El Diez de Tevet, un día de ayuno que nos recuerda tres eventos trágicos. El evento principal que recordamos en este día es el sitio a Yerushalayim, cuando Nebujadnetsar, rey de Babilonia, rodeó Jerusalem con su ejercito, lo que concluyó con la destrucción del Templo en el año 586 ac (ver abajo). Hay otros dos eventos, menos conocidos, que también recordamos en este día: La traducción de la Torá al idioma griego (que ocurrió un 8 de Tevet), y la muerte de Ezrá haSofer (9 de Tevet).

CUANDO 72 RABINOS COINCIDEN

El 8 de Tevet, aproximadamente en el año 260 ac, en Alejandría, Egipto, el rey Ptolomeo ordenó a 72 eruditos judíos, seis por cada tribu de Israel, traducir la Torá al idioma Griego. El Rey Ptolomeo intentaba demostrar la inexistencia de una tradición judía sólida y homogénea y tener así una excusa para desligitimar al judaísmo y humillar al pueblo de Israel.

Para este efecto, los 72 sabios judíos fueron asignados a 72 cuartos de trabajo separados. Así, pensó el monarca griego, sería imposible que todos tradujeran la Torá de la misma manera. Sin embargo, los Sabios tradujeron cada palabra de la Torá de la misma forma, y la autenticidad de la tradición bíblica y rabínica quedo nuevamente reivindicada.

EL ORIGEN DEL CRISTIANISMO

Pero, si al final todos los Sabios coincidieron en el mismo texto ¿por qué se considera que la traducción de la Torá al griego fue una tragedia? Años pasados (ver aquí ) me referí al impacto que tuvo esta traducción en el desarrollo del cristianismo, cuando la iglesia tuvo acceso a la Biblia judía y se quiso apropiar de ella.

Recordemos que el cristianismo, basado en esta traducción de la Biblia, fue fundado con la idea de “reemplazar” al judaísmo, y con esa intención en mente demonizó, persiguió y por siglos hizo todo lo que estuvo en sus manos para destruir al pueblo judío y justificar su rol de «legítimo reemplazante».

Pero hay otra razón por la cual nuestros Sabios consideraron que la traducción de la Torá al griego fue una tragedia: esta traducción contribuyó a la asimilación de los judíos al helenismo, lo cual derivó en la devastadora guerra civil que dividió al pueblo judío en la época de los Hashmonaim.

MIRARSE EN UN ESPEJO GRIEGO

Para comprender el desarrollo de estos eventos hay que recordar ciertas características del helenismo. Aristóteles (384-322 ac.) , según las palabras de uno de sus alumnos, Clearco de Solos, se encontró una vez con un sabio judío llamado Shimón (según nuestra tradición este Sabio fue Shimón HaTzadik) y dijo sobre él que era tan brillante “que parecía griego«. Los griegos veían su cultura como el referente universal exclusivo del saber; juzgaban todas las demás civilizaciones a través del prisma de la cultura helénica, y miraban con desprecio cualquier otro tipo de conocimiento o estilo de vida.

Luego que Alejandro Magno conquistara el imperio persa, comenzó un proceso de adopción de la cultura griega, que no conoció fronteras. Los pueblos conquistados se adoptaban répidamente a la sociedad helénica, algo que otorgaba grandes ventajas sociales y económicas. Los judíos, como es sabido, nos resistimos. Y los griegos no podían convencer a los judíos acerca de la superioridad de su cultura ya que no tenían acceso a nuestras fuentes. Esto fue hasta la aparición de la Septuaginta…. Una vez que la Torá fue traducida al idioma griego, los griegos se sintieron con el derecho de evaluarla, de acuerdo a los parámetros griegos, y “cancelarla”.

¿DE QUE COLOR ERA EL CABELLO DE ABRAHAM?

Los griegos, que se destacaban en los deportes, las artes, la estética, y la guerra, cuestionaban la Torá porque no era compatible con su cultura: ¡El libro de los judíos no dice nada acerca de los beneficios de las competencias olímpicas. No incluye ningún elogio al teatro, la comedia o la escultura.

No describe en detalle la fisonomía de sus héroes, como hacen los escritores helénicos: no resalta la belleza de Abraham, de Itzjak o Yaakov y ni siquiera menciona la destreza física de su héroe principal, Moises, que a propósito, podría ser fácilmente vencido por Hércules. Los griegos, acostumbrados a sus mitos y héroes legendarios no podían concebir que el libro de los judíos no relatara, por ejemplo, las odiseas y los jugosos detalles de las derrotas del enemigo en las guerras que Moisés libró contra Sijón y Og.

Los griegos consideraron a la Torá como un libro aburrido. Con historias reales, no mitológicas; y con leyes que protegían al pobre —y no a los poderosos–y con reglas de ética totalmente incompatibles con su estilo de vida promiscuo, y que no tenían ningún interés en aprender.

CÓMO VALORAR LO PROPIO

Los griegos juzgaron a la Torá como anticuada y contraria a la modernidad helénica. Pero no debe sorprendernos que los griegos percibieran la Torá de esa manera: su inmoralidad, su culto al cuerpo y a la individualidad y el amor a la violencia nunca les hubiera permitido apreciar nuestros valores.

El problema mayor fue que una vez que los griegos evaluaron a la Torá a través de su prisma griego ¡los judíos comenzaron a ver a la Torá con lentes griegos! Estos judíos –inconscientemente asimilados a la sociedad helénica– sentían ahora que su Torá era un libro pasado de moda, con leyes anticuadas que había que abandonar (¡y muchos lamentablemente lo hicieron!) o por lo menos reformar para adaptarla a los parámetros “universales y modernos de la cultura griega”. Así comenzó un proceso de asimilación muy profundo y devastador que afectó a cientos de miles de judíos que vivían en el imperio griego.

EL OTRO MILAGRO DE JANUCA

Este proceso continuó y fue creciendo hasta que los Hashmonaim reaccionaron en Janucá (175 ac) y milagrosamente lograron poner fin a este fenómeno. Recordemos una vez más que Janucá representa el triunfo del pueblo judío frente a la asimilación, no frente el antisemitismo. Y que básicamente se trató de una guerra civil entre aquellos que eran leales a la Torá y los que buscaban la integración definitiva al imperio helénico.

Y aunque al final los Hashmonaim triunfaron y el pueblo judío recuperó su identidad y sus valores, muchos judíos desparecieron en el proceso de asimilación, como lamentablemente también sucede en nuestros días.

Por este motivo, nuestros Sabios mencionaron a la traducción de la Torá al griego como una de las 3 tragedias por las cuales ayunamos en el 10 de Tevet.


Fuente: Halajá Of The Day