Enlace Judío – Yosef Kibita nació dentro de la comunidad de Abayudaya en Uganda, un grupo de alrededor de 2,000 personas que decidieron convertirse al judaísmo hace más de un siglo. Desde chico, su sueño fue vivir en Israel.

En 2016, su ilusión comenzó a convertirse en realidad. A través del movimiento Masorti, consiguió una visa de estudiante para vivir en una Yeshivá conservadora en Jerusalén. Su estancia reafirmó su convicción de hacer Aliá y comenzó el proceso para vivir en el Estado judío. “Una vez que llegué, me enamoré del país y quise quedarme, como judío practicante, siento que aquí pertenezco” dijo Kibita en sus razones.

Tras tres años de batallas legales, la Corte Suprema de Justicia de Israel rechazó su aplicación de Aliá al no reconocer su judaísmo como válido. Dicha decisión podría amargar la ya rocosa relación entre Israel y comunidades no ortodoxas alrededor del mundo.

A pesar de haber nacido y criarse como judío, Kibita ha realizado el proceso de conversión al judaísmo tres veces en su vida. La primera ocasión, en 2002, fue mediante una conversión colectiva después de que la comunidad de Abayudaya determinó la necesidad de hacer el proceso halájico para establecerse formalmente como judíos con respecto a la ley religiosa. Seis años después, Kibita se convirtió al judaísmo de nuevo con base en un procedimiento llamado Giyur Lejumra para disipar las dudas sobre la validez de su judaísmo. Sin embargo, al haberse convertido por medio de comunidades conservadoras fuera de Israel, el Estado no lo reconoció como judío. Tras la sugerencia de una corte, Kibita efectuó una tercera conversión con el movimiento conservador en Israel sólo para encontrarse con una negativa otra vez.

Es fundamental notar que Yosef Kibita es la primera persona convertida en Israel por un movimiento conservador en solicitar la ciudadanía bajo la Ley del Retorno desde que la Corte Suprema dictaminó que corrientes no ortodoxas podían realizar conversiones en el país y el Estado las tendría que reconocer. Por ello, dichas comunidades veían el juicio de Kibita como un caso de prueba.

El fallo de la Corte es un golpe en la cara a comunidades judías reformistas y conservadoras alrededor del mundo, así como una prueba más de que tras 73 años, Israel no ha podido definir claramente a quién considera como judío y a quién no.

Mientras tanto, personas como Yosef Kibita que han vivido toda su vida como judíos, que recibieron una educación judía y que claramente pertenecen a comunidades judías, pierden el derecho a vivir en un Estado cuya fundación tiene como objetivo acogerlos.

Como menciona Kitiba, Israel es el único lugar en el mundo donde muchos pueden sentir la experiencia de vivir una vida de acuerdo a las tradiciones judías: “En Uganda, todo es igual 24 horas al día, 7 días a la semana. Ni siquiera sientes que viene el Shabat. En Jerusalén, ¡guau! Todo se ralentiza. La mente, el cuerpo, el alma, todos descansan. Aquí es donde quería vivir”.

El sentimiento de Kitiba es casi universal dentro del mundo judío. Es la razón por la cuál miles de judíos emigran a Israel cada año y por la cuál muchos quedan encantados con cada visita. Sin importar corrientes religiosas, Israel debe de servir como casa para cualquier judío del mundo que lo desee.


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