son entonces los planetas, girhondo del Espacio del trasmundo que no se aplaca nunca y suspendido nos asombra: porque son las Caras del Eterno que nos miran, guían a los pueblos y a los hombres y tienen influencia en las almas que andan de un lugar al otro en el descenso y ascenso por las escaleras del espacio y el tiempo.

La Escalera de Yaacob el patriarca se re comprende entonces en todas sus dimensiones porque en la escalada este hombre patriarcal se eslabonaba en silencio para observar las maravillas de la Creación.

Ahí donde ésta no es solamente el mundo terreno que conocemos sino los mundos celestiales que en el Sinfín tuvo a bien conocer.

La ciencia humana entonces se convierte en Ciencia divina, donde no hay Caos, Tohu ba Bohu, ni oscuridad, sólo la Nada pletórica de vientres y entrañas sueños que la Divinidad concibió incomprensiblemente para nosotros, polvo del polvo, reflejo de la Inmensidad.

Y aun lo que no puede verse, lo que germina en los Páramos de las Alturas: Ángeles y Serafines, Entes sutiles con los que luchó Jacob para hacerse merecedor de una nueva condición humana. Pero lo importante de esa visión no es solamente esto, sino la Intelección de la Divinidad a través de Sus múltiples Velos.

Dios como una Novia cubre Su hermoso Rostro con la Creación y no hay nada nadie que puede vislumbrarlo sin morir.

Porque ÉlEYA es La Luz enceguecedora que alienta al alma a querer volver a su Fuente Original, a esa dimensión de lo incomprensible que arroba los sentidos y quita el aliento.

La visión de la Eternidad, es paradoja fundamental, pues nadie puede quedar aquí y allá a un mismo tiempo, y sin embargo, el Creador del universo quiso mostrarnos las semillas de Su Beatitud, en un gran Árbol Sefirótico que contiene todas las verdades porque es paradigma de la Luz que en cascadas infinitas se nombra a Sí misma: Or Ein Sof.

El Árbol Adámico se hace entonces comprensible a la razón, la Ciencia del bien y del mal, contenida en recipientes distintos, vasijas que mantenían la luz y la oscuridad separadas una de la otra.

La materia, entonces, era incorruptible pero la serpiente introduce en la mujer el deseo de conocer lo incognosible; esa prohibición única transgredida provoca que se introduzca la enfermedad, la muerte, la corrupción de la materia que en sus comienzos estaba solamente poesía por la divinidad.

Porque el alma, ese soplo de la eternidad dentro de nosotros, es capaz de conocerlo todo, de recorrer tiempos y espacios, de mirar y mirar, de dialogar con el Logos, con ese Inteligencia Omnisciente lo abarca todo en un abrazo del esplendor.

Puerta tras puerta los castillos celestiales se abren, la imaginación es la llave del misterio, la que nos permite cruzar el entre mundo y leerlo a plenitud en esa lectura del cosmos, que significa un Orden Perfecto en suma estéticamente or, la ática del Masalla nos invita entonces a mirar a entretejernos en una lectura cosmogónica de lo Divino.

Los astros, los planetas, las esferas, y espirales van marcando las rutas del espacio donde podemos leer poesía ahí donde confluyen las dimensiones de lo inimaginable.

Dios, el Eros de la luz, danza con sus mundos todos los días y vela con el fuego que no se paga nunca por nosotros.

Así, en piedad y misericordia inmensas, el Rey de las Alturas, el Anciano de los días, acoge a las almas que parten de este mundo y las lleva a viajar por los espacios indescriptibles, pletóricos de poesía que navegan interminablemente por los océanos celestiales donde mar y fuego lluvia y aire, piedra y hielo conviven en paz, ese es el Shalom de las alturas sobre el cual decimos nuestras plegarias: El que hace la paz en las Alturas, hace la paz entre nosotros, nosotros .

Osé Shalom Bimbroimab Hu Yaasé Shalom alenu.

¿Y qué es el hombre/mujer para vanagloriarse de sí mismo, a pesar de que le mundo fue para él creado como un regalo para su deleite y comprensión?

Los mapas del Uni/verso se le revelan de pronto y podemos hacer una lectura de los cuatro mundos revelados por los cabalistas: Atzilut, Yetzirá, Briá, Assiá, que en su infinitud se nombren y renombran para elevarnos más allá de las estrellas hacia los rostros de la Luna, en enigmática travesía de Infinidad.

Dios baja en este mundo a través de la belleza y es en esa belleza donde radica la esperanza de la inmortalidad.


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