Enlace Judío – Don Sergio Nudelstejer, escritor y periodista afamado, quien durante su vida luchó por la suerte de los judíos rusos, secuestrados –esa es la palabra—por el estalinismo. El literato y maestro se instala en el 12 de agosto de 1952 cuando veinticuatro de los más destacados poetas, escritores, figuras públicas e intelectuales judíos fueron ejecutados en los sótanos de la temible prisión de Lubianka en Moscú.

El eminente intelectual, asentado en México, ciertamente denuncia una de las vergüenzas del estalinismo. No pocas son las denuncias en la literatura idish. Por ejemplo, I.I. Singer –eminente novelista– en East of Eden describe la tragedia de los inculpados por el régimen netamente inquisitorial.

Nudelstejer, a su vez, trae a colación a Jaim Grade, eminente escritor judeo-ruso, quien atestiguó y certificó la inminente muerte del idish, idioma mayoritario de los judíos europeos: “Tu lengua asesinada –dijo– silenciada por el verdugo, ya no se escucha”. Y, paradoja de paradojas, mientras más se nulificaba la cultura judía, más se reforzaba la identidad. Cabe mencionar que dos millones de judíos soviéticos fueron víctimas del terrorismo soviético.

La paranoia del estalinismo durante la Guerra Fría fue encaminada al chivo expiatorio tradicional, el pueblo judío. Los perseguidos representaban a ojos de Stalin la suma del cosmopolitismo: había que exterminar a los culpables, no dejar rastro de sus crímenes contra el régimen. El Comité Judío Antifascista, compuesto por eminencias del pueblo judío, como Salomón Mijoels, destacado director y actor del Teatro Estatal de Moscú, así como Itzik Fefer, famoso poeta judío y acendrado comunista –encargados de buscar apoyo del judaísmo occidental– cayeron de la gracia del hombre que presumía ser de hierro como su estruendoso epíteto.

El doble juego resultó una trampa: mientras se intentaba resolver “el problema judío” –es decir suprimir y anular todo vestigio de cultura judía–, de occidente llegaba, a la manera de maná, la ayuda en dólares de manos judía. Por otra parte, la muerte trágica de Mijoels, quien cayó de la gracia del Stalin a pesar de su acendrada fidelidad al régimen, anunciaba el horror de los días por venir.

Afirma Nudelstejer que la mayoría de las víctimas habían sido miembros activos del Comité Judío Antifascista iniciado en 1942. La muerte o el envío de por vida a Siberia, amenazaron irónicamente a los fieles estalinista. La desgracia, por ejemplo, marcó a Trotsky, refugiado en México. Un piolet cercenó sus año. Mientras tanto, en la Unión Soviética destacados judíos en el campo intelectual fueron llevados a juicio y asesinados sin culpa alguna, entre ellos, Peretz Marquish, Itzik Fefer, David Berguelson, Leib Kvitko, Shamuel Persov, David Hofshtein e Itzik Nusnov.

El 12 de agosto de 1952 –afirma Nudelstejer– los veinticuatro inculpados acusados de “agentes del imperialismo norteamericano, burgueses, sionistas y rebeldes, obcecados en separar la Crimea de la Unión Soviética”, entre otras lindezas, fueron martirizados, asesinados sin piedad. Uno tras uno fueron cayendo fulminados por las armas en el sótano de la prisión de Lubianka.

Ironía de ironías, en 1955, a las viudas de los poetas y escritores asesinados se les entregó documentos de “rehabilitación” de sus familiares asesinados, en realidad una comedia, una farsa a la medida del tirano soviético. De acuerdo a las Genealogías de la Dra. Margo Glantz, un grande de la pintura, Marc Chagall es enviado a Bellas Artes a realizar la coreografía y el vestuario de una ópera rusa. La imagen de la antigua Rusia estaba en juego y  qué mejor un judío cosmopolita y genial  para bienquistar a la Unión Soviética frente a occidente. El régimen respetó al pintor judío, instrumento de propaganda. Por suerte, salió sano y salvo y amigo de los Glantz, Jacobo y Lucy…  

Ahora, gracias a mi inclinación por la poesía y por la poesía dedicada a la literatura infantil, traigo a colación a Leib Kvitko, encarcelado junto a los escritores judíos más destacados de su generación, asesinado el trágico día del 12 de agosto de 1952. El maestro Nudelstejer comentó sobre Kvitko, “uno de los valores más destacados de la literatura idish de la Unión Soviética”.

Sus creaciones en el campo de la literatura Infantil lo convirtieron en un maestro del género. Su obra fue traducida a más de treinta dialectos rusos y publicados en 131 ediciones. Sus primeros poemas, al igual que su libro Mil novecientos diez y nueve, publicado en Alemania, constituyen el fruto de los días agitados, esperanzados y violentos que siguieron a la Revolución de Octubre.

SIN PALABRAS…

CON PALABRAS: 

Tras la Segunda Guerra Mundial, una judía de origen alemán crea el IBBY, el International Board on Books for Young People, organismo fundado en 1953 por iniciativa de dicha periodista, nacionalizada norteamericana, Jella Lepman, quien tras crear en 1949 una biblioteca para jóvenes en Múnich, en 1951 organizó un encuentro internacional que convocó más de 250 participantes sobre el tema los libros para niños y la convivencia entre naciones. Hoy día el IBBY continúa su labor a favor de la paz, la convivencia y la lectura sensible y entretenida. A veces, el foro de IBBY se ha convertido en foro político. De los hombres y mujeres de buena voluntad depende el buen ambiente entre las naciones.

 


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